Recordatorio

No somos profesionales, simplemente nos gusta leer y tenemos tiempo libre, así que a veces cometemos errores.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Análisis: Justicia Auxiliar de Ann Leckie



Título: Justicia Auxiliar

Autor: Ann Leckie

Sinopsis: En un planeta helado y remoto, una soldado llamada Breq se está acercando al cumplimiento de su misión. En el pasado, Breq era Justicia de Toren, una crucero de batalla colosal con una inteligencia artificial que conectaba a miles de soldados que servían al Radch, el imperio que había conquistado la galaxia. Ahora, un acto de traición la ha hecho pedazos y solo cuenta con un único y frágil cuerpo humano, numerosas preguntas sin responder y un ardiente deseo de venganza.

Editorial: Nova

Número de Páginas: 415

Ah, Justicia Auxiliar. Había escuchado hablar de este libro, aunque nunca fuera de los círculos que incitan a leer autoras, lo cual no me termina de sorprender. A ver, está escrito por una mujer, da igual que esté catalogada como la mejor novela de ciencia ficción de 2014 y haya sido galardonada con los premios [R: por favor, leedlo con la voz del narrador del Smash presentando a personajes] ¡Nebula! ¡Hugo! ¡Locus! ¡BSFA! ¡y Arthur C. Clarke! Lo que importa es que lo ha escrito una mujer. Tampoco había escuchado hablar de la autora de La Maldición de Chalión, la maravillosa Lois McMaster Bujold —de la que pronto caerá reseña. Cuando me relea el libro por tercera vez—, que tiene más premios que cualquier escritor varón y este mismo año ganó otro Hugo por el mundo de los cinco dioses, pero a quién le importa.

Así que ¿misoginia? Sí, sin duda. Al menos en cuanto a publicidad y temas similares. Con todo, reconozco que después de la experiencia con la hinchadísima popularidad de doña Jemisin [R: pero quién soy yo para hablar en un país donde tenemos a Arturo Perrete como gran autor], reconozco que me he acercado al libro de puntillas. Sobre todo porque el amigo que me lo prestó lo hizo tras una conversación que más o menos fue así:

Rika: ¿Te puedo robar algún libro (no es como si tuviera mil pendientes en la Mazmorra)?

Amigo: Claro. Toma este, te gustará, tú escribes de hembrismo.

Rika: ¿Qué tal la historia?

Amigo: Bueno, no está mal. Se supone que es un mundo donde los sexos no importan y se escribe todo en femenino. Puede que te interese.

Rika: …

Amigo: …

Rika: … En serio no me vas a vender la historia.

Amigo: ¡Se escribe todo en femenino!


Me pregunto si a doña Leckie la perseguirán por no usar el neutro (que en su país, pues bueno, lo tienen desde hace más de un siglo)…

En fin, que al final mi amigo reconoció que la historia no era nada del otro mundo, pero que el tema de los géneros hacía pensar. Y como eso es mejor que nada, me llevé el libro.

Y aquí estoy, con una novela terminada y un análisis por delante. Como nunca me ha molestado meterme con cosas que la gente adora —hola, El nombre del viento—, esta vez tampoco será la excepción.

La gente viene atraída a Justicia Auxiliar básicamente por dos cosas, hasta donde tengo entendido. Primero, el uso del femenino, como he demostrado con mi amigo. Esto se debe a que el Radch, que es una suerte de imperio romano que absorbe, adapta y diluye las culturas de los planetas que va conquistando, no hace distinción de géneros. Como no hay (en teoría…) forma de transmitir esto en inglés, doña Leckie optó por el uso del femenino como neutro sin importar si hablaba de una mujer o un hombre. Esto obliga al lector a reevaluar cómo ve las cosas, en particular el hecho de que estamos acostumbrados a considerar a la mujer «la excepción» y al hombre como «lo normal». Hasta ahí todo bien.

Luego está la cosa de que la protagonista es una nave. Bueno, más o menos.

La novela tiene dos líneas temporales; una del pasado, de hace veinte años, donde tenemos a la nave Justicia de Toren narrando cómo llegó a su situación actual… Y la del presente, donde la nave ya no existe y ha quedado reducida a uno de los innumerables cuerpos que controlaba para ejercer sus tareas.

Justicia de Toren nunca ha sido una verdadera nave, solo un cerebro que controlaba muchísimos cuerpos. Aunque odio con pasión Endymion de Dan Simmons, siempre me hizo gracia la nave en la que viajan los protagonistas y me daba pena que la dejaran atrás durante años. Era como una casa que te hablaba con cierto humor humor y te miraba con imaginarios ojitos de cordero degollado cuando anunciabas que te ibas a hacer viajes temporales y se tenía que quedar sola. Vamos, un miembro más del equipo, un sitio al que volver y al que querer. También, llevada de la forma adecuada, podía ser una casa muy inquietante de haberlo querido así el autor.

¿Os imagináis las posibilidades de ver el mundo desde el punto de vista de una criatura así? Nada de expresiones humanas, nada de cuerpos, ni brincar, ni tener sexo ni nada conocido. Fascinante.

Esperaba algo así, lo cual es culpa mía. Pero, por Medea, tienes una nave espacial gigantesca con capacidad de pensar, de estar en todos sitios, que hace caso omiso a la intimidad de sus tripulantes. Cuántas vidas por contar, cuántos detalles por ver, todo sin necesidad de tener que integrarse en el pensamiento humano. ¿Qué pensaría una nave de tener que enfrentarse a otra? ¿Cómo sería conocer en profundidad a todos sus tripulantes? ¿Le gustarían más algunas conversaciones que otras? ¿Haría putadillas como cerrar puertas, fastidiar a novatas y cosas así? ¿Cómo se desarrollaría a un personaje así? Asumí que los cuerpos serían simplemente un extra frente al cerebro central de la nave y que entonces sería fascinante ver cómo se adaptaba la pobre a ser un simple humano.

Error.