Título: El ojo del Golem
Autor: Jonathan Stroud
Sinopsis: En cuanto vi que Nathaniel volvía a invocarme, supe que algo no iba bien. La primera vez que osó molestarme tuve que ayudarle a robar el amuleto de Samarkanda. ¿Qué querrá esta vez? Parece ser que el niño tiene algún que otro problema: en Londres medio barrio de Picadilly ha sido destruido y le han dado seis semanas para descubrir al culpable. ¡Qué pereza! Con lo bien que estaba yo tomando el sol. ¿Por qué me hará trabajar? ¿Por qué no invocará a un espíritu inferior? En fin, no puedo negarme, pero eso sí, hemos llegado a un pacto: seis semanas, solo estaré seis semanas a su servicio, yo después me piro...
Editorial: Montena
Número de páginas: 560
Bienvenidos otra vez a la mazmorra. Soy Green Lindragon y os traigo la segunda reseña del blog y la saga Bartimeo. Como todavía no me han limado las garras ni lustrado las escamas intentaré ser breve y concisa, así que al lío.
Recordemos que las reseñas expresan opiniones de forma más subjetiva que objetiva y que no se centran en analizar de forma profunda los aspectos de un libro. Rogamos te abstengas de lanzarnos piedras si no estás de acuerdo con las opiniones expresadas aquí. También aviso de que pueden darse casos de SPOILERS, así que todos aquellos que no hayan leído los libros se arriesgan a comerse alguno.
Descubrí la saga de Bartimeo por una revista olvidada en la mazmorra que reseñaba El amuleto de Samarkanda. Me llamó la suficiente atención como para pedirle a Rika que lo encargara [R: aquí me tratan como la chacha y merezco más respeto] [L: Silencio, humana] y pocos días después lo encontré bajo el arco de piedra de la entrada. El libro no me duró ni tres días y me lo releí en el transcurso de los siguientes meses porque, bueno, suelen tardar en mandar más libros y tenemos que apañarnos de alguna manera.
Luego Rika trajo El ojo del Golem por mi cumpleaños —Bendito año del dragón chino— y lo devoré de la misma forma. Sé que de haber sido más joven y enérgica, de haber tenido un par de siglos menos, no habría sido lo mismo [R: eso es lo que dices tú]. Cuando eres un dragón viejo te gusta leer más, sea lo que sea, que el perseguir a los pequeños humanos que se pierden en la mazmorra. Se podría decir que leí esos libros en el momento adecuado, con la edad adecuada y probablemente me influye mucho la nostalgia al hablar del libro, pero intentaré ser lo más neutral posible.
El ojo del Golem es, quizá, el volumen que más me gusta de la saga ya que amplía el mundo que se nos presentó en el primer libro, se abren frentes nuevos para la historia y se sumerge en los verdaderos conflictos del universo de los hechiceros, no sólo desde la perspectiva de un aprendiz superdotado. Considero además que carece de muchos de los pequeños fallos que enfangan el tercer libro, aunque sí que sienta las bases para esos fallos, que se pondrán de manifiesto en la siguiente reseña.
Su prosa está, como en el primer libro, dividida en dos voces diferentes: la de Bartimeo y la del narrador que sigue a Nathaniel y a Kitty.
La voz de Bartimeo continúa siendo muy personal, característica y divertida, con todas sus notas a pie de página, muchas veces simples anécdotas y no sólo explicaciones realmente necesarias. Es el punto fuerte de la narración en general, ya que el lector ve el mundo desde el punto de vista de un genio muy viejo, maltratado a lo largo de los siglos (Yo le comprendo, pobre criatura) y tiene esa personalidad única de la que carece la tercera persona del narrador que sigue a los dos humanos, Nathaniel y Kitty. En sí no contiene tecnicismos exagerados, su compendio de palabras técnicas propias del Universo para dar profundidad a la historia es suficiente y adecuado. No es la prosa más trabajada y maravillosa del mundo, pero para el público al que está dirigido, es más que suficiente.
Recomiendo mucho este libro si te gustó el primero, es una justa continuación de la historia, que no decrece en calidez como muchas segundas partes. ¿Por qué? Bueno, voy a intentar hablar un poco de ello:
El ojo del Golem vendría a ser el denominado, «libro de transición» que existe en toda trilogía —No voy a contar con El anillo de Salomón porque es un spin-off y no influye directamente en la historia general de los otros tres libros—, el segundo libro que conecta el primero con el tercero. Sin embargo no llega a encajar del todo en esa categoría. En sí mismo cuenta una historia con un inicio, un nudo y un desenlace propios y no se limita a continuar hechos acontecidos en el primer libro para encauzarlo al desenlace del tercero.
La saga de Bartimeo se diferencia de muchas otras trilogías fantástico-juveniles debido a esa estructura. Cada libro es una historia que está contando otra más grande e importante a su vez. Por eso cada uno funciona bien de forma independiente y al mismo tiempo completa el Todo que representa la saga. Es por eso también que no es un libro más flojo que el primero o el último.
La historia nos presenta, primero, un avance en el mundo de los hechiceros de Londres y en el mundo interno de Nathaniel. Han pasado dos años y el aprendiz tiene una nueva maestra que sabe educarlo acorde a sus aptitudes e inteligencia; se construye la realidad cotidiana en el Ministerio, los vínculos que existen entre el protagonista, el Primer Ministro y otros hechiceros, su relación con los demonios que distan mucho de parecerse a Bartimeo...
En resumidas cuentas, el inicio de El ojo del Golem marca un contraste para con el primer libro muy claro. Las cosas no son tan sencillas ni tan lentas y enseguida se presenta el primer conflicto: Algo mágico no identificado está campando a sus anchas por Londres, destruyendo importantes infraestructuras para los hechiceros y sembrando el caos y el terror entre estos y los plebeyos. Eso provoca la inseguridad en el gabinete del Primer Ministro y los conflictos menores de la historia entre los personajes.
Ante la crisis y la desesperación por arreglar un problema que le han encargado a mala conciencia, Nathaniel invoca a Bartimeo y llega a un acuerdo con él: El joven hechicero mantendrá al genio lejos de la guerra de Independencia colonial que se está librando en Estados Unidos (Lástima que no hubiera ningún frente narrativo de eso, los paralelismos hechos para con nuestra realidad me encantan) [L: Esto es una mentira como una casa, lo que pasa es que le chifla EEUU en cualquier contexto] y Bartimeo le prestará su ayuda por tiempo definido a cambio de no revelar su nombre. Después lo devolverá al Otro Lado y no volverán a verse nunca más, con las anteriores cláusulas del acuerdo vistas en el primer libro.
De forma paralela se narra el punto de vista de Kitty, la chica plebeya que aparece fugazmente en el primer libro. Con ella también se nos presenta y construye el mundo cotidiano de los plebeyos y se nos hace ver la otra cara de la moneda. Por supuesto, se averigua por fin qué es la Resistencia, quiénes la forman, qué quieren conseguir y cómo funciona. Se habla del proceso de asimilación mágica en todos los Imperios de hechiceros... Me gusta especialmente esta parte porque arroja mucha luz sobre el tema, el lector ya no da palos de ciego con el grupo y hace la historia mucho más realista y no tan blanco y negro, porque te das cuenta de que tanto la Resistencia, como los hechiceros, no son «buenas» opciones y que el sistema mágico de servidumbre se va a caer de un momento a otro.
Como no quiero soltar spoilers gordos no voy a comentar mucho de las respectivas tramas importantes y sus subtramas, pero sí voy a decir que el modo que tienen de hilarse y encontrarse hacia el final, para dar paso a la resolución de conflictos es bastante bueno. Cuando uno parece estar agotándose y no dar más de sí, el otro estalla de pronto y se necesita del primer conflicto para contrarrestar al segundo. Se resuelven las pequeñas subtramas de forma fluida y natural sin quedar forzado y farragoso y sin saberlo abre frente para el tercer libro, como te explican en dicho volumen hacia el final.
Un punto interesante es la presencia o más bien mención del romance como elemento natural de la vida cotidiana. Muchas trilogías juveniles se apoyan en la relación romántica que pueda haber entre el/la protagonista y otro o más personajes. En casi todas ellas el personaje principal es introducido en su viaje del héroe y de paso se enamora y suceden cosas en torno a esa relación, en mayor o menor grado. Esto es contraproducente para libros que se suponen son fantásticos y narran una aventura porque muchos de los que leen este tipo de libros no busca esquemas de narrativa romántica y es muchas veces lo que se encuentran. El núcleo de una historia fantástica juvenil, sin estar catalogada como romántica, no debería ser la problemática de esa relación con respecto a la aventura, sino un accesorio que acompañase y diera riqueza a la historia.
Eso es lo que hace esta saga en general y este libro particular. En la historia, tanto Nathaniel como Bartimeo y Kitty tienen intereses amorosos más o menos interpretables, que no entorpecen el desarrollo de la historia y la aventura, ni son motivo de embarrado para los propios personajes.
En el caso de Nathaniel, se nos comenta que es él quien anda enamoriscado de una chica, una hechicera un poco mayor que él, y que dicha chica no parece tener interés en él más que la manipulación política. De vez en cuando se juega con eso, pero sólo si hace avanzar algo para la trama. El romance es mínimo o casi inexistente.
Con Bartimeo y Queezle, la genio amiga de Bartimeo, pasa lo mismo. Se insinúa que existe una afinidad que podría haber desembocado en algo más que amistad, aunque no de tiempo a que eso pase, incluso aunque el autor nunca lo hubiera desarrollado.
Kitty y su amigo Jakob es un caso más suave, porque en él hay muy poco que interpretar que sea romántico, por no decir nada. Son amigos de la infancia separados por un trauma infantil que encerró a Jakob en su casa y endureció y encaminó el corazón de Kitty a formar parte de la Resistencia más tarde. Jakob es un motor amistoso, el último reducto de sentido común que le queda a Kitty dentro de la vorágine del odio y el rencor, que sin llegar a ser interés romántico consigue un efecto real y creíble: El personaje principal del dúo, por medio de lo que afecta al personaje secundario, abre los ojos y cambia con la resolución del conflicto.
Con todo esto quería decir que no hace falta que se incida —si no el libro no es de género romántico, obviamente— en la relación amorosa de un personaje para que esta resulte interesante, porque eso sólo hace que se resalte por encima de todo lo demás y parezca un unicornio subido a un escenario [L: O una dragona escribiendo reseñas]. Lo interesante es que forme parte de la vida cotidiana, que sea algo común, corriente, algo que se puede tocar de verdad y parezca cercano. Para leer conflictos amorosos con envoltura de aventura ya hay muchas novelas rosas a tal efecto.
En algo que se agradece al autor, que por lo menos en este libro no le diera la importancia que le dan las autoras femeninas a las relaciones románticas en sus novelas de aventuras juveniles. Aquí no necesitamos triángulos amorosos entre Nathaniel, Kitty y Farrar, lo más importante es la evolución de la relación entre Nathaniel y Bartimeo.
Eso me da pie a hablar también un poquito de los personajes, al menos en contraposición al primer libro.
La evolución de los dos principales es notable, sobre todo la de Nathaniel, que es quien más ha cambiado por sí mismo a lo largo de los dos años del salto. Es mucho más maduro que al principio, pero no por ello menos inocente. [L: ¡Sigue siendo mono!] Sigue conservando ideas sobre el trato a los demonios que en ocasiones importantes le acarrean problemas. Continua creyendo que existe el honor del hechicero y procura ejercerlo, cuando a su alrededor todos los demás son sabandijas que venderían el cuello de otro por salvar el propio, un paralelismo muy bueno de la política real.
Se nota muchísimo esa diferencia en el trato a Bartimeo, al que defiende en bastantes ocasiones de comentarios maliciosos, a pesar de que luego le regañe por muchas cosas [R: ¡Y Bartimeo no es capaz de apreciarlo! Desagradecido…]. Lo importante es ese matiz: sólo le regaña cuando podría castigarle de peores formas que eso, como demostró en El amuleto de Samarkanda. En El ojo del Golem, Nathaniel no quiere ni necesita amenazar de la misma forma a Bartimeo para que cumpla sus órdenes. Nathaniel ha cambiado, pero no tanto como para ser sólo John Mandrake. Dentro de él sigue habitando una pizca del niño que fue y su mayor exposición de este hecho es el vínculo que mantiene con el genio, último reducto de su antigua vida, y que defiende de amenazas externas.
Esto es una interpretación puramente personal, pero es un buen símbolo de la reticencia a abandonar la infancia, como cuando te niegas a tirar tu juguete preferido por haber pasado tantos buenos ratos con él.
[R: sí, Nath. Tú sigue pensándolo. Todos sabemos la verdad]
Bartimeo en sí no parece haber cambiado, sigue siendo él, en esencia, un genio sarcástico, peculiar y particular anclado en sus grandes glorias del pasado y su reputación. Su forma de ser no es tan fluida ni voluble como la de Nathaniel o la de Kitty, quizá porque no es humano y el autor pensó en hacer notar esa diferencia. Sin embargo sí que se aprecia un cambio notable en relación a su amo. A pesar de que sigue mostrando reticencias como cualquier espíritu a obedecer el contrato, no pone las mismas trabas ni piensa las mismas trampas que en el primer libro.
En consecuencia no es necesario que Nathaniel le amenace tanto y eso repercute en la visión del genio para con el hechicero. La relación entre ellos a lo largo del libro es más adulta, más asentada en la seguridad de saber que han pasado por muchas cosas juntos y saben que pueden confiar el uno en el otro a pesar de «odiarse» por costumbre social. No es sólo Bartimeo cuidando de Nathaniel por interés propio, sino más bien Bartimeo cumpliendo con las directrices de Nathaniel casi de buen grado y Nathaniel procurando que Bartimeo no sufra daños a pesar de sus obligaciones.
El culmen de esta relación tiene su máximo exponente en el hecho de que Nathaniel, a pesar de que su carrera pendía de un hilo, de que necesitaba la información que pudiera haber conseguido el genio, decidió liberarlo para salvar su vida en lugar de obtener lo que necesitaba de él para luego desecharlo, y en consecuencia, matarlo. Bartimeo es, sin duda, el que más intenta no dejarse llevar por la creciente amistad real que se desarrolla entre ellos, ya que incluso después de que Nathaniel le salvara, le culpa de haberle hecho llegar a ese estado y provoca un retroceso en el vínculo. El libro entero se basa en ese tira y afloja, que cada vez más se va acercando, paso a paso, a un símil de lo que fue Ptolomeo para Bartimeo.
De Kitty no puedo hablar al mismo nivel ya que nos es presentada y medio desarrollada en este libro, de modo que no voy a hacer comparaciones con nada.
Kitty abre un frente nuevo, un punto de vista diferente al de los espíritus y los hechiceros. Es una plebeya criada en un barrio pobre, de corte inmigrante, supeditada a las normas del Gobierno y a la injusticia del sistema. A lo largo de su desarrollo en el presente se construye la evolución para con su pasado que también se nos narra por medio de flashbacks bastante bien insertados. Kitty, que en esencia es una chica normal y corriente, es influenciada por su infancia y varios hechos puntuales más fuertes que provocan su paso al carácter rebelde y la unión a la Resistencia.
Ella es independiente, leal, curiosa e inteligente. Es capaz de ver los fallos a los planes de la Resistencia y la corrupción de su jefe, que le lleva a convertir al grupo en un buitre saqueador de tumbas en lugar de mantener un conjunto noble que sirva a los plebeyos. Con ella se ve la desesperación de saber que no se puede llegar a ninguna parte peleando contra el sistema de la forma en que lo hacen y que necesitan cambiar.
Kitty es lo suficientemente fuerte para saber cuando debe rendirse y huir, y es por ello que sobrevive. Es esa, quizá, su mayor característica, tener la fuerza de carácter suficiente para sobrevivir por sí misma, sin atarse al final a nada. Es leal, pero no temeraria ni estúpida.
No voy a hablar mucho de la relación de Kitty con Bartimeo porque eso se tratará muchísimo mejor en la siguiente reseña, pero sí voy a decir que para el canon establecido, me pareció un poco extraño y forzado que se llevaran más o menos bien a la primera de cambio, sólo porque ella no es hechicera. Comprendo que el odio y la desconfianza de los espíritus se encauce más hacia los hechiceros que los esclavizan que a los humanos en general, pero se ha dejado bien claro que los humanos temen y odian a los espíritus, ya que obedecen a los hechiceros y estos son las causas de todos sus males. Entiendo que Kitty en concreto no sienta tanta aprensión a enfrentarse a un genio debido a sus poderes, pero esa curiosidad y casi confianza ciegas es un patinazo en su carácter frío y desconfiado establecido. En mi opinión no está bien hecho y es lo que da pie a los errores del tercer libro.
Los antagonistas... En este segundo libro no hay antagonista claro, con un nombre definido, señalado, como en El amuleto de Samarkanda, ni siquiera en la trama de Nathaniel y Bartimeo. Al menos no hasta el final. Lo que caracteriza su trama en concreto es la sensación de que todos pueden ser sus enemigos. Tenemos al golem, claro, y a su misterioso amo, pero realmente todos ponen zancadillas al progreso de Nathaniel y Bartimeo en mayor o menor grado. Ni la criatura ni el ejecutor del conflicto son demasiado carismáticos y se da a entender que son títeres para un plan mayor, más complejo que simplemente causar el caos.
Los antagonistas de la línea de Kitty son obviamente los hechiceros, como ese antagonista lejano e inalcanzable que muchas veces tiene una historia. Derrocarlos es el objetivo del grupo y sus propios miembros son quienes ponen los obstáculos, de una forma quizá no tan directa como este tipo de historias tiene. Sin embargo luego obtienen un antagonista más directo: Honorio. Y no lo consideraría realmente antagonista de Kitty ya que Honorio es un daño colateral de las acciones de la Resistencia. No obstante, él sí que es carismático, al menos más que el controlador del golem y para lo poco que podemos leerle, ameniza la persecución y posteriores peleas contra Bartimeo.
Y el lore es hermoso. [L: Punto y final]
LO MEJOR de El ojo del Golem es sin duda Bartimeo y la parte cumbre de su relación con Nathaniel en este libro concreto. El conflicto final con Honorio y las rascaduras que se le hace a la locura que puede distorsionar el punto de vista de un espíritu. El asentamiento de futuros puntos de referencia para el final de la trilogía.
LO PEOR... el inicio de relación de Kitty y Bartimeo, no tan fresco como ellos dicen que es. El lento desarrollo de la trama-thriller de Nathaniel hasta Praga.
(Cada imagen pertenece a su respectivo dueño)
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