Recordatorio

No somos profesionales, simplemente nos gusta leer y tenemos tiempo libre, así que a veces cometemos errores.

domingo, 26 de noviembre de 2017

De feminismo y personajes femeninos (VII): Sociedades hembristas escritas por hombres


¡Bienvenidos a la Mazmorra! Soy Rika y vengo a hablaros, por séptima vez, de personajes femeninos y feminismo en los libros.

En concreto, de una cosa que odio con toda mi alma y son las sociedades «hembristas» de fantasía/ciencia ficción descritas por hombres.

¿Y por qué las escritas por hombres, Rika? Bueno, porque son los que suelen crearlas como un sueño húmedo y me ponen muy mala. Malísima. Tanto como cuando veo las horribles armaduras con tetas o guerreras con los pechos al aire. Lo siento mucho, pero cualquier mujer que tenga los pechos mínimamente grandes sabe que una se las recoge para que no le duelan al correr, montar o hacer cualquier ejercicio, más allá de que el sujetador sea una cosa horrible creada para realzar senos y que gusten al espectador masculino. No pido que las mujeres vayan con sujetador, sino que las que salen al campo de batalla tengan lógica. ¿A cuántos hombres habéis visto desnudos del todo con el elefantito —imaginadlo resoplando y moviendo la trompa ahí de forma intensa— saltando por ahí y diciendo a su enemigo: ¡córtame, CÓRTAME, ME MUEVO, CÓRTAME!

Incluso los atletas griegos que corrían desnudos se recogían con un lacito el elefante para que se estuviera quieto y no molestara. Un poco de lógica, por favor, que todavía no hemos salido de las chicas en top que gritan, como diría Goyo Jimenez, «córtese por aquí, rájese por este lado». En fin, se me va. ¿Por qué estaba hablando de guerreras con las tetas al aire?

….ah sí, sociedades «hembristas» escritas por hombres.

La lucha contra la no-sexualización de las bolas de grasa que son los senos es una muy digna y desde la Mazmorra agitamos una banderita a su favor. Probablemente por eso me resulta terriblemente odioso ver cómo se plantea a las amazonas, valquirias y demases en la imaginación calenturienta de los autores. Ellos son muy conscientes de que mujeres y hombres somos diferentes en términos físicos y el efecto que esto tiene… en el lector. Y cuando escriben, lo hacen en consecuencia. Por ejemplo, en este artículo hablé de cómo el paseo de la vergüenza de Cersei no es históricamente correcto pero se la desnudó del todo para que los espectadores/lectores actuales comprendiéramos. ¿El qué? Bien, pues lo que para una mujer del siglo XIV era que la obligaran a pasear en camisa por la ciudad. Y lo siento, pero no. Ya comenté que era puro morbo y lo sostengo ya que ni siquiera se emplea como crítica de ninguna clase.

Ideas así pululan por todos lados. Algunos, como don Negrete, autor de la tetralogía de Tramórea, promueve por ejemplo la idea de que, en medio de una pelea, un soldado sediento de sangre es capaz de dejarse engatusar por la visión de una carga de gigantescas mujeres montadas en caballos… Y desnudas. ¡Hay que emplear el factor sorpresa! ¡Qué valientes por ir desnudas al campo de batalla!

Ahora la idea es: ¿las mujeres que realizan esa carga de caballería, siendo hembristas, pensarían de esa manera? A pesar de ser orgullosas, considerar que los objetos sexuales son los hombres, ¿lo primero en lo que pensarían es que su desnudez distraería a los hombres (lo hace) y que querrán violarlas (lo intentan) y podrán aprovecharse de su distracción para matarlos o capturarlos (lo consiguen).




viernes, 3 de noviembre de 2017

La génesis de un género: los pioneros olvidados de la espada y brujería



¡Buenas a todas y todos! Podéis llamarme Xeethra. Estoy muy contento de poder estar hoy con vosotros en esta Mazmorra donde se habla de cosas tan chulas e interesantes. ¡Gracias a Frederika por invitarme! Tengo muchas ganas de presentaros este primer artículo, y espero que os guste tanto leerlo como yo he disfrutado escribiendo. ¿Empezamos?


Soy un guiverno rosa, sí. Lo comprenderé si no sois capaces de soportar tan desbordante masculinidad.
Teniendo en cuenta lo inmensamente popular que es, hoy en día, la fantasía heroica (también llamada “de espada y brujería”), siempre me ha sorprendido lo poco que se habla sobre los orígenes del género (o cualquier cosa anterior a los años cincuenta, vaya). Cuando yo empecé a leer literatura fantástica, hubo una pregunta que se me vino de inmediato a la cabeza: ¿por qué Tolkien decidió escribir El Señor de los Anillos? Permitidme ser más específico: ¿por qué un hombre como J.R.R. Tolkien, en un momento histórico determinado, escribe una novela con las características específicas que tiene El Señor de los Anillos? Y es una de esas cosas que las piensas y ya no se te van, que le sigues dando vueltas día tras día. Así que me puse las pilas y empecé a clavar codos delante del ordenador, para entender de dónde viene toda esta obsesión con las espadas y los brujos…

No, Geralt, esta vez no venimos a hablar de ti. Egocéntrico, que eres un egocéntrico.

Solemos entender que Tolkien se distingue de otros novelistas de su tiempo porque se inspira en la mitología antigua, las epopeyas y la épica, los cantares de gesta y los cuentos folclóricos para construir un mundo secundario (imaginario, que sustituye al real) habitado por magos, dioses y criaturas de leyenda donde se desarrolla la historia de sus libros. Pero una cosa son las fuentes de inspiración, y otra muy distinta los precedentes directos. Tolkien, al igual que todos los escritores, no es más que el producto de una evolución histórica. Y lo mismo podemos decir de C.S. Lewis, de Ursula K. Le Guin, de Michael Ende y de cualquier otro autor o autora del género. La idea de la fantasía como una literatura de mundos imaginarios precede por muchos años a la obra de Tolkien y sus contemporáneos. De lo que quiero hablaros hoy es de esos primeros valientes, los pioneros que se atrevieron a imaginar una forma distinta de hacer literatura. Esta es la historia de cómo nace la novela fantástica moderna.