Recordatorio

No somos profesionales, simplemente nos gusta leer y tenemos tiempo libre, así que a veces cometemos errores.

lunes, 6 de febrero de 2017

Análisis: Agencia Lockwood (II). El espejo perdido, Jonathan Stroud

Título: Agencia Lockwood (II). El espejo perdido.
Autor: Jonathan Stroud
Sinopsis: Hace seis meses Anthony, Lucy y George lograron sobrevivir a la casa encantada más aterradora de Inglaterra, pero la Agencia Lockwood aún tiene mucho trabajo por delante: los fantasmas y los sucesos misteriosos nunca se acaban. Además, siguen compitiendo contra los agentes de Fittes, que no deja de entrometerse en sus casos.
En esta ocasión, la Agencia es elegida para investigar la tumba de Edmund Bickerstaff, un siniestro doctor que en vida intentó comunicarse con el Más Allá. Una vez allí, todo va mal: un fantasma es liberado, una peligrosa reliquia desaparece del ataúd y, por si fueran pocos problemas, los tres agentes tienen que lidiar con una calavera parlante…
Editorial: Montena
Número de páginas: 489

«Tienes que leerlo» insiste Rick Riordan.

Querido Riordan, basta de mentiras. ¡No me obligues a lavarte la boca con jabón! Atte. Lyra.

Si leíste mi primera reseña sobre la Agencia Lockwood, sabrás que de antemano que no recomiendo este segundo libro. Y en esta reseña seguiré manteniendo esa postura. Sin embargo, me parece que empezar una trilogía y quedarse en el primer libro no es algo fácil. Después de leer Los Visitantes seguramente tendrás curiosidad por la continuación y nada de lo que yo te diga podrá quitarte ese gusanillo. De ser este tu caso, a pesar de la habitual parte sin spoilers, mi recomendación es que no leas nada a partir de aquí. Primero júzgalo tú mismo/a y luego vuelve a verme llorar [R: Lyra es tan buena que nos quita visitas].

¿Todo claro? Empecemos.

La historia nos sitúa varios meses después del final del primer libro y continúa en la misma línea. El espejo perdido narra un episodio particular de la Agencia Lockwood, a su vez relacionado con una trama global que se prepara para el último volumen, como nos viene acostumbrando Stroud. El argumento está muy bien contado, es muy coherente consigo mismo y tiene un final cerrado que no deja demasiados cabos sueltos.

El único problema de la historia, refiriéndome a la que inicia y termina en este libro, es que sigue un esquema muy parecido a la del anterior. Funciona, pero tiene un grave fallo, y es que la convierte en predecible. Stroud juega con el misterio y este campo es muy complicado cuando se reiteran los mismos patrones: una historia fragmentada, una falta de comunicación entre quienes saben más, un villano escondido, un sospechoso que todo lector avispado descarta enseguida, etc. Este defecto no lo hace menos disfrutable, pero personalmente si me queda medio tomo para acabar y ya he pillado todos los trucos del autor (villano incluido), siento que le he ganado la batalla y cuando leo misterio me gusta mucho más perderla [R: en cambio si leéis Umineko es difícil que ganéis hasta el final. Y son ocho novelas].

En otro orden de cosas, la primera parte ya tenía bastantes elementos infantilizados. Ahora me atrevería a decir que Stroud intenta infantilizarlo todavía más, lo cual se vuelve bastante ridículo porque la historia sigue hablando sobre fantasmas, el miedo al Otro Lado y la obsesión del conocimiento humano. Por supuesto, ninguno de estos temas está reflexionado, sino que aparecen de forma superficial sin tener efecto en los personajes.

La narración cae en uno de los recursos que más odiaba de Harry Potter 2, 3 y 4: contarte un resumen del libro anterior. Creo que, como todos, en el pasado me ha ocurrido bastantes veces que compraba la continuación de un libro sin tener prácticamente conocimiento del primero (por ejemplo, leí antes HP2 que HP1). Hay libros que aún así disfruté y otros que ni pude acabar de lo poco que entendía. Así que, ¿es malo que un autor encuentre un hueco durante la historia para explicar un poco qué ha pasado anteriormente? Este sería un tema interesante de debate por los posibles puntos de vista que puedan chocar. En mi opinión, sí que es malo. Es un recurso demasiado cómodo. Una vez empezada la historia y planeados cuántos volúmenes la contendrán, es responsabilidad del autor saber dónde está el límite de lo que debe repetir y cómo tiene que hacerlo. La verdadera maestría radica en camuflar esas explicaciones para dar un contexto a todo el mundo por igual y, al mismo tiempo, no parar la historia para dedicar una página a un resumen que muchos no necesitan.


Por otro lado, Stroud lleva este recurso más allá y lo que anteriormente mostraba en Los Visitantes, ahora lo explica. ¿Qué es una Fuente? ¿Cómo se combate a los fantasmas? ¿Cómo funcionan las Agencias? El primer libro se iniciaba con un trabajo encargado a Lockwood y Lucy, donde se narraba paso por paso cómo iban afrontando el caso. A Lucy no le hacía falta emplear su primera persona para dar una descripción de cada término del mundo, porque lo estaba aplicando en su acción. Después se nos aproximaba al contexto a través de su pasado. Y por último, George se enfadaba con ellos por no haber esperado los resultados de su investigación, cerrando de este modo el procedimiento que emplea el trío protagonista para trabajar, de un modo razonado y meticuloso.

Una maravillosa forma de acercar al lector, de interesarle por el mundo y tratarle con inteligencia. El público objetivo de Stroud debe de haber decrecido un poco para que ahora Lucy no se calle y te explique con pelos y señales cada concepto que sale. Incluyendo, por supuesto, los ya conocidos.

Siguiendo la misma tónica, los personajes son mucho más niños que antes. En sí no me parece mal, porque la historia gira en torno a cómo la Agencia Lockwood, que son poco más que adolescentes, trata de sobrevivir en un mundo de adultos. Y esto, más que madurarlos a pasos agigantados, tiene que reflejar que parten desde una posición mucho más inocente. Por otro lado, habría preferido que esta faceta suya se explotara más en el primer libro para que en este tuvieran un desarrollo mucho más pronunciado. Ahora ninguno de los personajes avanza, se han quedado estancados porque nadie les frena y, pese a los errores que cometen, al final las cosas siempre salen bien.

También creo que Stroud los estereotipa mucho más. Mientras que en la primera parte eran un equipo con sus discrepancias, ahora la propia narración de Lucy pone las cartas sobre la mesa. Lockwood y George son dos extremos, con ella en el medio, que se posiciona según la necesidad de la historia. La elección de estas personalidades no está mal en su base, pero sí en su desarrollo. Porque, como suele ocurrir, la historia y en última instancia el propio autor, acaba dándole la razón a uno de los lados. Este caso no me parece especialmente grave (como sí pasa en Neimhaim), aunque hay un claro ganador.

Y siguiendo con estereotipos, se introduce un equipo rival directo de la Agencia Lockwood, Slytherin de nacimiento. ¿Hace falta decir algo más?

Antes lo he mencionado por encima, pero la mayoría de los temas del libro tienen que ver con la muerte y nuestro miedo natural a ella. La verdad es que por muy interesante que sea el núcleo, no pensaría en El espejo perdido como un libro que lo refleje en su argumento o en sus personajes. Todo gira directa o indirectamente en torno a esto, pero la principal razón se debe al Problema. El mundo de la Agencia Lockwood está aterrado por los fantasmas debido a que causan la muerte, no porque sean una representación del fin de la vida. Siento que con esta perspectiva se está desaprovechando el principal atractivo, aunque también creo que dependerá de qué le interesa a cada persona.

En definitiva, leed la Trilogía de Bartimeo porque yo me quedo aquí en esta saga. A menos de que Rika o Green me lo regalen por mi cumpleaños [R: solo si me lo regalan a mí también, como me pasó con este].




Ahora es cuando viene el destripe. Me refiero al destripe de todo lo malo que hay en el libro, porque me parece que me he pasado de indulgente en la parte pre-spoilers por querer ser objetiva. Aquí se acaba eso. Viva la subjetividad, el hate y los lloriqueos.

Me siento traicionada por Stroud. Disfruté muchísimo la Trilogía de Bartimeo y Los Visitantes, así que le pedí prestado a Rika El espejo perdido para continuarlo. De hecho, ella ni siquiera se lo ha leído aún, la pobre.

La historia sobre el espejo, el misterio y la resolución del mismo están acordes a su estilo (más allá de lo predecible) y no tienen ningún problema en mi opinión. Todo lo demás va de mal en peor.

En primer lugar, el libro comienza presentando a la nueva cuadrilla rival de la Agencia Lockwood. Es una introducción que simple y llanamente no puedo tomarme en serio. Stroud copia y pega una de esas millones de escenas en las que el grupo protagonista (y bueno) queda eclipsado injustamente por el grupo antagonista (y malo, rematadamente malo, no hay NI UNA descripción buena sobre ellos), derivando de alguna forma improbable en una competición y una apuesta por descubrir cuál es el mejor.

La buena noticia es que se hace mención de vez en cuando a dicha competición, pero no se reitera obsesivamente. La mala es que existe. La escena por sí misma me parece absurda y forzada. Todos son conscientes de que los agentes de Fittes tienen mayor apoyo económico y respaldo de su empresa, mientras que la Agencia Lockwood son tres personas con menores recursos. Nos quieren intentar vender de que el esfuerzo personal y la cooperación del equipo son los que lograrán la victoria (tal y como se lo plantean). Es mentira. Si por demostrar habilidades fuera, el mismo caso que les levantan los agentes de Fittes ya tendría que ser suficiente.

Además, los agentes de Fittes no se limitan a tres personas, sino que añaden a un agente matón que interviene en el caso de la apuesta. Por si eso fuera poco, lo mandan también a vigilar a la Agencia Lockwood. ¿Cuatro contra tres y aún creéis en todo ese rollo de somos los mejores porque trabajamos más? Más me sorprende que en ningún momento se les acuse a estos de hacer trampas.

En segundo lugar, ya que sacamos a colación al agente matón de Fittes (ni voy a buscar su nombre), hablemos de nuestros queridos protagonistas. Los buenos. Los hipócritas. En un determinado momento, salvan a un vigilante nocturno (un niño más pequeño que ellos) de este matón, quien le está pegando para interrogarle porque parece que sabe algunas cosas. El trío protagonista le increpa y el matón deja en paz al chico. Luego, proceden a interrogarle y a prometerle que no le van a pegar. Y es verdad, no le pegan. En su lugar, al ver que el niño se está guardando cosas y es muy borde (miradle, se lo merece), le alzan al vuelo y le amenazan con encerrarle en un ataúd hasta que desembuche. Terriblemente asustado, recordad que en esta historia los fantasmas son más que pesadillas, les cuenta todo lo que sabe y pasa a trabajar para ellos. ¿HOLA? [R: lol son peores que Harry y compañía...]

En tercer lugar, Lucy se convierte en el estereotipo de «mujer protagonista diferente, fuerte e independiente, que no se lleva bien con otras chicas». El elenco de la historia es mayoritariamente masculino (solo hay cinco mujeres de relevancia frente a once hombres). Lucy nunca se relaciona con ninguna otra chica, salvo para detestarla, como pasa con su homóloga del equipo rival* o con el contacto de Lockwood. Y a través de su narración, descubrimos una repugnante faceta misógina donde se dedica a describir y juzgar al resto de chicas secundarias. Porque ella es la especial, claro, la chica que hace un trabajo de chicos y que debe ser admirada por ello.

*Oh, me parece que esto no lo había dicho. ¿Recordáis ese enfrentamiento de tres contra tres (que en realidad es cuatro contra tres)? Sí, cada equipo cuenta con un miembro con el mismo don y responsabilidad que su homólogo. Adivinad, adivinad por qué digo esto. En efecto, aparte de los mismos roles, todos coinciden en género. En el otro equipo solo hay una chica, curiosamente igual que Lucy, con el don del oído más desarrollado. Porque el chico vs chico y chica vs chica es un clásico intocable.

Y nunca faltan las alabanzas y elogios hacia ella. Siempre que hace alguna aportación, desde Lockwood, Barnes e incluso Kipps, le dedican un breve reconocimiento. Esto no ocurre con ningún otro personaje. Hasta Kipps le propone unirse a la Agencia Fittes, lo cual no tiene sentido porque tendría que apoyar más a su empleada. En realidad Lucy no tiene nada fuera de lo común, dentro de sus dones paranormales, que son un poco mejores que la mayoría. Ni siquiera este aspecto se destaca demasiado porque todo le cae del cielo, poco consigue de su propia mano.

Esto nos lleva al cuarto lugar, el tarro. En este libro nos cuentan que el tarro lo consiguió George de la Agencia Fittes y descubren que es un fantasma Tipo Tres. Entonces, ¿a qué viene lo de creer que han descubierto algo increíble? Si tantos Tipo Tres tiene la Agencia Fittes, lo más lógico es pensar que están experimentando y que tienen otros agentes capaces de comunicarse con ellos. ¿Por qué creer que Lucy es la segunda en ser capaz de hablarles? Error 404.

Por otro lado, este personaje me gusta mucho más que ninguno de los otros introducidos. Sí, es desagradable, pero tiene inquietudes. Aún dentro de su tarro y aislado del mundo, esboza formas, caras y emite pensamientos que llevan a Lucy a descubrir que teme a la muerte y a la soledad más que ninguna otra persona. Es lo más parecido a un personaje adulto de esta novela. Los demás no cuentan.

Supongo que lo único que me falla, y la razón por la cual le dedico este punto, es que la casualidad de su implicación en la historia es exagerada. Resulta que fue un antiguo conocido del fantasma que creó el espejo, por lo cual posee y desvela toda la información que los protagonistas necesitan. Las coincidencias siempre existen y existirán en los libros, pero como digo, me parece muy extremo. De todos los tarros que pudo robar George hace años, ¡cogió el que algún día les salvaría la vida! ¡Vaya suerte!

En quinto lugar, la historia presenta una cierta faceta sobre la sociedad que convive con fantasmas algo interesante. Resulta que existen personas, sectarios tal y como los presentan, que adoran a los fantasmas y que les encanta coleccionar cosas sobre ellos. En realidad no sé qué pensar sobre esto. En nuestro mundo también existe cierto morbo por los asesinos y coleccionistas de objetos peligrosos. En sí mismo no me parece un problema su inclusión. Lo que le falta a Stroud es perspectiva. Los protagonistas rechazan radicalmente estas prácticas y ni se paran a pensar en las razones detrás de ellas. El mismo George podría haber sido un ejemplo de esto, con su obsesión con el tarro y con los fantasmas. Creo que un matiz filosófico o espiritual sobre el culto le habría venido muy bien a la narración.

En sexto lugar, volvamos a hablar del trío protagonista. Con esto cierro, lo prometo. Resulta que una de las máximas de la primera parte era conformar el equipo de la Agencia y elaborar una relación fuerte entre ellos. Creo que lo consiguieron y me gusta que Stroud remarque de vez en cuando que han vivido muchas más aventuras no narradas. El problema viene cuando, después de que Lockwood regañe tanto a Lucy por no contarles todo lo que sabe, vuelva a ocurrir bastante en este libro. Solo que en esta ocasión no se le reprocha tanto. De hecho, por si fuera poco, Lockwood y George se lo hacen a ella, cuando le obligan a comunicarse con el tarro en una casa encantada habiendo ella mostrado su rechazo anteriormente.

Pensándolo bien, puede que no sea tanto un aspecto negativo como una demostración de la complicada relación que han forjado. En sí no me gusta porque prefiero un equipo muy unido que esté determinado a resolver sus problemas. En cambio, lo que Stroud parece contar es que son un equipo casi de boquilla y que en realidad no confían tanto los unos en los otros.

Sobre el final, se cierra perfectamente de una manera coherente y perfecta. Personalmente creo que demasiado, aunque la solución a que George sobreviva pese a lo ridículo del asunto, me parece lo bastante divertida e ingeniosa para perdonarla. De nuevo, vuelve a sobrarle a Stroud que haga hablar a todos los personajes sobre sus experiencias para que no nos quede ningún hueco vacío y el malo de turno pueda explayarse sobre qué es lo que le rondaba por la cabeza.

He reservado lo mejor para la última sección de la reseña. Creo haber encontrado una pequeña parte de la historia que resume a la perfección todo lo que detesto de la misma. Allé vamos:

«[…] Había más hombres corpulentos entre la cuadrilla de obreros, además de varios niños asustados de la vigilancia nocturna, aferrados a sus bastones de vigilancia como si fueran edredones. También advertí que los acompañaba un grupo nutrido de chicas adolescentes, cuyos vestidos livianos y ligeros, delineador de ojos negro, pulseras gigantescas y pelo lacio y largo hasta la axila las delataban como Sensibles. Los Sensibles llevan a cabo tareas paranormales, pero se niegan a enfrentarse a los fantasmas por sus principios pacifistas. Por lo general, son más empalagosos que un pastel de merengue y más irritantes que una urticaria. No solemos llevarnos bien» (p.90)

A estas alturas deberían de estar revolviéndose vuestras tripas. Ya tenemos aquí una demostración sobre cómo Stroud cuenta de pe a pa todo lo que no sepas. En este caso los Sensibles no habían aparecido en Los Visitantes, pero ¿acaso importa? Muéstrame lo que quieren hacer y cállate, ya he entendido muy bien que son chicas a las que quieres que deteste.

Después de una pequeña pausa en la que intentan organizarse los congregados, continúa la escena:

«Con un tintineo de pulseras, las Sensibles con mayor pinta de etéreas y empalagosas dieron un paso al frente.
—¡Señor Saunders! ¡Miranda, Tricia y yo nos negamos a trabajar en ningún sector cercano a esa tumba hasta que haya sido neutralizada! Quiero dejarlo bien claro.
Se oyó un coro de aprobación. Algunos hombres lanzaron insultos mientras Saunders intentaba hacerse oír. La multitud avanzó de manera intimidatoria.
Lockwood levantó una mano en actitud amistosa.
—Hola a todo el mundo. —Les dirigió su sonrisa más radiante y los gritos se apagaron—. Soy Anthony Lockwood, de la Agencia Lockwood. Puede que hayan oído hablar de nosotros. ¿Combe Carey Hall? ¿La tumba de la señora Barret? Pues aquí nos tienen. Esta noche hemos venido a echarles una mano y estaría encantado de oír los contratiempos que hayan experimentado. Usted, señorita… —Dirigió su sonrisa hacia la Sensible—. Es evidente que ha vivido una experiencia terrible. ¿Le importaría hablarme de ella?
Típico de Lockwood. Amable, considerado, empático. Mi primer impulso habría sido girarle la cara de un bofetón y enviar a aquella quejica de vuelta a la noche de una patada en el trasero. Razón por la que él manda y no yo. Y también por la que no tengo amigas.
Como era de esperar, la chica abatió unas pestañas enormes y húmedas en su dirección» (p.91).

A continuación viene un diálogo entre las chicas por relatar toda la información que saben a Lockwood, a fin de captar su atención. Sinceramente me produce tanto asco que no tengo palabras. De nuevo, el autor nos muestra la diferencia entre Lucy, su protagonista fuerte e independiente, y el resto de chicas de la sociedad, que no son lo bastante buenas ni valientes ni nada. Se dedica a estereotiparlas como quejicas y coquetas que se arremolinan alrededor de Lockwood debido a que eso hacemos las mujeres. Pelear entre nosotras por la atención de un chico guapo.

¿Hemos olvidado que todos estos vigilantes nocturnos, Sensibles incluidos, son niños a los que obligan a trabajar para la seguridad de los adultos? Parece que Stroud sí.

No os puedo dejar así, con la miel en los labios, sin que podáis echar otro vistazo a la construcción del mundo de Stroud.

«A pesar de lo temprano que era, el lugar ya estaba lleno a rebosar, y no me hizo falta tener visión paranormal para saber que me encontraba ante la flor y nata de Londres. Hombres de rostros y peinados elegantes, que vestían esmóquines tan negros y lustrosos como pieles de pantera, conversaban con mujeres de ojos brillantes y porte seguro, todas ellas deslumbrantes y enjoyadas. Había leído en alguna parte que, desde el inicio del Problema, la moda femenina se había vuelto más colorida y atrevida, y allí desde luego se confirmaba. Muchas de las prendas que se exhibían podían dejarte ciega si las mirabas con demasiada atención. Y lo mismo podía decirse de los escotes pronunciados. Me fijé en que George se limpiaba las gafas con mayor frecuencia de la habitual» (p. 332-333).

Tiene sentido. Desde que apareció el Problema deben de haberse dedicado a destacar mucho más que las mujeres son objetos de buen ver, llamativos y que alegran la oscura noche, plagada de peligros y fantasmas olvidados. Con escote porque TETAS.

Me voy a vomitar [R: por una vez no te voy a decir que limpies. Toma un cubo. Yo también quiero vomitar pero por suerte no lo he leído]. La moraleja de hoy es que no se os suba nunca la fama a la cabeza. Stroud era un buen escritor, e incluso sin tener personajes femeninos que destacaran, nunca les había dado semejante golpe mortal. Por mucho que publiquéis, nunca estaréis exentos de caer en estos errores. Stroud es la prueba de ello.

LO MEJOR… el argumento.

LO PEOR… el desarrollo de los personajes, la misoginia implícita en la narradora y la infantilización de un tema que tendría que ser adulto.


Otras reseñas:
Cristales rotos
Mi vida en hoja de papel
Little Red
Flota con un libro
The Ivory Marble


(Todas las imágenes pertenecen a sus respectivos autores).

2 comentarios:

  1. Vaya, vaya, vaya. Me gustaron los de Rick y esto me habían llamado la atención porque parecían del mismo estilo, pero veo que lo mejor va a ser que no me acerque ni con un palo. Además, está lo que comentas de que está muy infantilizado, y por ahí sí que no paso.

    ¡Fantástico análisis!^^

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    Respuestas
    1. A mí Percy Jackson me gustó dentro de lo que cabe, aunque haya por aquí quien no lo soporte xD En cualquier caso, esta trilogía me ha decepcionado en el segundo libro, por lo que no puedo opinar de si el tercero lo arregla. Mi consejo es que si estás buscando algo similar le eches un ojo a la Trilogía de Bartimeo de este mismo autor, que sí he leído y puedo recomendar aunque puede que la temática no llame tanto.

      ¡Gracias por pasarte y comentar!
      Atte. Lyra.

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