Recordatorio

No somos profesionales, simplemente nos gusta leer y tenemos tiempo libre, así que a veces cometemos errores.

viernes, 30 de septiembre de 2016

Los dobles estándares en Harry Potter: Malfoy vs Weasley


¡Bienvenidos a la mazmorra! Rika para serviros, queráis o no.

Malfoy y Weasley son las dos familias de sangre limpia más prominentes de Harry Potter. Si bien la tensión que existe entre ellas se puede advertir ya con el desdén con el que Draco trata a Ron en el primer libro, comprobamos que ambas son rivales desde que el segundo libro nos abre con Lucius Malfoy y Arthur Weasley dándose puñetazos (muy a lo muggle). Luego el señor Malfoy mete el diario de Voldemort entre los libros de Ginny y ya queda sentenciado para el lector. Es decir, ¿cómo se puede ser tan ruin y cobarde? Quizás porque a doña Rowling le gustan mucho más los personajes blancos y negros de lo que nunca reconocerá.

Los Malfoy representan, con la excepción de Narcissa en el último libro con su amor maternal, lo peor de lo peor. Son los snobs odiados incluso entre los mortífagos, chaqueteros, egoístas y, lo peor de todo, cobardes. Los Weasley contrastan con ellos no solo por ser pobres y mucho más numerosos, sino por su amabilidad, cierta torpeza y actitud más abierta/moderna… Al menos en apariencia.




En realidad, si nos fijamos, encontraremos más parecidos negativos que verdaderas diferencias y no estoy segura de que, en varios casos, doña Rowling lo hiciera a propósito. Vamos por pasos.

Los dos clanes son racistas con los muggles, solo que los Weasley se muestran más paternalistas con estos por influencia directa de Arthur Weasley. En teoría trabaja con muggles, pero no sabe prácticamente nada de estos y su interés por los «cachivaches» —la verdad es que nunca he entendido por qué usan coches si ya un enchufe los hace reír por lo absurdo que les parece— infantiliza todavía más el mundo de los muggles. Aun así, la intención que hay detrás es más o menos loable. Por eso acaba teniendo una pelea con Lucius cuando este hace referencia a sus gustos y amistades cuando los padres de Hermione andan cerca.

sábado, 17 de septiembre de 2016

El amor romántico en la literatura


Tengamos un pequeño descanso de Harry Potter. Tita Lyra os trae otro tema sobre el que reflexionar: ¡dentro música!

Este podría haber sido perfectamente un artículo en torno a cuál es el límite de lo que puede soportar un lector antes de dar por perdido un libro por completo. Dicho así suena hasta triste. ¿Cómo de insoportable puede volverse algo para que resulte intragable? En mi caso por muy pobres expectativas que tenga de una historia, intento acabarla, ya que cabe la ligera esperanza de que todo sea un Show de Truman enmascarado en algo que parece irreparable. 

Como imaginaréis, en mi última experiencia no ha podido ser así. Y no, el título del artículo no es engañoso, pero para poder hablaros del amor romántico en la literatura primero me gustaría calentar motores contándoos mi reciente decepción.

La víctima es La viajera del tiempo, de Lorena Franco, cuya sinopsis paso a copiaros:

«William y Lía son hermanos. Almas gemelas. Una infancia difícil ha hecho que William y Lía dependan el uno del otro desde siempre.  
Todo cambia cuando William desaparece sin dejar rastro, el mismo día en el que entierran a su madre en el año 2007. Nadie sabe qué es lo que ha podido suceder, ni siquiera Lía, convertida ya en una abogada de éxito.  
Cinco años más tarde, cuando Lía entra por casualidad en una galería de arte neoyorquina en la que exponen retratos de escritores y pintores de principios del siglo XIX, descubre en uno de ellos el rostro de su hermano William. En la placa, un seudónimo: ESCORPIÓN, un misterioso escritor cuyas obras fueron publicadas entre 1808 y 1813.  
Un maravilloso y mágico descubrimiento hará que Lía se convierta en una viajera del tiempo, con la esperanza de encontrar a su hermano en el pasado y traerlo de vuelta a casa.»

Mi motivo para dar por perdido este libro no ha sido el uso continuo de la coma criminal (ya lo veréis en la única cita que transcribiré), ni siquiera la incorrecta puntuación o el empleo de algunos tiempos verbales. O que en un 25% que llevo del libro (maldito Kindle, ¿por qué no puede señalar las páginas?) se hayan repetido varias veces los mismos sucesos desde tres perspectivas distintas sin que se aporte con las otras dos algo revelador o trascendente. Ninguna de esas cosas, en serio. Puedo soportarlas.

martes, 6 de septiembre de 2016

Los dobles estándares en HP: el acoso. Racismo


¿Otro artículo sobre el acoso en Harry Potter, Rika? Pues sí, otro que vamos a tener porque me parece muy interesante el tema del racismo mágico que tienen, ya no los antagonistas, sino los protagonistas criados entre muggles. Lo cierto es que al releer los libros me terminé por preguntar por qué doña Rowling no explotó esto un poco más, ya que habría sido muy interesante para definir la sociedad de los magos. Es evidente que un libro no da para todo, pero si lo hubiera hecho no habría sido tanto un doble estándar como un aspecto más a tener en cuenta en el adoctrinamiento de los jóvenes. 

En cualquier caso, vamos a ver un poquito más de cerca, aunque sin pasarnos, el tema del racismo mágico. No voy a incluir de forma extensa cómo se trata a los elfos domésticos, porque ya Hermione se ocupó de hacernos una defensa suya, o de los gigantes y otras criaturas mágicas ya que se quedaron como detalles que Rowling trató y nunca llegó a desarrollar de verdad. 

«—¡Dobby se llevó semejante disgusto cuando se enteró de que Harry Potter estaba en Hogwarts, que se le quemó la cena de su señor! Dobby nunca había recibido tales azotes, señor…» (La cámara secreta, p. 154)

Y lo dice Dobby, que siempre está lleno de heridas y al que en una de las escenas finales vemos cómo Lucius Malfoy lo maltrata:

«Tiró de la puerta, y cuando el elfo se acercó corriendo, le dio una patada que lo envió fuera. Oyeron a Dobby gritar de dolor por el pasillo.» (La cámara secreta p. 283)

Ron señala que nunca ha visto a un elfo doméstico, pero tras conocer a Winky, a pesar de que esta señala que tiene miedo a las alturas y claramente sufre durante los Mundiales, afirma:

«—Bueno, los elfos son felices así, ¿no? —observó Ron—. Ya oíste a Winky antes del partido: “La diversión no es para los elfos domésticos…” Eso es lo que le gusta, que la manden» (El cáliz de fuego, p. 117)