Título: Regimiento Monstruoso.
Autor: (Sir) Terry Pratchett.
Sinopsis: Regido por una duquesa a quien nadie ha visto en décadas y por los rígidos preceptos del dios Nuggan, para quien todo es una Abominación (los estados vecinos son una Abominación, que las mujeres sepan escribir es una Abominación, como también lo son el ajo, los pelirrojos o el color azul celeste), Borogravia está en guerra desde tiempos inmemoriales. Aprovechando que apenas quedan jóvenes que reclutar Polly decide alistarse para buscar a su hermano Paul, desaparecido en combate. Para ello cometerá una Abominación blasfema: disfrazarse de hombre.
Cortarse el pelo y llevar pantalones será fácil. Dominar el arte de escupir, eructar, soltar tacos y andar con cierta chulería requerirá algo más de tiempo y un par de… calcetines.
Pronto, Polly y los otros reclutas se verán, sin apenas entrenamiento, en territorio enemigo. Suerte que cuentan con el sargento más artero de todo el ejército, un vampiro adicto a la cafeína y todas las artimañas del Regimiento Monstruoso…
Editorial: Debolsillo.
Número de páginas: 401
Esta ha sido mi primera vez con Terry Pratchett. Me habían recomendado en numerosas ocasiones la saga de Mundodisco y aunque me dieron opiniones encontradas sobre empezar desde el principio o elegir un libro independiente, me decanté por la segunda opción. Y ahora mismo no me arrepiento, pero eso podría cambiar si continúo con más cosas de Mundodisco. No lo sé.
Quería dejar esto claro clarinete por si alguien se encontrara en la misma situación y para señalar que la siguiente reseña está hecha desde esa perspectiva. Hasta ahora, de Mundodisco sabía poco más que la razón del nombre y algo sobre unos elefantes. Tras Regimiento Monstruoso, no he ampliado demasiado mis conocimientos, pero eso no me ha supuesto ningún inconveniente para disfrutarlo.
Y como creo que ya me estoy adelantando, dentro música:
Olvidaos de todas esas patrañas sobre un mundo con forma de disco (¡qué locura!). Regimiento Monstruoso cuenta la historia de Borogravia, un país en guerra con todos sus vecinos desde hace varios años (con uno en particular durante los últimos), debido a que… Vale, aquí empieza lo bueno: nadie lo sabe exactamente, solo que hay una guerra. ¿Quién la empezó? Los otros, por supuesto. ¿Por qué luchamos? Por la duquesa, qué pregunta es esa. ¿Quién va ganando? ¡Nosotros, y deje de cuestionar tanto, soldado! ¿Y por qué huyen nuestros hombres si estamos ganando? Me cago en el chico preguntón este…
Esa es la tónica principal del libro, que se centra en las peripecias del último regimiento de reclutas, a los que deben mandar al frente sin instrucción… porque se va ganando la guerra, claro [R: y los humanos conquistaron el mundo. Todavía no entiendo cómo]. Como algunos de estos nuevos chicos pertenecen a otras razas (vampiros, trols, zombis, hombres lobo…) [G: ¿No hay dragones?], se acaba conociendo como el Regimiento Monstruoso.
La protagonista es Polly, que como dice la sinopsis, busca a su hermano. Se alista disfrazada de hombre, una completa Abominación para el dios Nuggan, cuya religión es la más seguida en Borogravia y quien tiene una extensa lista de prohibiciones para sus creyentes. Tengo que confesar que como principal impulsora de la historia me ha parecido muy floja, tiene momentos muy buenos, pero no deja de ser una chica normal. Que como tal, no es malo, ya que eso no quita que sea un personaje muy bien construido; sino que, en lo personal, no ha conseguido destacar más allá de su historia. Puesto que no es una aburrida primera persona, se le puede perdonar.
En cuanto a la historia, comentaré brevemente que suena muy cliché, pero os puedo asegurar que Pratchett le da un completo giro de tuerca. Desde luego, me he encontrado con una grata sorpresa al comprobar que no se cumplían ninguna de mis expectativas.
El resto de personajes están también muy bien construidos, y hay alguno que me ha gustado más que Polly. Son muchos, pero cada uno destaca y sirve para algo, por lo que me costará olvidarlos [R: eso dice ahora]. Si algo he de recriminarle a Pratchett es que no da facilidades al principio para diferenciarlos, sino que se presentan como una piña que después va diversificando. Además, en algún momento pensó que sería buena idea ponerles motes a algunos. Pues no, señor mío, no lo fue. A más de uno se le llega a llamar de tres formas diferentes, según el momento o la persona que lo nombra, ¡como para recordarlos todos!
Me ha encantado cómo está hilada la trama. Aquí no hay casualidades que luego son favorables o escenas de relleno para darles más cámara a personajes que no lo necesitan. Cada personaje es consciente de su rol y de sus objetivos, y a través de todos esos factores se construye la historia. La narración de Pratchett se hace amena y he de confesar que en algunas partes me ha enamorado. Tiene un tono humorístico, del que había oído hablar, que no fuerza la comedia con chistes o puyas, sino que, con los elementos de los que dispone, forma esas escenas que representadas se vuelven motivo de risa para alguien que lo mira desde el exterior.
Si algo hay que reprocharle es que fuerza el cierre para dar un final definitivo a los muchos problemas que tiene Borogravia. En mi opinión, está muy mal llevado y tendría que haberlo pulido más, pero el resto es lo suficiente bueno como para que se le deje pasar. Además, lo compensa cerrando perfectamente la historia de cada personaje.
Por último, me gustaría hablaros sobre los temas que se tratan en el libro. Son muchos y muy diversos, pero ninguno en profundidad, solo lo justo y necesario para que al cerrar el tomo puedas sacar tus propias conclusiones, reflexionar sobre ello o formarte tus ideas. Además, tiene en todo momento una perspectiva muy neutra. Con esto no quiero decir que esté enseñando lo que está bien y lo que está mal, como se acostumbra mucho a hacer, sino que se expone tal y como es. Lo demás corre a cargo del lector.
Ahora, dentro spoilers:
El juego de Pratchett me ha parecido muy divertido, pero a partir de la cuarta chica descubierta en el regimiento se pueden intuir sus cartas. Solo consiguió engañarme con el sargento Jackrum, por culpa de esta escena:
«Su casaca roja, que sería una tienda de campaña para hombres de menor talla, estaba echada con cuidado encima de un matorral. El sargento estaba sentado en una roca, sin camisa y con los enormes tirantes colgando, de manera que lo único que salvaba al mundo de ver los pechos desnudos del hombre era una camiseta de lana amarillenta. Por alguna razón, sin embargo, no se había quitado el chacó».
Esto es tan bueno que tiene que haber sido hecho aposta. ¿Tiene o no tiene Jackrum algo puesto? ¿Se le ven pectorales o pechos? ¿Cómo no se daría cuenta Polly de ser lo segundo?
Que todo el regimiento de reclutas estuviera formado por chicas me ha parecido una forma muy ingeniosa de burlarse del cliché que prolifera sobre disfrazar a una mujer de hombre, como si fuera algo que no se hubiera hecho nunca (para los que os habéis criado con Mulán, mortales). Sin embargo, no he acabado muy convencida con la forma en la que ha tratado la farsa. Se centra demasiado en que los hombres son más groseros, aunque sea de guasa. Eso sí, las bromas recurrentes sobre feminidad y calcetines son geniales.
No podía faltar la escena en la que las chicas se disfrazaban de chicas. |
Otra cosa que no me ha terminado de gustar es la resolución final, como he mencionado antes de pasada. En el consejo de guerra que les hacen a las chicas, se desvela el pastel de que un tercio del Alto Mando del ejército son mujeres disfrazadas. Y estas mismas mujeres, hasta que Jackrum no las desenmascara, no muestran ni un ápice de compasión por el regimiento femenino, como si no fuera con ellas, a pesar de que están en su misma situación. Perdón, en una situación mejor, ya que no han sido descubiertas por los demás, han ascendido en la jerarquía militar por sus méritos y creen que son únicas. Y cuando se les presenta un grupo que son como ellas, intentan mandarlas a tomar viento fresco. Pues… no me lo creo. Es una de las pocas quejas que tengo de este aspecto, porque el autor ha tratado fantásticamente el tema sobre la inferioridad de la mujer en la sociedad del dios Nuggan, sin caer en los clichés clásicos, salvo en esta parte.
Y tras esta escena, llega el «esperado» Deus ex Machina. Tal y como todo el mundo sabe, la duquesa está muerta… ¡y habla a través de Pirao! Sin comentarios. Es el único recurso que le quedaba al autor para sacar del apuro a Polly [G: Cada vez que leo el nombre pienso en un pollo] y las demás, y de paso finalizar la guerra. A pesar de que las apariciones de la duquesa son recurrentes durante el libro, eso no sirve para justificarlo porque desde la perspectiva de lector se tiene muy claro que Pirao no está pirada, sino que realmente habla con la duquesa. Son los personajes quienes desde su visión necesitan muchas más pruebas para convencerse. El hecho de que no se dé una explicación para que ella fuera la elegida lo reafirma. Por lo tanto, sigue siendo algo muy cogido por los pelos para resolverlo todo de forma bonita y feliz.
¿Qué? |
Además, el camino hasta este final ha repercutido en que el personaje de Pirao no ha ido más allá del de una devota religiosa, a la que todos le tenían pena. No digo que hubiese sido mejor que fuera una loca, pero a mí sí me ha dolido que con todas las buenas escenas que tenía sobre la duquesa, se tuviera que conformar con un final en el que todos le dan simplemente la razón.
Por otro lado, quiero retomar al personaje de Polly. Me ha parecido suficiente justificada su integración en la historia y su búsqueda de Paul, tanto por motivos fraternales como egoístas. Y con todo lo que ocurría, no podía menos interesarme ese hermano bobo que se había alistado porque le habían dicho que lo hiciera (Polly misma le describía con una mentalidad muy infantil). Había otros muchos personajes por los que tener cariño. Hasta que ocurre el reencuentro y salta la que se convirtió en mi escena favorita:
«Polly entró con el corazón desbocado y allí estaba Paul. Y también había un águila ratonera en una percha situada junto a la ventana abierta. Y en la pared, donde Paul estaba trabajando tan intensamente que le asomaba la lengua por la comisura de la boca y ni siquiera se había dado cuenta de que se había abierto la puerta, había otra águila, volando en el corazón del alba.
Ahora mismo, Polly podría perdonar cualquier cosa a Ankh-Morpork. Alguien le había encontrado a Paul una caja de tizas de colores».
Puede que no lo captéis si no habéis leído el libro, pero para mí ha sido la escena cumbre. Es tan simple que sorprende todo lo que hay metido en ella, todo el significado que se le ha conseguido dar con tan pocas palabras. Le da una razón al camino que ha recorrido Polly hasta Paul. Ay, a lo mejor es que me hago vieja y me emociono con cualquier cosita linda.
Claro, y así estoy, reflexionando sobre la última parte del libro. Me emocioné mucho cuando lo terminé y me di cuenta de que los últimos tres nombres (del bebé y las dos nuevas reclutas) son Jack, Mary y Rosemary, porque soy muy fan de la historia de piratas entorno a Jack Rackham, Mary Read y Anne Bonny (estas dos últimas se disfrazaron de hombres para servir en el barco del primero, por lo que la referencia encajaría en este libro) [G: Luego la fanática soy yo]. Ay de mí, debo de haber «respirado» mucho polvo de hada otra vez [R: miradla, ni siquiera se molesta en ocultarlo]. Aunque sería bonito, el nombre de Rosemary no encaja en ese triángulo, así que todo puede ser una linda y triste coincidencia.
Y podría seguir hablando de algunas de sus maravillas y algunos de sus gazapazos, pero creo que hasta aquí está bien. A mí me fue bien leerlo sin saber nada. Espero que a vosotros también, si le dais una oportunidad.
Lo mejor:
-El estilo pulido y cómico de Prattchet.
-La profundidad y participación de cada personaje.
Lo peor:
-El final precipitado y la resolución simple del conflicto en Borogravia.
(Cada imagen pertenece a su respectivo dueño)
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