¡Bienvenidos a la Mazmorra! Soy Rika y no he muerto, aunque octubre casi ha podido conmigo. He decidido revivir un poco el lugar, barrer el polvo y las telarañas, y hablar de mi experiencia de este LeoAutoras. En realidad no he podido terminar casi nada gracias al examen que ha consumido prácticamente todo mi mes, pero aun así he complementado mi sufrimiento con momentos de respiro en los que solo he leído a mujeres. No he sentido que me haya faltado nada. A ver, quería continuar leyendo la biografía de Dalton Trumbo, pero no pasa nada porque haya tenido que esperar un poco.
Había pensado en sacar un artículo que englobara todo, pero se ve que soy más lenta que una tortuga y creo que será mejor reconocer que debo renunciar a los análisis gordos y detallados porque no me da la vida. Así que sacaré a partir de ahora pequeñas reseñas e impresiones de lo que va pasando por mis manos. A veces hablaré, supongo, en varias ocasiones de un libro que me dure mucho tiempo, y otras no. Pero espero lograr resucitar un poco este lugar y sacar algunos análisis más desarrollados cuando encuentre libros que me enamoren.
De modo que vamos allá. En octubre conseguí terminar El dragón de su majestad, Cómo acabar con la escritura de las mujeres, Mujeres en la hoguera, y Cisnes Salvajes. Desde entonces también ando arrastrando una relectura de Cetaganda y Africanus, el hijo del cónsul, mientras que los nuevos descubrimientos son Black Hole Blues, Vida de una geisha, Trumbo, Mélusine, The Thief; Amazonas, guerreras del mundo antiguo, The Grandmaster of Demonic Cultivation y un libro de ensayos de Lois McMaster Bujold. De todo irán cayendo cositas las siguientes semanas.
De momento vamos a centrarnos en la reseña del primer libro.
Título: El dragón de su majestad.
Autor: Naomi Novik
Sinopsis: El capitán Will Laurence sella su destino al capturar el precioso
cargamento de la fragata Amitié. El tesoro es un huevo de dragón
imperial, regalo del emperador chino a Napoleón. Cuando la
fantástica criatura salga del cascarón, elegirá al capitán como su
criador. Éste pronto descubrirá que entrenarlo es una aventura
fascinante. Juntos tendrán que aprender las peligrosas tácticas de la
guerra aérea, pues Francia, dirigida por un Bonaparte más audaz que
nunca, ha reunido a sus criaturas para transportar sus tropas sobre
suelo británico.
Editorial: Santillana.
Número de Páginas: 409.
Editorial: Santillana.
Número de Páginas: 409.
El dragón de su majestad, de Naomi Novik, ha sido una experiencia dolorosamente agridulce. El concepto de este libro no es original; estamos ante un universo alternativo donde los dragones se crían y utilizan en las guerras como si fueran aviación. Se podría aducir que doña Novik da un punto «diferente» a sus dragones al hacer que hablen y sean inteligentes [R: al menos en ciertos casos. Los ingleses parecen criar especies tontas a propósito como contraste con los dragones chinos], pero esta característica en realidad es antigua y se puede encontrar en la Dragonlance o el afamado Smaug de El Hobbit. Sin embargo, no hay que ser original para escribir algo bueno. Lo que importa es cómo lo trates. Y es con eso con lo que tengo muchos sentimientos encontrados.
Todo comienza cuando el protagonista, el capitán Laurence de la marina inglesa, asalta un navío francés y roba un huevo. Su idea es entregarlo a los jinetes de dragón, que están obligados a dedicar su vida al ejército del aire y renunciar en general a todo lazo externo al mundo dragonil, pero el huevo eclosiona mientras están en alta mar. Poco dispuesto a volcar ese amargo destino sobre los jóvenes a su cuidado, Laurence decide renunciar a su cargo y ocuparse del dragón chino, al que bautiza como Temerario.
Su relación es lo mejor de la historia. De verdad, es adorable. Doña Novik centra la experiencia del libro en el vínculo jinete-dragón, que carecen de una conexión mental como la que disfrutaban Saphira y Eragón… Lo cual lo vuelve más encantador, porque no pueden saltarse tantos pasos en la construcción de su relación, que en el caso de Laurence y Temerario se torna casi de padre-hijo. Y es que a pesar de su resentimiento inicial al tener que renunciar a su vida en el mar, Laurence se enamora de inmediato de Temerario. Este, que es una curiosa mezcla de niño y anciano por su forma de ver el mundo y de comportarse, crece en unos pocos meses y pronto está abrazando a Laurence, protegiéndolo con sus alas de cualquier daño, y suelen dormir juntos, acurrucados el uno junto al otro, siempre que pueden. Laurence quiere tanto a Temerario que empieza a leerle con frecuencia en voz alta a pesar de que antes apenas tocaba un libro.
En serio, se me cae la baba de amor.
Además, todo está narrado de forma ligera y directa. Doña Novik se esfuerza por emplear la tercera persona de Laurence con toques que resalten su mentalidad decimonónica y caballerosa, otorgando personalidad al texto, pero también es cierto en el proceso comete innumerables y cansinas repeticiones porque Laurence necesita reafirmarse una y otra vez en sus opiniones. No es que sea algo por lo que tirarse de los pelos, pero despista un poco de la fluidez de la historia. Por lo demás, es muy fácil sumergirse en el mundo de Temeraire, y durante páginas y páginas disfrutamos de ver cómo Temerario come. Y come. Y come mucho. Y vuela. Y se pregunta por qué no puede comer más. Es divertido, entrañable, y habría que tomar nota del proceso, porque doña Novik logra que nos preocupemos por Temerario sin necesidad de hacer avanzar la trama y pocos autores pueden conseguir algo así.
El worldbuilding es interesante a un nivel superficial, con batallones enteros viajando sobre los dragones atados con toda clase de cuerdas y sistemas para comunicarse en medio de la batalla. El tipo de dragones de cada país es diferente, por lo que cada uno tiene tácticas distintas, y por supuesto la inclusión de un dragón chino especial y diferente es una increíble ventaja. Para sortear el problema de incluir mujeres, doña Novik establece que hay una raza de dragonas que solo acepta mujeres como jinetes, y así podemos ver a una muchachita y a una madre por la historia, además de niñas que trabajan como cualquier chiquillo de su edad. Esta madre en concreto es una mujer madura y liberada sexualmente, para desconcierto de Laurence, cuyo sentido de la caballerosidad le impulsa a no ser desagradable con ella. Es más, es ella la que le busca a él. Lástima que apenas se dediquen páginas a esta inversión de roles.
Me gusta bastante más esta portada |
Ahora, la historia es… Lenta. Y floja. Muy floja. No tiene grandes personajes, ni tampoco momentos realmente interesantes una vez Temerario ha crecido. Si sabes algo de las guerras napoleónicas y esperas que la existencia de dragones aporte un toque de interés a algo, este no es tu libro. Todo transcurre de acuerdo a lo que puedes esperar, con los ingleses siendo los buenos, las mismas batallas históricas y apenas diferencias apreciables. He tenido que ir a leer sobre la serie de novelas, apabullada por la escasa innovación de hechos históricos, para encontrarme la agradable sorpresa de que el imperio Inca continúa existiendo [R: lo cual tiene sentido, por Medea, si los dragones no pueden volar el suficiente tiempo para cruzar un océano y necesitan barcos especializados. Eso se traduce en que no deberían haber podido acompañar a los españoles y demás europeos hacia América, y por tanto la conquista no podría haber sido así de veloz y brutal] y se menciona que el presidente de Estados Unidos es un hombre llamado Tecumseh. Pero no he visto prácticamente nada de esto en el libro, que tantea muy por encima el mundo que está introduciendo, casi con miedo a que los lectores que vengan a cogerlo no acepten una ucronía.
Por lo demás, insisto en que el worldbuilding es perezoso. La existencia de dragones no ha afectado a la moda, a las armas, a la cultura ni en general a nada a pesar de ser la principal arma de guerra. Es muy evidente que doña Novik se planteó después las consecuencias de que existieran dragones, y no antes de empezar a escribir.
Además, a pesar de que Temerario obliga constantemente a Laurence a reflexionar sobre las convenciones sociales, doña Novik nunca se moja. Ni siquiera creo que tenga verdadero sentido que los dragones se dejen utilizar como animales de carga cuando se menciona más de una vez que son inteligentes, sociales, y que sin ellos los humanos no podrían hacer sus guerras. Solo hay una trama que trata superficialmente el tema al presentar a un jinete que abusa de su dragón y solo vemos la opinión que Laurence tiene del tema, junto a algún que otro humano. Los dragones… bien, guardan silencio excepto cuando es la hora de ser patriotas.
Ay el patriotismo, cómo me ha roto este libro encontrarme con un patriotismo tan machacón y cansino.
Poco encuentro más decepcionante que encontrar una novela cuya trama se centra en una guerra y que pone los bandos como blanco y negro. Solo aparece un personaje francés, que no tiene prácticamente relación con el protagonista, y su historia se corta de súbito con lo que debería ser un efectivo golpe emocional. Uno que rápidamente se entierra y olvida, excepto por mi parte, que sigo gritando por el desperdicio que supone este mini-arco de personaje y que solo produce inquietud en Laurence durante cinco minutos.
Y es que Laurence no tiene relaciones profundas con nadie. Es como si doña Novik temiera no poder mantener la importancia de Temerario si Laurence trazara lazos importantes con otros personajes. En gran medida, esto provoca que Laurence ni Temerario cambien. Entendedme, Laurence abre su mente, se intenta comportar de forma menos machista con sus compañeras, y pasa a adorar a los dragones, mientras que Temerario crece intelectualmente y se vuelve más dominante a medida que cobra confianza en su aspecto y capacidades… Pero no hay ningún desafío en la novela. El único dilema moral se corta abruptamente en dos páginas, y no llega a calar. Ellos están en el bando correcto, están haciendo todo lo que deben y lo están haciendo bien [R: alguna vez se menciona España. No se dice nada, eso sí, de las destrucciones de ciudades que perpetuaron los ingleses, de las muertes indiscriminadas de civiles y violaciones en masa. Contra sus supuestos aliados. Pero, eh, de los franceses y Napoleón en concreto se dice de todo. Quiero asumir que es de forma intencional para luego deconstruir, pero no puedo fiarme], así que ¿a quién le importa? Ya se desarrollará en otros libros, como si eso fuera perdón para no tratar con mimo los personajes y temas desde la primera novela.
En definitiva, no puedo recomendarlo sin haber leído los demás, porque es una introducción coja y que deja sabor a muy poco.
Lástima, tenía buena pinta, me gustan los dragones y la trama me parece interesante, pero si se deja de lado y el worldbuilding no termina de estar trabajado, va a ser que paso.
ResponderEliminarUn saludo,
Laura.
¡Hola de nuevo!
EliminarEn principio, sí. No puedo decir nada de los siguientes libros, que me imagino que mejorarán estos aspectos, pero tampoco están en mi lista de prioridades. Si eso, a sacárselo de la biblioteca.
Atte. Rika~
Pues tengo la misma sensación que tu... después de haberme leído las cuatro primeras novelas.
ResponderEliminarEs la misma sensación que tengo con algunas series de televisión: empiezan con una premisa interesante y plantan semillas que podrían ser explotadas muy bien... para después alargarse con capítulos y capítulos más bien vacíos de contenido y evolución.
Muy poco desarrollo.
Una lástima, porque la premisa inicial me gustaba.
¡Hola, Lord Darkmoon!
EliminarVaya por Medea, entonces me ahorras leerme los demás. Estaba dudando porque, bueno, no me fiaba pero quizá pudieran ser entretenidos... Pero visto lo que me cuentas, prefiero dedicarme a otras cosas. Una verdadera lástima, sí. Quizá un día encontremos algo parecido que sea más satisfactorio...
¡Un saludo!
Atte. Rika~