Recordatorio

No somos profesionales, simplemente nos gusta leer y tenemos tiempo libre, así que a veces cometemos errores.

martes, 10 de diciembre de 2019

Reseña: Cisnes salvajes de Jung Chang



¡Bienvenidos a la Mazmorra! Rika al habla~.  Cisnes salvajes ha sido mi lectura favorita de octubre. Se trata de la biografía de tres mujeres a lo largo del siglo XX en China, donde Jung Chang narra con exquisito detalle las vidas de su abuela y su madre a partir de grabaciones y conversaciones que sostuvo con la última. El libro comienza con el nacimiento de su abuela, y una explícita escena de cómo le destrozaron los pies a los dos años [R: y yo que hasta entonces creía que se solía hacer sobre los cuatro o los cinco, ay] para deformárselos y volverlos atractivos a los ojos de los hombres de la época. Es un inicio devastador, pero básico para el mensaje que doña Chang quiere dar acerca de su vida y la de sus seres queridos. Sirve para ver la vida de esa mitad de la población generalmente borrada de la Historia, y demostrar que, a lo largo de un siglo, los cambios fueron importantes, pero no suficientes.

Título: Cisnes salvajes
Autor: Jung Chang.
Sinopsis: Una abuela, una madre, una hija. A lo largo de esta saga, tan verídica como espeluznante, tres mujeres luchan por sobrevivir en una China sometida a guerras, invasiones y revoluciones. La abuela de la autora nació en 1909, época en la que China era aún una sociedad feudal. Sus pies permanecieron vendados desde niña, y a los quince años de edad se convirtió en concubina de uno de los numerosos señores de la guerra.
Editorial: Circe.
Número de Páginas: 554.


La abuela de Jung Chang fue forzada a casarse con un señor de la guerra, si bien terminó por huir de los familiares de su marido con su hija en brazos, porque querían arrebatársela, y, cuando su primer marido falleció, contrajo un nuevo matrimonio con un anciano médico. Fueron más o menos felices hasta que la guerra estalló una vez más en China y llegaron los japoneses. Su hija, la madre de la autora, se unió desde joven a los comunistas, creyendo vehementemente en la causa, y se casó con otro sincero militante. Este la maltrató y dejó al borde de la muerte en varias ocasiones por su insistencia, rayana la obsesión, de renunciar a cualquier «comodidad burguesa» (también conocida como asistencia mínima básica) y exigir de su esposa que «soportara las cosas como una campesina». Porque, se ve, al final la idea resentida del comunismo que se estableció durante tantos años en China no era mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la población china, sino mantenerlas similares y castigar a algunos que estuvieran por encima. Y resalto algunos, porque el padre de Jung Chang, y más tarde su esposa, gozaron durante mucho tiempo de los privilegios casi nobiliarios de los funcionarios que trabajaban para el Partido Comunista. La propia Jung Chang creció entre flores, aislada del resto de China, hasta que llegó la Revolución Cultural y los funcionarios sufrieron una virulenta persecución.

martes, 3 de diciembre de 2019

Análisis: Japón Especulativo de Solari Ficción



¡Quirón al habla! Soy el nuevo integrante de la Mazmorra, dispuesto a traeros artículos de los géneros que más me gustan. La fantasía y la ciencia ficción me encandilaron desde que apenas podía caminar con mis cuatro patas, aunque si me das a escoger, ¡la ciencia ficción es lo mío!

Presentaciones aparte, empecemos con las lecturas. Reconozco que este octubre no ha sido el mes que más he leído. Aun así he tenido la oportunidad de sumergirme en dos nuevos universos literarios que hasta ahora resultaban totalmente ajenos a mi, a pesar de que a uno de ellos llevaba siguiéndole la pista varios años. ¡Ya era hora de adentrarme en él!

Todos lo conoceréis, sin duda. Se trata ni más ni menos que de Stephen King, sobre el cual me gustaría hablar más adelante. Pero todavía me falta vivir más obras suyas, ¡así que ya llegará! De momento, sus excelentes novelas Misery y La historia de Lindsey me han hecho vibrar de tensión y sentir escalofríos a partes iguales —nunca olvidaré al chico largo ni a Annie Wilkers—Ahora mismo estoy leyendo esa obra de culto en la que se ha convertido El resplandor tanto en pantalla como en papel. Cómo no, vuelve a transmitirme tanto como sus otras historias. ¡Ya habrá ocasión de hablar de ello!

El otro universo al que le he echado guante este mes es el de Tramórea de Javier Negrete. He vivido demasiados años sin conocer esta saga de fantasía española… pero gracias a Rika he descubierto esta obra tan peculiar. Confieso que me ha dejado un regusto dolorosamente agridulce. Y eso que empezó genial. Al momento de escribir estas líneas, tan solo me he leído los dos primeros, pero espero remediar eso pronto leyéndome los dos que le siguen.

¡Aunque vamos a lo verdaderamente importante! He venido a reseñar un libro en concreto. Uno que me encontré hace unos meses: Japón Especulativo, de Solari Ficción. Me llamó mucho la atención y supe que tenía que cogerlo. Disfruto la ciencia ficción occidental y mis libros favoritos están englobados en ella. Sin embargo, después de cientos de libros, uno acaba agotado. Las historias e ideas se repiten constantemente, y los protagonistas suelen ser prototipos de hombres machos, plagados de misoginia que hacen que pase más tiempo con las cejas levantadas o aburrido. Siento una falta de profundidad, tanto en los personajes, como en las historias y los «por qué» de las obras.

Por suerte, he accedido a novelas de China y Japón. Por ejemplo he tenido el placer de leer El Zoo de papel y otros relatos de Ken Liu, o Shin Sekai Yori de Yusuke Kishi. También se está popularizando Cixin Liu y su trilogía de El recuerdo del pasado de la Tierra. Si no sabéis de qué hablo, quizá os suene El problema de los tres cuerpos, su novela más famosa. Reconozco que todavía no la he leído… ¡pronto caerá! Y por buenas o malas que sean sus historias, resultan un soplo de aire nuevo a la ciencia ficción, con sus novelas más centradas en reflexionar sobre la individualidad, la evolución de la humanidad o simplemente, en la experimentación de sentimientos.

Por eso no dejaba de preguntarme, ¿qué nuevas ideas me encontraría en estas páginas? Pues unas bastante buenas. Y otras… no tanto.

Título: Japón Especulativo.

Autor: V.V.A.A.
Sinopsis: Una selección de espectaculares relatos de fantasía y ciencia ficción que abrirán tu mente a nuevos mundos repletos de imaginación y, en ocasiones, espanto.

El género de la ciencia ficción en Japón eclosionó en la década de los años 50 y 60 de la mano de escritores visionarios que combinaban la milenaria tradición literaria nipona con las nuevas tendencias de la ciencia ficción occidental. El fruto de esta mezcla de exotismo y vanguardia, sumado al nada envidiable mérito de haber sido la única nación que ha sufrido la guerra atómica, dio como resultado relatos innovadores y efervescentes, donde mitología y tecnología juegan un papel fundamental. Tras la Segunda Guerra Mundial, en un intento por redefinir la identidad japonesa, la ciencia ficción optó por reflejar en el espejo del pasado asombrosos futuros alternativos, insólitos mundos imaginados o turbadoras visiones simbólicas de la realidad.
Editorial: Satori Ficción.
Número de Páginas: 336.

Empezando por el principio, Japón Especulativo lo forman 15 relatos de distintos autores —entre los que, lamentablemente, solo figuran dos mujeres—. A esto se le añade un prefacio y una introducción a la historia que acompaña a la creación de esta antología. Un trayecto que se inició hace más de 40 años, en los setenta, por los divulgadores de scifi Yano Tetsu y Judith Merill. Era un proyecto con una meta hermosa. Igual que Occidente influyó a Japón con su ciencia ficción de la renombrada Edad de Oro, esta idea pretendía ser un intercambio de ideas entre una cultura y otra. Sin embargo, es una historia agridulce. Porque ese plan quedó en pausa, y no fue hasta más adelante que fue resucitado de la mano de Gene van Troyer y Grania Davis. No vio la luz hasta 2007, momento en el que se publicó en inglés y de donde se hizo una traducción al español, sobre la cual baso este análisis. Por desgracia, para ese entonces, esos dos “progenitores”, habían fallecido.

¡Seguimos todavía por el principio! Al prefacio le sigue un interesantísimo ensayo, Razón Colectiva de Shibano Takumi. Aparte de aportar su definición de ciencia ficción, propone un escenario en el que el posthumanismo impera y la inteligencia artificial evoluciona muchísimo. Tanto, que se convierten en gobernantes de nuestra vida. Eso resalta lo que ya había comentado antes: la ciencia ficción japonesa se centra mucho en el individuo, en los sentimientos y en la sociedad en conjunción con la tecnología. Sin embargo, los viajes espaciales quedan en su mayoría relegados. Todo se relaciona con su cultura, y hace que entendamos mejor el porqué de la elección de los relatos.
"La ciencia ficción es el término general para una esfera de la literatura (y géneros relacionados) que abarca el concepto de razón colectiva como algo autónomo y aparte el control individual."

Ahora sí, es hora de empezar con las historias. Unas que no podían empezar de forma más humana… y bestial. Porque en el breve Fauces Salvajes de Komatsu Sakyo asistimos a lo autodestructivos que podemos llegar a ser los seres humanos, llevándolo hasta un extremo visceral y, siendo sinceros, difícil de leer. Un perfecto ejercicio de Body Horror. Todo se describe con una serie de detalles tan asquerosos que me hizo apartar la mirada, cerrar el libro e ir a tomar el aire un rato. Es repugnante. Teniendo en cuenta mi propia experiencia, al final resulta en un análisis muy curioso: ¿estamos siendo nosotros mismos autodestructivos al seguir leyendo este relato? Aunque hay otra lectura. ¿A qué nos recuerda el consumismo extremo? En este caso cae en el auto canibalismo, pero puede ser un paralelismo con el capitalismo. Y bajo este sistema inhumano, como se siente el protagonista, solo se puede llegar a un punto. El cese de la existencia.

lunes, 11 de noviembre de 2019

Reseña: El dragón de su majestad, de Naomi Novik.


¡Bienvenidos a la Mazmorra! Soy Rika y no he muerto, aunque octubre casi ha podido conmigo. He decidido revivir un poco el lugar, barrer el polvo y las telarañas, y hablar de mi experiencia de este LeoAutoras. En realidad no he podido terminar casi nada gracias al examen que ha consumido prácticamente todo mi mes, pero aun así he complementado mi sufrimiento con momentos de respiro en los que solo he leído a mujeres. No he sentido que me haya faltado nada. A ver, quería continuar leyendo la biografía de Dalton Trumbo, pero no pasa nada porque haya tenido que esperar un poco.

Había pensado en sacar un artículo que englobara todo, pero se ve que soy más lenta que una tortuga y creo que será mejor reconocer que debo renunciar a los análisis gordos y detallados porque no me da la vida. Así que sacaré a partir de ahora pequeñas reseñas e impresiones de lo que va pasando por mis manos. A veces hablaré, supongo, en varias ocasiones de un libro que me dure mucho tiempo, y otras no. Pero espero lograr resucitar un poco este lugar y sacar algunos análisis más desarrollados cuando encuentre libros que me enamoren.

De modo que vamos allá. En octubre conseguí terminar El dragón de su majestad, Cómo acabar con la escritura de las mujeres, Mujeres en la hoguera, y Cisnes Salvajes. Desde entonces también ando arrastrando una relectura de Cetaganda y Africanus, el hijo del cónsul, mientras que los nuevos descubrimientos son Black Hole Blues, Vida de una geisha, Trumbo, Mélusine, The Thief; Amazonas, guerreras del mundo antiguo, The Grandmaster of Demonic Cultivation y un libro de ensayos de Lois McMaster Bujold. De todo irán cayendo cositas las siguientes semanas.

De momento vamos a centrarnos en la reseña del primer libro. 

 Título: El dragón de su majestad.

Autor: Naomi Novik
Sinopsis: El capitán Will Laurence sella su destino al capturar el precioso cargamento de la fragata Amitié. El tesoro es un huevo de dragón imperial, regalo del emperador chino a Napoleón. Cuando la fantástica criatura salga del cascarón, elegirá al capitán como su criador. Éste pronto descubrirá que entrenarlo es una aventura fascinante. Juntos tendrán que aprender las peligrosas tácticas de la guerra aérea, pues Francia, dirigida por un Bonaparte más audaz que nunca, ha reunido a sus criaturas para transportar sus tropas sobre suelo británico.

Editorial:  Santillana.

Número de Páginas: 409.

El dragón de su majestad, de Naomi Novik, ha sido una experiencia dolorosamente agridulce. El concepto de este libro no es original; estamos ante un universo alternativo donde los dragones se crían y utilizan en las guerras como si fueran aviación. Se podría aducir que doña Novik da un punto «diferente» a sus dragones al hacer que hablen y sean inteligentes [R: al menos en ciertos casos. Los ingleses parecen criar especies tontas a propósito como contraste con los dragones chinos], pero esta característica en realidad es antigua y se puede encontrar en la Dragonlance o el afamado Smaug de El Hobbit. Sin embargo, no hay que ser original para escribir algo bueno. Lo que importa es cómo lo trates. Y es con eso con lo que tengo muchos sentimientos encontrados.

Todo comienza cuando el protagonista, el capitán Laurence de la marina inglesa, asalta un navío francés y roba un huevo. Su idea es entregarlo a los jinetes de dragón, que están obligados a dedicar su vida al ejército del aire y renunciar en general a todo lazo externo al mundo dragonil, pero el huevo eclosiona mientras están en alta mar. Poco dispuesto a volcar ese amargo destino sobre los jóvenes a su cuidado, Laurence decide renunciar a su cargo y ocuparse del dragón chino, al que bautiza como Temerario.

jueves, 22 de agosto de 2019

Hablando en femenino: un poco de historia sobre el orgasmo y la masturbación



¡Bienvenidos! Frederika a vuestro servicio.

Hace bastante escribí un artículo sobre cómo muchos autores (en especial varones) se escudan en el historicismo de las violaciones, del maltrato contra las mujeres y todo eso para justificar la violencia, fetichización y sexualización de sus historias. En definitiva el «¡pero es que era así!». Y ya demolimos muchas de esas excusas.

Esta vez venimos a hablar de otro mito, que espero que pueda servir de referencia para quienes lean esto~.

Del orgasmo femenino y la masturbación


En las novelas se habla mucho de penes. No hay problema en hacer aparecer a hombres orinando —defecar ya es demasiado—, con erecciones y fantaseando en dónde les gustaría insertar sus falos. En el caso de las mujeres, sus genitales se mencionan menos porque la obsesión suelen ser los pechos, pero a los autores les encanta mencionar lo húmedas, apretadas y sabrosas que están. En especial si son jovencitas.

Todo suele enfocarse, pues, hacia un punto de vista masculino disfrutando de un sexo donde la mujer tiende a ser pasiva.

Por ello siempre encontraré absurdo leer sobre tantísimas muchachitas desconocedoras ya no solo del sexo (como tratamos en este artículo tan extenso), sino del placer, y que disfrutan como locas si descubren la penetración. A ello se suma, por supuesto, la sensación de que nunca se hubieran excitado por su cuenta, ni llegado a explorar regiones que los niños ya empiezan a manosear desde que son muy pequeños.

De modo que vamos a sacar referencias de un libro publicado en 1999, The Technology of Orgasm, de Rachel Maines para hacer entender a la gente que el sexo gira alrededor de la concepción masculina del mismo. Es decir, incluye tres etapas: la preparación o foreplay, penetración y orgasmo masculino.

Y no hace falta que en todas las representaciones perpetuemos esta idea ignorante.

Antes de nada, dejemos unas ideas claras de acuerdo a la concepción heterosexual del sexo:

1. Si una mujer no tiene un orgasmo mediante la penetración pero el hombre sí, se sigue considerando que ha habido sexo.

2. Si la mujer disfruta de un orgasmo y el hombre no, entonces el desenlace es un coitus interruptus.

Sin embargo, de acuerdo a doña Maines, alrededor del 70% de las mujeres —asumo que estadounidenses— no se corren mediante la penetración y necesitan estimulación externa. Y si no se da, entonces la ausencia de placer…

«La culpa debe ser de ella, puesto que era literalmente inimaginable que pudiera descubrirse algún problema en la hipótesis de la penetración. Si el pene no representaba la arma definitiva en las batalles sexuales, la insistencia en la superioridad masculina descansarían en el estadísticamente mayor potencial de los bíceps y deltoides masculinos, que en sí no parecían aptos para la tarea de sostener el patriarcado en la civilización occidental»
(Technology… p.6)

Hasta tal punto el mundo es androcéntrico que los términos de labia, vagina o útero no se emplearon durante mucho tiempo. Bastaba con términos masculinos como semen» o «semilla», de modo que cuidado con la interpretación de textos antiguos.


Ah, y, una pequeña aclaración antes de seguir:

¿Qué es la HISTERIA?



Aunque en 1952 se dejó de considerar la histeria como una enfermedad, este término ha perseguido a las mujeres desde el siglo IV a.C. sin descanso. Según los médicos, consistía un conjunto de «síntomas» que se echaban a un saco y se mezclaban aleatoriamente. En general, las mujeres parecían sufrir «excitación crónica» con ansiedad, falta de sueño, nerviosismo, fantasías eróticas, pesadez en el abdomen, edemas en la parte baja de la pelvis y lubricación vaginal. En ocasiones se daba el caso de que la «enferma» se desmayaba, sufría un orgasmo —pensemos en cómo se despiertan algunos hombres con un asunto del que encargarse y asumamos que el cuerpo se comporta como lo hace porque a veces tiene problemas de los que ocuparse— y se encontraban un poco mejor. Los ejemplos se retrotraen hasta Platón, que sugirió que estas reacciones se debían a inflamaciones del útero. A esto se le suele llamar «paroxismo de la histeria».


domingo, 24 de marzo de 2019

¿Por qué leer a Lois McMaster Bujold?


“Guard your honor. Let your reputation fall where it will. And outlive the bastards.” 


¡Bienvenidos a la Mazmorra! Soy Rika y, aprovechando que en abril reeditarán la saga Vorkosigan, vengo a hablar de una de mis autoras favoritas: Lois McMaster Bujold.

Quizá lo primero que tendría que decir, aunque la opinión de Bujold sobre los premios no es muy buena, es que cabe resaltar que tiene más en su haber que el escritor clásico Heinlein. Él tuvo cuatro premios Hugo. Ella nada menos que siete. Y no es cuestión de hacer cuentas y ver quién es mejor o peor, sino que me sorprende que una mujer tan galardonada ni siquiera salga en las listas de «mejores autoras de ciencia ficción».

Solo quería comentarlo.

La verdad es que estoy convencida de que nunca me habría enterado de su existencia hasta la reedición de Vorkosigan de no haber sido por pura casualidad. La página de Nobody Suspects the Butterfly, que os recomiendo intensamente si os gusta leer de Canción de hielo y fuego, la recomendaba como una autora que trataba temas políticos, sentimentales y mágicos, pero con menos violaciones, menos violencia general, más diversidad sexual y de personajes y… Sonaba bien. Me lancé.

Oooh, cómo lo agradezco a día de hoy.



Empecé con La maldición de Chalion. Algún día sacaré un análisis, pero me cuesta porque siento que nunca voy a decir lo suficiente. El caso es que en un solo libro, doña Bujold deconstruyó el típico personaje masculino que debería ser adorado como un héroe de esos que abundan en tantas historias escritas por hombres —como, se me viene a la cabeza, don Sanderson—. Desarrolló a personajes masculinos vulnerables que se enfrentaban a la depresión, presentó a personajes homosexuales, me mostró amistades femeninas, creó maravillosas intrigas políticas y metafísicas, y todo con una prosa fluida y maravillosa.

Una vez terminé Chalion, fui a por más. Me leí Paladín de Almas, que expandía el universo de los Cinco Dioses donde transcurre Chalion. La protagonista era una madre (¡!) entrada en edad que buscaba su lugar en el mundo después de que su vida quedara destrozada a manos de otros y de que su hija se hubiera vuelto independiente. ¿Resultado? La elige su dios menos favorito para rescatar a un bello durmiente víctima de cierto abuso sexual y, de paso, con el objetivo de evitar una posible guerra. Devoré el libro en unos pocos días y casi me gustó aún más que Chalion.
Luego empecé la saga Vorkosigan, una serie de 18 libros space opera. ¿Cuál era el principal atractivo? Pues un protagonista que, debido a ciertos sucesos traumáticos durante su nacimiento, mide menos de metro cincuenta, tiene la columna hecha papilla y los huesos tremendamente débiles. A cambio es un chico dominante, paranoico, muy inteligente y que lleva una doble vida como heredero del conde más poderoso de su planeta y capitán mercenario de una flota que consiguió por su cuenta antes de los veinte años. A lo largo de los títulos aparecen un creciente número de mujeres y personajes bisexuales o hasta hermafroditas —no intersexuales, los hermafroditas son un tipo de colonos concretos—. Debo reconocer que la saga Vorkosigan no me enamora como lo hacen los libros de fantasía de doña Bujold porque tienen otro estilo, con un ritmo mucho más ligero y menos tendencia a profundizar, pero siguen siendo libros muy notables.

Y ahora me encuentro en negación total porque aún me quedan cosas por leer de esta gran mujer, pero no quiero terminar pronto.

¿Cómo explicar este descubrimiento y por qué me alegro tantísimo de que la vayan a reeditar?

Desafiando la masculinidad tradicional


“Dresses are weapons, my dear, in sufficiently skilled hands.”

Lois McMaster Bujold decidió escribir historias con mujeres mayores, hombres destrozados que carecen de esa masculinidad que tanto aprecian u obsesiona a autores varones y se adelantó con protagonistas enanos que anteceden a Tyrion Lannister. En realidad, Tyrion parece muy inspirado en Miles Vorkosigan. En realidad hasta da la sensación de que sus aventuras limpiando las alcantarillas de Roca Casterly vienen a ser un reconocimiento a Miles, que dedicó parte de un libro a aventuras similares que, en su caso, incluían cadáveres. Claro que Tyrion fue «más lejos» al tener una clase concreta de enanismo mientras que Miles, técnicamente, no es enano.


miércoles, 6 de marzo de 2019

Análisis: El atlas de las nubes. Nunca es tarde


Título: El atlas de las nubes
Autor: David Mitchell
Sinopsis: ¿Puede el amor, el poder del bien incluso en la adversidad, perdurar más allá de la vida que conocemos y prolongarse a través de siglos y lugares? Seis vidas se entrecruzan aquí de forma inesperada a fin de dibujar un mundo, profético y extraño a la vez, en el que la historia se puede reescribir. Los seis protagonistas de la novela, ajenos a la trascendencia de sus acciones, tienen un papel mucho más relevante en la posteridad de lo que pueden imaginar, en escenarios tan disímiles como un viaje por la Polinesia a bordo de un galeón en el sigloXIX, la California de los años sesenta, o una isla en un futuro postapocalíptico. Todos ellos comparten un destino común, el afán de poder que se sucede una civilización tras otra, y la búsqueda del amor como salvación. David Mitchell construye una aventura épica en la que no sólo todo está conectado, sino en la que también los gestos individuales pueden llegar a ser el germen de grandes revoluciones.

Editorial: Duomo
Número de Páginas: 599

¡Bienvenidos a la Mazmorra! Soy Rika y vengo a presentaros un análisis de una obra que me encanta.
El atlas de las nubes entra dentro de esa extraña categoría de libros que resultan poco comerciales, pero que tienen suerte y logran alcanzar cierto estrellato. Lo he visto recomendado en muchas de esas listas de «cien libros que deberías leer» y, la verdad, siempre me hace feliz encontrar su nombre. Además, en su día las hermanas Wachowski [R: cómo odio escribir este apellido] lo llevaron a la gran pantalla, lo cual ayuda a que la gente se interese por el título. Lo cierto es que se trata de una película muy entretenida, con cambios comprensibles y necesarios para una adaptación, y una banda sonora que te rompe el corazón y lo tritura muy despacito. Así que si os queda alguna duda… Mirad la película y luego venid al libro.

Es un libro que, por cierto, exige un esfuerzo por parte del lector. El atlas desarrolla seis historias conectadas entre sí a lo largo de distintas épocas, cada una de las cuales ocupa alrededor de cien páginas. El quid de la cuestión radica en que las historias se dividen de una forma…particular. Todas, menos la última, se organizan así: tenemos la primera historia y, al llegar a la mitad, comienza la segunda. Y así una y otra vez hasta alcanzar la sexta, que es la única completa. Después de terminar la sexta, encontramos la segunda mitad de la quinta, luego de la cuarta… Y cerramos con el final de la primera, creando un círculo perfecto. 

Se trata de una estructura cíclica intencional, que viene que ni pintada a la idea de reencarnación, de repetición de errores y temas conectados que influyen a la gente que nacerá en el futuro.  

Los cliffhangers, por supuesto, son molestos, incómodos, y dan ganas de saltarse todas las historias para tener una lectura «normal», pero la gracia es aguantar y ver por qué el autor eligió precisamente un formato que podía hacerle perder lectores.

Cada historia imita un tipo de escritura típica de distintas épocas. Tenemos un diario de viajes del siglo XIX, una novela epistolar, otra policíaca con estilo muy ligero, una autobiografía cómica, una entrevista futurista y una narración en voz alta de un anciano que cuenta su historia a un grupo de jóvenes. Cada una  emplea un estilo completamente diferente de otro que permite que cada personaje tenga una voz característica, propia y distintiva. Por fuerza, alguna os gustará más que otra [R: yo me decanto por las cartas y por la entrevista. En este último caso no porque sea lo más realista del mundo, sino por la personalidad de la narradora. Tiene mis dieces de bruja] y casi sin duda gruñirá un poco al llegar a la sexta, ya que se encuentra en un futuro distante donde el idioma se ha resentido mucho. El trabajo del traductor (Víctor V. Úbeda) para que, aun así, el texto resulte legible es extraordinario.

Sin entrar en spoilers, creo que lo más interesante del libro es que todas las ideas que se critican resuenan con nuestra época. El racismo, el robo intelectual de ideas, el peligro nuclear, el asumir que los ancianos no sirven para nada, el creciente control del capitalismo sobre nuestras vidas y el miedo a lo que la tecnología (mal empleada) puede causar en nuestro planeta son temas del día a día y surcan esta historia de forma constante. Los personajes envueltos en estos temas, por suerte, son fruto de su época y podemos encontrarnos con actitudes que resultan contradictorias o deleznables, pero por eso mismo se permite que haya cierto cambio y evolución en su forma de pensar y de actuar. La hipocresía se puede curar. Por eso los protagonistas no son ideales.


Lo más fascinante es que don Mitchell no tiene una buena opinión de la especie humana en su conjunto y eso se ve con los saltos temporales. Los humanos se dirigen solitos a su propia extinción. Pero, aun así, los personajes luchan por aquello en lo que creen y muestran que la individualidad es importante dentro del contexto social. Casi tanto como la capacidad de una sociedad de quererse u odiarse a sí misma. Por eso, a pesar de los mensajes de advertencia, que no calarían tanto si no viéramos que con cada historia, cada cambio, cada acto cometido por un personaje influencia a otro del futuro. Puede que solo ayudes a una persona, o puede que cambies una sociedad entera, pero nada es inútil. Los pecados, los asesinatos y las heridas también influencian a gente en el futuro, desde luego, y por eso la historia invita un poco a reflexionar sobre por qué hacemos lo que hacemos. 

La prosa de don Mitchell en general es sencilla y muy llevadera. Quitando la primera historia —que adopta un tono más recargado para imitar a nuestro protagonista decimonónico— y la última, son todas muy agradables al ojo y en general son bastantes fluidas. Ya entraré en detalles en la parte del análisis, pero lo cierto es que al ser narraciones divididas, da la sensación de que no estemos ante un tocho y que se termina bastante rápido. 

Además, don Mitchell incluye muchos personajes femeninos con un respeto que me hace dar palmas. El tema del feminismo está bien llevado, sin resultar un panfleto, y los personajes hablan por sí mismos. Al contrario que en la película, donde la dependencia de una de las chicas por su salvador se vuelve no solo física sino emocional, en este libro los personajes femeninos tienen su propia agencia. Si a la periodista la tienen que salvar de un tiroteo es porque no tiene un arma, pero sobrevive por sí sola a persecuciones e intentos de asesinato, y cumple su objetivo moral. Lo mismo ocurre con Sonmi en el futuro distópico de Corea: su historia comienza literalmente como una impuesta Born Sexy Yesterday —con la excepción de que nunca es un objeto de deseo. Simplemente es un objeto— y se desarrolla junto a otros esclavos masculinos, cosa que nunca aparece en la película y siempre me chirriará muchísimo


viernes, 15 de febrero de 2019

De feminismo y personajes masculinos (III): Abrazar la feminidad

           ¡Bienvenidos a la Mazmorra! Rika a vuestro servicio.

         Este artículo es, en parte, una reescritura de otro que sacamos el año pasado… Pero lo he ampliado y escrito mejor.

          O eso espero.

         No borro el anterior por los adorables comentarios <3. ¡Si queréis ir a lo nuevo podéis saltar directamente al apartado de la Mirada Actual! Aunque os recomiendo leer por encima el primer apartado porque pongo el inicio de varias ideas que quiero desarrollar en este artículo.



El aterrorizado ser superior

  
        ¿Sabíais que la Biblia tiene dos versiones del mismo mito del Génesis? La más antigua no establecía ninguna jerarquía entre hombre y mujer

Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó macho y hembra: y los bendijo Dios, diciéndoles: «Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra» Génesis 1:28

            En cambio, la versión más moderna, la yahvista, establece la «inferioridad» de Eva al explicar que esta surge de la costilla de Adán.

Y se dijo Yavé Dios: «No es bueno que el hombre este solo, voy a hacerle una ayuda semejante a él» […]. Hizo, pues, Yavé Dios caer sobre el hombre un profundo sopor; y dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar con carne, y de la costilla que del hombre tomara, formó Yavé Dios a la mujer, y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: «Esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta se llamará varona, porque del varón ha sido tomada.» Génesis 2:21

Ay, casi es como si Adán hubiera tenido una hija (superando un breve e indoloro embarazo) y por tanto tuviera poder sobre ella como si fuera una niña pequeña, ¿eh? No, mejor no seguir por esos derroteros y hablar de la sexualización de la infantilidad.

Resulta curioso que una versión más temprana tenga que afirmar la superioridad del hombre. Da que pensar sobre las religiones más antiguas. Eso sí, es cierto que hay muchos mitos que establecen que la mujer nace de la costilla o de un hueso del hombre.

¿Por qué? ¿Por qué es necesario remarcar tanto la inferioridad de la mujer? ¿Que solo es una parte innecesaria del hombre, hecha para complementarle?

Pues... toca reflexionar sobre cómo los hombres han inventado una figura malvada o inferior, que hace las veces de cabeza de turco para cualquier problema que os podáis imaginar: la mujer.

La curiosidad, madre de la inventiva, es algo de lo que se acusa a las mujeres. ¿No es interesante que siempre sen ellas las que se sientan a pensar sobre lo que las rodea y se pregunten si no quieren cambiar las cosas?