Recordatorio

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domingo, 29 de octubre de 2017

Análisis: El pabellón de las peonías



Título: El pabellón de las peonías

Autor: Lisa See

Sinopsis: En la China del siglo XVII, los manchúes se han alzado con el poder tras derrocar a la dinastía Ming. Ajena al cataclismo político, la joven Peonía vive con su próspera familia en una hermosa casa junto al Lago del Oeste de Hangzhou. Educada de forma exquisita para convertirse en una esposa dócil y culta, Peonía espera emocionada la celebración de su decimosexto cumpleaños.

Numerosos invitados asistirán a la representación de la famosa ópera El pabellón de las peonías en el jardín de su casa y ella conocerá finalmente al joven que sus padres han elegido para desposarla. Sin embargo, la noche de la función, Peonía vislumbra entre los asistentes a un hombre apuesto y elegante, que despertará en ella una oleada de nuevas e irresistibles emociones.

Editorial: Salamandra

Número de Páginas: 350


¡Bienvenidos a la mazmorra! Frederika a vuestro servicio, como de costumbre.

Pues resulta que Lisa See es una bruja. De esas que te echan en sus páginas un poco de poción de amor. Si no, no entiendo cómo he saltado tan rápido a otro libro suyo [R: para qué considerar que escribe bien y toca temas interesantes, bah. Ah, y es que este libro me lo leí seguido de El abanico de seda, pero no me apetecía todavía hacerle un análisis]. Y uno bien raro, entre el realismo mágico y lo más histórico. También transcurre en China, solo que esta vez es en el siglo XVII, una de las épocas más fructíferas de la literatura femenina.

En un apartado donde habla sobre cómo se le ocurrió la novela, doña See comentó que no había escuchado hablar nunca de las enfermas de amor, mujeres que se dejaban morir sin comer con la esperanza de controlar un poquito de su vida y experimentar en la siguiente el romance que ellas querían tener. Aunque sus hipótesis sobre lo desesperado de caer presa de la anorexia para poder dominar su propio cuerpo frente a la influencia exterior son fascinantes, lo que me llegó de verdad fue su trauma al darse cuenta de que nunca había escuchado o leído sobre escritoras chinas de esa época. Y las hubo como setas. La llegada de los manchúes y el cambio del sistema de letrados permitió que muchas mujeres abandonaran sus hogares, fundaran sociedades de poetisas como El Bananar o escribieran ensayos sobre obras como El pabellón de las peonías, tal como es el Comentario de las Tres Esposas, las protagonistas de esta novela.

Fue ese desconocimiento el que la arrojó a estudiar, a investigar y a crear este libro. Y yo no puedo dejar de quitarme mi picudo sombrero para darle las gracias por abrirme los ojos a un mundo que creíamos que simplemente nunca había dejado que sus mujeres hicieran nada.





Historia


La historia es relativamente sencilla. Peonía es una niña mimada que pronto se va a casar. Como suele pasar en su sociedad, no sabe quién es su futuro marido, solo que se trata del hijo de un amigo de su padre. No espera nada en particular, por eso los seis meses que le quedan de libertad los dedica a soñar con el amor romántico y sacrificial de El pabellón de las peonías, su ópera favorita. Su padre, que le ha enseñado a leer y a cultivarse sin el consentimiento de su madre, mucho más tradicional, le ha concedido un favor final: organizará en su jardín una ópera —muy recortada— de esa obra y las mujeres podrán asistir tras biombos. Peonía no cabe en sí de felicidad y, el primer día de la ópera, se sienta muy cerca de los biombos para poder ver por un resquicio a los actores. A su lado se sienta una prima, Ze, una niña irritante y mimada que señala a un muchacho muy guapo y dice que se casará con él. Peonía no le hace caso, pero se siente atraída por el muchacho y, cuando sale a pasear al jardín, se lo encuentra.

Este encuentro es algo terrible; a una mujer no debe verla ningún hombre que no sea de la familia. A pesar de ello, intercambian unas palabras sobre la ópera, que ambos aprecian, y vuelven a encontrarse el día siguiente con pequeñas argucias. Se sienten como los protagonistas de la ópera, que se enamoran a pesar de las convenciones [R: al parecer, que os sonará muy a lo Romeo y Julieta, una de las partes más encantadoras era que la protagonista femenina muere enferma de amor por el muchacho. Luego su espíritu pasará toda una serie de aventuras hasta que su joven amante consiga revivirla y vivan juntos a partir de entonces.]


Aquí tenéis un enlace, por si os pica la curiosidad por la ópera

El muchacho y Peonía deciden escaparse unos minutos al exterior y dar un paseo antes de regresar a la ópera. Una vez de regreso, el padre de Peonía señala al que será su marido, pero la chica está todavía dolida porque no podrá casarse con el chico del que se ha encaprichado y cierra los ojos [R: adivinidad: esto es importante para la trama].

La madre de Peonía nota que tiene manchas de barro del paseo y de inmediato, al igual que todas las mujeres de la casa, se imagina lo que ha sucedido. ¿El resultado? La encierra en su cuarto. A Peonía le da igual y comienza a releer la ópera y a escribir sobre ella y cómo se identifica con la misma. Al final, se dedica en cuerpo y alma a realizar un extenso comentario, analizando personajes y dando sus propias opiniones, a la vez que se dedica a investigar y a leer clásicos.

Por el camino, cada vez más destrozada con la idea de su boda, deja de comer y se vuelca en su trabajo. Considera que es lo único suyo que quedará, de ella y de su relación con el misterioso joven cuyo nombre ni conoce. Su madre empieza a traer a médicos, que la exorcizan, sin éxito. Desesperad, llega a buscar enfurecerla quemando sus libros y escritos, pero Peonía está tan débil que sólo puede llorar. Salva, por mera casualidad, uno de sus largos comentarios que había quedado oculto en su cama, y lo esconde en la biblioteca de su padre. Poco después, se vuelve incapaz de levantarse de la cama. Su padre, medio ausente, le confiesa que no entiende qué ha pasado y ella reconoce no haber visto a su prometido.

Y sí, resulta ser el chico de sus sueños, Wu Ren. Peonía recupera las ganas de vivir, pero es demasiado tarde. Su familia la viste y prepara para su funeral y la deja en el exterior, donde muere finalmente congelada de frío.

Aquí me estalló la cabeza. Doña See siempre consigue que grite por un motivo u otro

A partir de este punto, la historia de Peonía se narra desde su punto de vista como fantasma o espíritu hambriento. Vemos, muy por encima, las pruebas a las que debe someterse su alma para pasar a la reencarnación pero todo el proceso queda interrumpido porque no se marca su tablilla funeraria por una confusión. Así que se queda para siempre atrapada entre este mundo y el siguiente.

Vigilando a su familia pero, en particular, a Wu Ren, Peonía vive a la sombra sin mucho que hacer excepto sufrir en silencio y hablar con el fantasma de su abuela, que se suicidó cuando los manchúes invadieron China y posteriormente fue casi santificada por su sacrificio. Pero esta le cuenta que no se suicidó, sino que (junto a la madre de Peonía) trató de sobrevivir durante la invasión y terminó fingiéndose muerta sobre el montón de paja donde estaban su marido y su hijo. Allí la acuchillaron mientras protegía con su cuerpo a los hombres, que eran los importantes y los que debían sobrevivir. Los cobardes que la santificaron y dijeron que se suicidó, modelo que tomaron muchísimas chinas tras ella. Furiosa y harta, lanzó una maldición sobre su familia, prohibiendo que nacieran hijos varones y condenándola a la extinción —motivo por el cual el padre de Peonía tuvo que adoptar un hijo varón tras la muerte de esta—.

Sin objetivos, Peonía se consoló al principio de su largo vagar porque podía comunicarse con Wu Ren en sueños. Sin embargo, según las normas de este mundo, al contárselo este a su padre, rompió toda posible comunicación entre ambos. Así que Peonía no tiene otra cosa que hacer excepto esperar hasta que, un día, Wu Ren se casa de nuevo.

Y es nada menos que con Ze, aquella niña molesta que dijo que Wu Ren sería suyo. Ze sigue siendo una chica mimada, hasta el punto de que su padre está harto de ella, y reniega de su petición de divorcio una vez esta decide que no quiere complacer a su marido en general. Peonía, indignada porque Ze esté desperdiciando la oportunidad que ella perdió, termina por encontrar una forma de estar con Wu Ren: poseyendo a Ze. Esta es una de las partes más siniestras del libro, pues Peonía incita sexualmente a Ze, entre acosándola en sueños y poseyéndola, para moldearla según cómo ella cree que debe ser una esposa perfecta. La persigue, susurrándole al oído cómo debe comportarse, y alberga la esperanza de que Wu Ren la recuerde si Ze también realiza un comentario de El pabellón de las peonías. Hace que Ze trabaje sin descanso y que escriba un mensaje final mintiendo en el que dice que se inspiró en un escrito de su antigua hermana-esposa.

Y, justo tras esto, Ze logra deshacerse por un momento del control de Peonía y quema prácticamente toda su obra como venganza. No solo eso sino que se deja matar de hambre y miedo cuando sabe que está embarazada. Peonía se esfuerza por evitar que muera, pero falla en su misión. El destino de las mujeres que mueren por parto es uno terrible en uno de los infiernos, el Lago de la Sangre, y Ze parte tras gritarle a Peonía que la odia, que Wu Ren jamás la recordará y que es su asesina.



Peonía se viene abajo y, herida y cansada, a punto de desaparecer, pasa mucho tiempo aislada. Al final se encariña con una familia bajo el control de la suya, que siempre da de comer a espíritus hambrientos como ella, y vigila a la pequeña y enfermiza Yi. Su madre es una mujer de pies vendados, lo cual significa que no puede trabajar en el campo ni hacer cosas demasiado útiles, y de Yi nadie espera que sobreviva mucho tiempo. Solo es una boca más que alimentar. Quizás por eso Peonía le coge tanto cariño. Con todo, tiene tiempo para visitar a un grupo de poetisas llamado El Bananar, y les inspirar poemas, fingiendo que es parte de ellas.

Entonces, la madre de Peonía muere. Ambas se reencuentran y confiesan muchas cosas. Entre otras, el motivo por el que su madre era tan estricta. De joven era una poetisa que salía siempre que podía, que escribía y estaba abierta a nuevas ideas. Sin embargo, durante la invasión manchú, protegió a su familia alejando a los manchúes y fue violada hasta que perdió a su hijo no-nato. Tras eso, su marido consiguió comprarla y salvarla de que fuera vendida como prostituta. No quería que Peonía tuviera que vivir algo similar y se encerró en las costumbres, igual que hizo Peonía al forzar a Ze a ser una esposa ejemplar.

Tras esto se reconcilian y buscan una manera de que Peonía pueda pagar por sus pecados. Al final deciden darle una vida digna a Yi. Entre ambas convencen a los padres para que le partan los pies a la criatura y así tenga más valor frente a los hombres y pueda ascender de categoría. Peonía, cuando su madre se convierte en ancestro y deja de poder estar a su lado, se dedica a ayudar a Yi a estudiar, empezando a quererla como si fuera su propia hija.

Después de mucho trabajo, consigue establecer un matrimonio entre Wu Ren y Yi. Peonía se niega a intervenir en su vida privada, más allá de acompañarles para darles fresco cuando tienen calor en verano o protegerlos de malos espíritus. Es sinceramente feliz viendo cómo se quieren el uno al otro. Entre tanto, su madre consigue convencer a su abuela para que levante la maldición de su familia, donde empiezan a nacer niños. Por su lado, Yi consigue engendrar un primer varón que a punto está de fallecer en el parto, pero Peonía se las apaña para salvarlo. Con el tiempo, Yi se interesa en El pabellón de las peonías y Wu Ren se echa a temblar porque ya ha perdido dos esposas por culpa de la obrita de las narices. Pero Yi se compromete a tener cuidado con su salud y se dedica a estudiar, transcribir y buscar el trabajo de Ze.

Casi milagrosamente, el hermano adoptivo de Peonía encuentra sus poemas en la biblioteca donde ella los escondió y Wu Ren se convence de que deben publicar la obra a nombre de sus tres esposas, si bien al principio solo logra que se haga pasar como su propio trabajo —como le pasó con Ze, que también consiguió repartir varios de los trabajos en el círculo de Wu Ren—, si bien más adelante se empeña en reivindicar el trabajo de las mujeres.

Pero entonces Yi enferma. Y por más que Peonía intenta salvarla, se da cuenta de que hay algo mal. En efecto, Ze, gracias a las ofrendas de sus padres, ha logrado abandonar el Lago de Sangre y ahora quiere matar a Yi. Sin embargo, Peonía consigue acercarla y, si bien no se reconcilian, logra hacer que recuerde que Wu Ren la quería por lo que era y que nunca la olvidará.

Finalmente, y tras muchos enrevesamientos, Yi convence a Wu Ren para que se case con el muñeco de Peonía (una suerte de boda póstuma) y así calmar su espíritu, pues sospechan (¡al fin!) que anda por ahí. Por una feliz casualidad, descubren que la tablilla de Peonía está sin marcar y Wu Ren se apresura a solventar este pequeño pero fatal problema.

Y Peonía, feliz, parte al más allá, siendo primera esposa de su marido (al fin), tras haberse purificado de sus pecados.

¡Más enlaces a la obra!


Personajes


Peonía


Como personaje redondo solo puedo hablar de la protagonista. Peonía nos cuenta su historia en primera persona, seguramente a lo largo de los años que tuvo para pensar en el pasado, revisar sus errores y arrepentirse de ellos. No importa que tenga público o no; su vida y su muerte demuestran que era una escritora y tenía la necesidad de compartir lo que llevaba dentro.

Apenas muerta con 15-16 años, Peonía tiene una forma de narrar entre inocente y cínica. Sabe cuándo hizo mal, cuándo fue demasiado arrogante o tonta, pero no se termina de juzgar con dureza, sino con ecuanimidad. De forma personal creo que esta actitud se debe a su pobre vida como espíritu que, sin duda, la hace pagar una y otra vez por los delitos cometidos.

Y es que Peonía es una niña. Una que quiso verse como una adulta y nunca fue capaz. La novela no tiene reminiscencias literales de Romeo y Julieta, pero la historia de morir de amor es muy similar —con connotaciones diferentes— y solo puedo intentar explicaros su actitud si la historia hubiera seguido a Julieta muerta y a Romeo vivo. Peonía y su enamorado no conocen el nombre del otro, estaban destinados, pero aun así afirman amarse para siempre. Peonía se aferra a él en la no-vida con desesperación y él trata de dejarla atrás. Mientras que él madura y se convierte en un hombre amable, comprensivo y, dentro de lo que cabe, liberal, Peonía será para siempre una niña-esposa, como bien recalca su futuro marido.



Una vez le hizo una promesa a una niña. Y esa niña siguió esperando durante décadas a que la cumpliera, aferrándose a ella, incapaz de madurar.

Peonía, por tanto, puede ser un personaje digno de compasión. No tiene nada que hacer excepto espiar a su familia y seres queridos y quiere sentirse viva. Finge estar discutiendo poemas y fuerza a Ze a escribir por ella. Pero también es siniestra y enfermiza, hasta el punto de suplantar la identidad de una chica de su edad para forzarla a tener sexo y comportarse como una esposa perfecta. Su persecución de Ze, cómo la estimula sexualmente, es una mezcla de suplantación y poder sexual —uno que Peonía nunca tuvo ni tendrá— y dan ganas de vomitar. El libro nunca profundiza este aspecto, pero Peonía se lleva la venganza justa por parte de Ze. Así que, aún a regañadientes, creo que está bien dejar en manos del lector que vea lo asqueroso que era todo y por qué Peonía no merecía salvarse en ese momento.

Lo irónico es que casi ninguna de sus acciones fue fruto de la malicia, sino de la soledad y la esperanza de poder estar con su amado. Uno al que pudo ver de cerca y descubrir que podía amarlo a pesar de todo. Incluso si era en un único sentido.

Peonía es un personaje infantil, entre egoísta y caritativo, culta e ignorante al mismo tiempo, y en general todo se puede comprender gracias a lo centrada que estaba en sí misma y en sus propios problemas. Que empiece muriendo de hambre y acabe ayudando a una niña a casarse con el hombre que ella amaba para que la pequeña tenga una buena vida dice mucho de ella.

Otros


Los demás personajes no son especialmente profundos, quitando a Ze y a la madre de Peonía. Ze es una niña mimada y maleducada, egoísta y cruel, pero también es inteligente, culta y con muy poca autoestima. Es, sin duda, el personaje más desperdiciado y me duele mucho la cortísima aparición que tiene tras regresar del infierno al que son condenadas las mujeres que murieron dando a luz. Hubiera merecido mucho más, pues murió de una forma tan cruel o incluso más que Peonía.

Una verdadera lástima.

En cambio, la madre de Peonía (y hasta cierto punto su abuela) tiene un papel mucho más destacado porque se explican sus motivos para ser el clásico ejemplo de madre impositiva. Porque de jóvenes fueron iguales y los brutales sucesos de la revolución destrozaron su voluntad y la llenaron de miedo. No es hasta su muerte, y el horror que ello implica tras haber perdido a su propia y única hija, que es capaz de reconciliarse con ella. Tanto Peonía como su madre no supieron comunicarse, ni intentar superar las barreras sociales que las diferenciaban y constreñían. Su madre se adaptó a lo que se esperaba de ella y Peonía, tras la muerte, quiso ser también ese tipo de madre estricta y esposa intachable.

Las dos se equivocaban. Y su relación mejora. Se sinceran, se aprecian, se ayudan.



Normalmente las madres no juegan un papel importante en las historias, como sucedió en el otro libro de la autora, El abanico de seda, por lo que no puedo dejar de alegrarme porque en esta ocasión hubiera un cambio tan drástico y agridulce, pero satisfactorio.

El resto de personajes, por desgracia, son bastante planos aunque eso no evita que puedan caernos bien. Están para esquematizar partes de la sociedad china de la época, lo cual es interesante, pero no tiene mucho más allá. En todo caso la última esposa puede parecernos encantadora, porque lo es, y la hemos visto crecer con todos sus terribles sacrificios y nos preocupa su futuro. Pero no tiene mucho más que comentar.


Mundo


El mundo del libro es… reducido. A pesar de que sabemos cómo funcionaban muchas de las sociedades de mujeres, o se nos salpican de vez en cuando detalles de la guerra, la historia se centra mucho en Peonía y los lugares a los que está atada. Ni siquiera se trata demasiado, excepto en una página o dos, el Más Allá. La vida de Peonía como espíritu errante, aunque la guía durante buena parte de la historia, es secundario frente a su relación con lo que dejó atrás. Con todo, lo que se presenta de las reglas de los fantasmas, cómo pueden influenciar en los vivos y las reglas para alimentarse son fascinantes. Vemos de refilón la vida de los campos y también cómo las mujeres tenían restringida la vida exterior, además de contrastes entre chinos y manchúes.

Sin embargo, como digo, el ecosistema es pequeño y la historia se centra mucho más en las mujeres y sus experiencias personales. Al fin y al cabo, en vida Peonía solo salió una vez de casa, y lo hizo de noche, y en general se quedó en su habitación hasta morir.

Con todo, el libro presenta un mundo femenino orgánico, creíble, en especial el tema literario. Desde el desconocimiento sobre la sociedad china es difícil quejarse más allá de que a Peonía le faltan amigas, a pesar de que se hace una buena crítica a cómo se fuerza con el sistema de esposas y concubinas a odiarse y competir entre sí, pero ni eso termina de ser el centro ya que Peonía rápidamente abandona esa clase de mundo.

Conclusiones



El pabellón de las peonías es un libro curioso, de una suerte de realismo mágico, que trata la infancia, el egoísmo, el amor, la madurez y la literatura. En algunas ocasiones peca de ignorar demasiado los problemas que presenta y a menudo no desarrolla lo suficiente a los personajes creados, pero creo que es un buen libro y que sabe crear ansiedad, interés y compasión por sus protagonistas.

Más enlaces. Lo siento, es que los trajes son muy bonitos y quería ponerlos.


Mejor


Mundo de fantasmas, madurez de Peonía

Peor


Ideas sexuales que no se condenan (o desarrollan) lo suficiente









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