Recordatorio

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martes, 22 de diciembre de 2015

Análisis: Bari, la princesa abandonada, Hwang Sok-yong

Título: Bari, la princesa abandonada.
Autor: Hwang Sok-yong
Sinopsis: Cheong Jin, Corea del Norte. Una niña, la séptima hija de la familia de un funcionario, es abandonada al poco de nacer por no ser varón. Rescatada por la abuela, le da el nombre de Bari, como la princesa de una antigua leyenda que sufrió el mismo destino y viajó a los confines de la tierra en busca de un elixir que trajera paz y sosiego a las almas de los vivos y de los muertos.

Las arbitrariedades del régimen comunista y la hambruna desmembran la familia. A Bari no le queda más remedio que cruzar el río Duman y huir a China, donde el futuro no es más halagüeño. Tras una serie de dramáticas peripecias, termina su odisea en Londres, donde, inmigrante clandestina, demasiado joven para ser prostituida, tendrá que emprender una nueva vida en una sociedad extraña en la que confluyen gentes, lenguas y credos de todo el mundo. Sus poderes premonitorios, heredados de su abuela, para detectar el dolor y las pesadillas de los demás, la ayudarán como a la princesa legendaria en su viaje al más allá para obtener la redención del espíritu.

Editorial: Alianza.
Número de páginas: 315

Quiero empezar con una alabanza poco común en materia de reseña literaria: esta es una de las mejores portadas que he visto nunca. También les gustó a Green y a Rika. Y como ya sabemos, la portada es lo primero que vemos cuando tenemos que elegir entre los numerosos libros de una librería o un catálogo; entonces, si esta es una maravilla, ¿cómo ha pasado el libro tan desapercibido? (Es de este año). Sencillo: no se encuentra entre los géneros literarios mayoritarios (romántico, histórico, fantasía, etc.) y, por lo tanto, quizá no tenga ese plus para llamar la atención.

En mi opinión, creo que es una historia poco comercial, lejana (no exótica) y que puede parecer insípida. La sinopsis deja caer que puede haber algo especial en la protagonista, pero no deja de vivir en un mundo amplísimo dentro del cual solo es una niña con posibilidades muy limitadas. Se ubica en Corea del Norte, y aunque a todos nos suena más o menos qué ocurre allí, casi se puede considerar un tema tabú porque no es habitual hablar de ello. Y mucho menos escribir sobre él.

No os voy a engañar (hoy no): el autor se vende por ser un norcoreano que critica el régimen de su país. Se puede apreciar en su biografía y en el tercer párrafo de la sinopsis que he omitido porque se extendía ya demasiado, y prácticamente era publicidad (aunque la pondré más adelante para comentarla). De hecho, investigando un poco sobre él, parece que se basó en Éxodos, de Sebastián Selgado (libro de fotografías), porque echó en falta el tema sobre las migraciones norcoreanas.

En mi caso, la razón por la que escogí el libro cuando lo vi fue precisamente porque me apetecía algo realista, algo de nuestro mundo; de Corea, además, de lo que reconozco saber muy poco, y de las emigraciones ilegales desde ese país. Y en general, he encontrado lo que buscaba, así que he acabado bastante satisfecha.

Puede que ahí esté el problema: no hay ninguna sorpresa detrás. La sinopsis te destripa todo el recorrido de Bari. Espero que me perdonéis por si teníais esperanzas en que hubiera más puertos después de Londres. Esta es una de esas raras ocasiones en las que una sinopsis que te adelanta tanto lo que ocurre no me molesta, aunque podría haber omitido algunas cosas y no inventarse otras, pero solo porque el principal interés del libro es la migración de Bari y por dónde va dando tumbos. El viaje se encarga de contarte cómo, de qué modo y en qué circunstancias una niña norcoreana acaba en Londres.

La historia es una evocación nostálgica de la protagonista, Bari, sobre su pasado. Una de las cosas que más me han gustado ha sido la diferencia entre la Bari adulta y la Bari niña. Está narrado con una primera persona del pasado, y es una auténtica delicia notar la diferencia entre la persona que lo narra desde el futuro y la persona que lo vive en el presente [R: eso es tan raro de leer...] [G: Y al menos no es una primera persona del PRESENTE]. De verdad que muchos autores podrían tomar nota, porque se le presta tan poca atención a este detalle tan esencial que, cuando encuentro una novela que lo tiene en cuenta, tiendo a emocionarme como si fuera algo extraordinario.

La princesa Bari
La leyenda sobre Bari, la diosa abandonada, resulta interesante, pero a lo largo del libro está muy fragmentada y tiene poca relación con el viaje físico de la niña. Las conexiones se establecen sobre todo en el plano espiritual y sobrenatural, por lo que pasa muy desapercibida más allá de ocasionales referencias.

Siguiendo esta línea, he dicho antes que mi decisión de cogerlo fue porque quería algo realista y a estas alturas ya os tiene que parecer raro pues, como destripa la sinopsis, Bari hereda el poder chamán de su abuela y hay ciertos pasajes vinculados a este. Sin embargo, eso no quita en absoluto que siga siendo «realista», y que nada tiene que ver con el género de fantasía. Me gusta tomarlo simplemente como una creencia de su cultura, en la que puede creer o no el lector, aunque personalmente habría preferido que no influyera en la historia (ya hablaré más sobre ello en la parte de spoilers).

Los personajes me parecen muy aceptables, humanos y coherentes. Todos se conocen desde la perspectiva de Bari, de la Bari niña y de la posterior reflexión de la adulta, por lo que tienen más de una faceta. Sin embargo, también son algo simples, con poca diferenciación entre ellos, salvo su contexto y situación.

Quiero decir que he visto en algunas opiniones que esta es una historia triste. Y sí, de cierta forma lo es, porque Bari no lo tiene nada fácil. Pero algo que se agradece, y mucho, es que no se plantea dramáticamente, ni se regocija en las calamidades que tiene que sufrir. En este aspecto, existen generalmente dos tipos de personajes: aquellos que se lamentan y se sumergen en una depresión a causa de su situación y aquellos que entienden que lo ocurrido no se puede cambiar y siguen adelante. Bari pertenece a la segunda categoría. Solo es una niña que se apoya en las pocas personas que intentan echarle una mano cuando pueden. Nunca se estanca, y cuando lo hace, no se lamenta por las esquinas. La tristeza y la pérdida las expresa de otras formas menos comunes.

En definitiva, me ha agradado. Es simple y directo, humilde, y no aspira a ningún tipo de grandeza. Podría haber sido una historia más rica, abarcando más temas delicados sobre la migración, pero me conformo con esto. A veces, precisamente la contundente sencillez logra sorprenderme.



Como he dicho antes, voy a copiar el tercer párrafo de esta interminable sinopsis, porque quiero comentarlo un poco:

«Bari. La princesa abandonada es una novela de aprendizaje, sobre las penurias del exilio, la soledad de la emigración, el choque de culturas, la intolerancia política y religiosa, la explotación humana…, sobre las miserias y los males de nuestros días. Hwang Sok-yong, como en algunas de sus anteriores obras, ha adaptado a nuestros tiempos una vieja leyenda coreana que, en este caso, destaca un elemento fundamental de su cultura tradicional como es la importancia de lo sobrenatural y la relación de lo femenino con el más allá. El resultado es una novela de una extrema belleza y sensibilidad, entrañable, en la que lo mágico, lo onírico y la realidad se entrecruzan con total armonía, haciendo de lo sobrenatural algo totalmente natural.»


Bari conoce siempre gente dispuesta a ayudarla.

Guau, menudo choque de culturas, resulta que Bari tiene miedo de coger el transporte público por si se pierde… No existe intolerancia dentro del libro, puesto que Bari siempre se mueve dentro de los círculos marginales y no hay confrontaciones entre ellos. Y que la policía pueda deportarla por ser una inmigrante ilegal no lo consideraría intolerancia.

¿Las miserias y los males de los días de quién?

¿Lo femenino con el más allá? En ningún momento se destaca que Bari tenga dichos poderes por ser mujer. De hecho, lo común es que las mujeres con poderes chamanes sean ancianas, como la abuela de la protagonista.

Sé muy poco de la cultura coreana, y tras leerme el libro e investigar, me he dado cuenta de lo mucho que se enriquece con algo de contexto. Por ejemplo, la distinción que hacen entre los fantasmas que no pueden cruzar al otro lado, según las condiciones en las que han muerto, y los rituales chamánicos que se llevaban a cabo para ayudarles es sumamente importante en la historia. Sin embargo, aquí el problema no sería por qué el autor no lo ha contextualizado, sino cuál es el público al que dirigía la historia. ¿Acaso en las historias cristianas necesitan contarnos por qué un personaje confiesa sus pecados o en qué otras ramas de la misma religión no lo hacen? Generalmente no, porque se presupone. En este caso me falta información, no sé si el autor publicó en Corea (del Sur) o en Inglaterra; en el primer caso sería lógico omitir esto, en el segundo sería presuponer demasiado de tus lectores, y más de algo tan poco sonado.

A su vez, he de decir que personalmente los pasajes y las influencias que tenían los poderes de Bari durante su viaje no me han gustado [R: y lo dice un hada]. Al principio lo tomé como algo en lo que el lector podía decidir si creer o no. Quizá Bari veía a su abuela en sueños, ella desde luego pensaba que sí, pero también podía ser que solo fuera parte de su imaginación a causa de lo que le habían enseñado. No obstante, según avanza la historia, estos poderes pasan a formar parte intrínseca de su recorrido, como al conocer a Emily o en su última travesía hasta el Confín de Poniente, por lo que no me quedó más remedio que concederle que eran absolutamente ciertos. ¿Está mal? No realmente. Comprendo que el motivo del autor fuera acercar más a Bari a su ascendencia y raíces coreanas y lo lleva medianamente bien, así que lo acepto. Pero eso no significa que personalmente me guste.


El viaje de Bari me ha parecido sumamente impredecible, incluso cuando la sinopsis te chiva que va a transitar por China y Londres (uno es un país inmenso y otro es una ciudad inmensa, mis disculpas por no concretar el lugar de China, pero si el libro lo dice no lo recuerdo). Siempre encuentra una manera de asentarse y sobrevivir en un lugar, y lo que le lleva a otro suele ser una serie de infortunios repentinos. Y por lo tanto, hay que agradecer que no sea un paseo fácil y perdonar a la sinopsis (¡y más os vale no poner en mi boca que es permisible para todas las sinopsis!).

Pero hay dos puntos negativos en su viaje: el abandono definitivo de Corea y su familia y las personas con las que se encuentra a lo largo de la historia.

El primero creo que es el punto peor tratado por el autor, ya que Bari vuelve a Corea para buscar a sus padres y hermanas en Buriong, se topa con un incendio forestal y durante la huida su perro Chilsong muere. ¿Y qué hace ella? Pues volver por donde ha venido y regresar a China. Esto no está del todo justificado. Entiendo que entrara en un estado de shock, de miedo, pero entonces ¿no sería más lógico seguir con su camino, bordear o buscar otra manera de llegar a Buriong, ya que allí están los únicos seres queridos que le quedan con vida? No, nada de eso, decide abandonar la búsqueda y regresar sobre sus pasos.

Y el segundo es el punto donde más flojea la historia. La mayoría de las personas con las que Bari se cruzan la ayudan, de una forma u otra: los hortelanos chinos le dan cobijo, Shang y Zhou le enseñan el masaje de pies, Lu le encuentra trabajo en Londres, Emily prácticamente se hace su amiga… Los únicos «malos» de la historia serían los culebreros, con los que tiene contraída la deuda por el pasaje hasta Londres. Todos se portan bien, sin ningún motivo, sino que son buenas personas a las que, como mucho, les ocurren cosas malas. Los hortelanos nunca la juzgan por ser una prófuga, Lu omite su relación con los culebreros y la trata con afecto, Emily ignora por completo su estrato social debido a que Bari es una chamana (ay, si no lo fuera, ¡ni la miraba dos veces!). ¿Dónde está la crudeza de la que tanto hablan en la migración norcoreana? ¿Eh? No digo que el autor le ponga más esfuerzo en desgraciar más a Bari, pero parece que las personas no tengan sus intereses individuales, no hay ni un solo tipo malo con el que la niña trate directamente.


Para acabar de cerrar un poco el tema de la historia (salvo el final, que me lo reservo para terminar la entrada), quiero citar el pasaje en el que Bari se despide de su madre, porque pocos autores se atreverían a hacerlo tan escueto y, a la vez, tan lleno de significado (aunque spoileador, todo hay que decirlo):

«[...] Cuando, en compañía de mis hermanas, mi madre se marchó de casa, yo no vertí una sola lágrima; me limité a contemplar cómo se alejaban, cada una con su hatillo de viandas para el camino. Aparte de vernos una vez más a nosotras, también querrían, acaso, grabarse lo más vivamente posible la imagen de aquella casa, con la que todos, en el tiempo que llevábamos allí, nos habíamos encariñado. En aquel momento, no sabíamos que la separación era para siempre. Yo nunca he dejado de ver a toda mi familia en sueños, pero tanto mi madre como mis hermanas Suc y Chong comparecerían siempre en silencio. Se me aparecerían siempre de la misma guisa, una al lado de la otra, frente a mí, con rostros sonrientes y contemplándose sin más. En imágenes que, probablemente, corresponderían a personas muertas».

Simple hasta el extremo. Y funciona, ya lo creo que funciona.

Si bien el tema central del libro es el viaje de Bari (físico y espiritual) en el que busca responder al sufrimiento de todas las personas con las que se cruza, no me parece bien desarrollado. Hay poca reflexión sobre ello, salvo la leyenda de la abuela, parece más algo que se enlaza con el final. Y además, el autor intenta meterse en otros temas que tienen poco o nada que ver. Por ejemplo, las penurias de Emily por aceptar al hijo ilegítimo de su marido, que tuvo con la mujer por la que le abandonó. De verdad, ¿qué pinta esto aquí? Puede que sea porque Emily en sí me parece mal construida y de poca utilidad en la historia, pero es que no me está contando nada que tenga que ver con Bari.

Ahora, hablemos de los personajes. Sin más: 

Bari se deja querer. No es una niña inocente, ha visto y crecido con la muerte, debido a la época de hambruna en la que su familia a duras penas sobrevivió. He echado en falta que tuviera algo más de desarrollo, porque según va creciendo tiene otras preocupaciones, pero en cuanto a carácter parece que simplemente acabe siendo más resuelta y diligente, en vez de la niña silenciosa y obediente del principio. Eso sí, adoré cuando le dijo a Alí, muy digna ella: «No conozco las costumbres de tu tierra de origen […], pero, en mi país, una mujer no puede compartir lecho con un hombre que no sea su prometido. He decidido ser tu esposa». Y nadie se atrevió a replicar.

Anteriormente decía estar encantada con las dos Bari que conocemos durante el libro, con la Bari niña a la que vamos siguiendo y con la Bari adulta que nos narra dicha trayectoria. Sin embargo, pese a esta magnífica diferenciación que se aprecia a lo largo de la historia, no tiene una conclusión que me haya gustado. No se llega a saber en qué momento exacto de su vida está narrando Bari, ya que mantiene el tiempo en pasado hasta el final. Tampoco se da una razón por la que esté contando su vida, cuando este es uno de los pocos casos donde me parece muy necesario, ya que habla de sucesos reales y podría tener motivos muy buenos. No es que esté mal que terminara así, pero francamente me decepcionó mucho.

Sinceramente, el único personaje que me gustaría analizar es Shang. ¿Por qué? ¡Uy, si te has leído el libro, seguro que lo sabes! Es el único, incluyendo a la protagonista, que tiene un cambio desde su versión inicial hasta la final muy marcado, muy profundo, debido a que ella sí se ha cruzado con mala gente durante su migración de China a Londres. Fue importante para Bari y, su regreso, miserable y demacrada, le causa una última desgracia sin saberlo. Sé que estoy en spoilers, pero… no lo diré, no. La clave de Shang es que no ha pasado de ser una buena amiga de Bari a alguien malvado. Solo es una persona desesperada que halla su fin, de alguna manera; y cuyo destino podría haber sido perfectamente el de Bari si, como también dice la sinopsis, la hubiesen juzgado útil como prostituta cuando llegó a Londres.

El resto existen, se distinguen y funcionan bien dentro de la historia. Son simples, pero porque no quieren ser nada más. Me resultó curioso que el autor decidiera emparejar a Bari con Alí, ya que le acarreaba problemas con la doctrina musulmana, pero me gusta el enfoque que le dio y que no cayera en tópicos. Eché en falta que, con la descripción de la comunidad tan multi-étnica donde vive Bari, apenas prestara atención a más de dos o tres inquilinos.

Respecto al final, pese a que no me gusta el pasaje espiritual, mi queja va más enfocada a que la resolución de que el Agua de la Vida no existe es muy típica y sosa, sobre todo porque no despeja realmente el problema, puesto que nunca hizo falta esa Agua. La vuelta de Barila que proporciona respuestas a todas las almas en pena no sé ni si considerarlo un Deus ex Machina, puesto que no obtiene ese conocimiento de la experiencia de su travesía, sino que mágicamente encuentra las palabras adecuadas para cada una de esas personas.

Y del cierre definitivo tengo poco que decir. Me habría gustado que aclarara en qué momento narra la Bari adulta su historia, como he mencionado, pero tampoco se puede pedir todo. El momento seleccionado para terminarlo es igual de perfecto.

Sí, sí, como veis, aquí cierro la reseña. ¿Cómo? ¿que cuál es la enseñanza de hoy? ¡Si la llevo diciendo todo el rato, caracoles! Las historias súper complejas molan, eso lo sabemos todos. Y sin embargo, de todos los libros que he analizado hasta ahora, solo han pasado el escrutinio crítico los más simples como este. ¡A la sopa no hay que echarle mucha agua, sino elegir cuidadosamente sus ingredientes!

Otros blogs que tienen publicada la reseña (lo siento, solo he encontrado uno):


(Todas las imágenes pertenecen a sus respectivos dueños)

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