Recordatorio

No somos profesionales, simplemente nos gusta leer y tenemos tiempo libre, así que a veces cometemos errores.

martes, 3 de diciembre de 2019

Análisis: Japón Especulativo de Solari Ficción



¡Quirón al habla! Soy el nuevo integrante de la Mazmorra, dispuesto a traeros artículos de los géneros que más me gustan. La fantasía y la ciencia ficción me encandilaron desde que apenas podía caminar con mis cuatro patas, aunque si me das a escoger, ¡la ciencia ficción es lo mío!

Presentaciones aparte, empecemos con las lecturas. Reconozco que este octubre no ha sido el mes que más he leído. Aun así he tenido la oportunidad de sumergirme en dos nuevos universos literarios que hasta ahora resultaban totalmente ajenos a mi, a pesar de que a uno de ellos llevaba siguiéndole la pista varios años. ¡Ya era hora de adentrarme en él!

Todos lo conoceréis, sin duda. Se trata ni más ni menos que de Stephen King, sobre el cual me gustaría hablar más adelante. Pero todavía me falta vivir más obras suyas, ¡así que ya llegará! De momento, sus excelentes novelas Misery y La historia de Lindsey me han hecho vibrar de tensión y sentir escalofríos a partes iguales —nunca olvidaré al chico largo ni a Annie Wilkers—Ahora mismo estoy leyendo esa obra de culto en la que se ha convertido El resplandor tanto en pantalla como en papel. Cómo no, vuelve a transmitirme tanto como sus otras historias. ¡Ya habrá ocasión de hablar de ello!

El otro universo al que le he echado guante este mes es el de Tramórea de Javier Negrete. He vivido demasiados años sin conocer esta saga de fantasía española… pero gracias a Rika he descubierto esta obra tan peculiar. Confieso que me ha dejado un regusto dolorosamente agridulce. Y eso que empezó genial. Al momento de escribir estas líneas, tan solo me he leído los dos primeros, pero espero remediar eso pronto leyéndome los dos que le siguen.

¡Aunque vamos a lo verdaderamente importante! He venido a reseñar un libro en concreto. Uno que me encontré hace unos meses: Japón Especulativo, de Solari Ficción. Me llamó mucho la atención y supe que tenía que cogerlo. Disfruto la ciencia ficción occidental y mis libros favoritos están englobados en ella. Sin embargo, después de cientos de libros, uno acaba agotado. Las historias e ideas se repiten constantemente, y los protagonistas suelen ser prototipos de hombres machos, plagados de misoginia que hacen que pase más tiempo con las cejas levantadas o aburrido. Siento una falta de profundidad, tanto en los personajes, como en las historias y los «por qué» de las obras.

Por suerte, he accedido a novelas de China y Japón. Por ejemplo he tenido el placer de leer El Zoo de papel y otros relatos de Ken Liu, o Shin Sekai Yori de Yusuke Kishi. También se está popularizando Cixin Liu y su trilogía de El recuerdo del pasado de la Tierra. Si no sabéis de qué hablo, quizá os suene El problema de los tres cuerpos, su novela más famosa. Reconozco que todavía no la he leído… ¡pronto caerá! Y por buenas o malas que sean sus historias, resultan un soplo de aire nuevo a la ciencia ficción, con sus novelas más centradas en reflexionar sobre la individualidad, la evolución de la humanidad o simplemente, en la experimentación de sentimientos.

Por eso no dejaba de preguntarme, ¿qué nuevas ideas me encontraría en estas páginas? Pues unas bastante buenas. Y otras… no tanto.

Título: Japón Especulativo.

Autor: V.V.A.A.
Sinopsis: Una selección de espectaculares relatos de fantasía y ciencia ficción que abrirán tu mente a nuevos mundos repletos de imaginación y, en ocasiones, espanto.

El género de la ciencia ficción en Japón eclosionó en la década de los años 50 y 60 de la mano de escritores visionarios que combinaban la milenaria tradición literaria nipona con las nuevas tendencias de la ciencia ficción occidental. El fruto de esta mezcla de exotismo y vanguardia, sumado al nada envidiable mérito de haber sido la única nación que ha sufrido la guerra atómica, dio como resultado relatos innovadores y efervescentes, donde mitología y tecnología juegan un papel fundamental. Tras la Segunda Guerra Mundial, en un intento por redefinir la identidad japonesa, la ciencia ficción optó por reflejar en el espejo del pasado asombrosos futuros alternativos, insólitos mundos imaginados o turbadoras visiones simbólicas de la realidad.
Editorial: Satori Ficción.
Número de Páginas: 336.

Empezando por el principio, Japón Especulativo lo forman 15 relatos de distintos autores —entre los que, lamentablemente, solo figuran dos mujeres—. A esto se le añade un prefacio y una introducción a la historia que acompaña a la creación de esta antología. Un trayecto que se inició hace más de 40 años, en los setenta, por los divulgadores de scifi Yano Tetsu y Judith Merill. Era un proyecto con una meta hermosa. Igual que Occidente influyó a Japón con su ciencia ficción de la renombrada Edad de Oro, esta idea pretendía ser un intercambio de ideas entre una cultura y otra. Sin embargo, es una historia agridulce. Porque ese plan quedó en pausa, y no fue hasta más adelante que fue resucitado de la mano de Gene van Troyer y Grania Davis. No vio la luz hasta 2007, momento en el que se publicó en inglés y de donde se hizo una traducción al español, sobre la cual baso este análisis. Por desgracia, para ese entonces, esos dos “progenitores”, habían fallecido.

¡Seguimos todavía por el principio! Al prefacio le sigue un interesantísimo ensayo, Razón Colectiva de Shibano Takumi. Aparte de aportar su definición de ciencia ficción, propone un escenario en el que el posthumanismo impera y la inteligencia artificial evoluciona muchísimo. Tanto, que se convierten en gobernantes de nuestra vida. Eso resalta lo que ya había comentado antes: la ciencia ficción japonesa se centra mucho en el individuo, en los sentimientos y en la sociedad en conjunción con la tecnología. Sin embargo, los viajes espaciales quedan en su mayoría relegados. Todo se relaciona con su cultura, y hace que entendamos mejor el porqué de la elección de los relatos.
"La ciencia ficción es el término general para una esfera de la literatura (y géneros relacionados) que abarca el concepto de razón colectiva como algo autónomo y aparte el control individual."

Ahora sí, es hora de empezar con las historias. Unas que no podían empezar de forma más humana… y bestial. Porque en el breve Fauces Salvajes de Komatsu Sakyo asistimos a lo autodestructivos que podemos llegar a ser los seres humanos, llevándolo hasta un extremo visceral y, siendo sinceros, difícil de leer. Un perfecto ejercicio de Body Horror. Todo se describe con una serie de detalles tan asquerosos que me hizo apartar la mirada, cerrar el libro e ir a tomar el aire un rato. Es repugnante. Teniendo en cuenta mi propia experiencia, al final resulta en un análisis muy curioso: ¿estamos siendo nosotros mismos autodestructivos al seguir leyendo este relato? Aunque hay otra lectura. ¿A qué nos recuerda el consumismo extremo? En este caso cae en el auto canibalismo, pero puede ser un paralelismo con el capitalismo. Y bajo este sistema inhumano, como se siente el protagonista, solo se puede llegar a un punto. El cese de la existencia.


Comparar la mecanización con lo inhumano es bastante común. Por ejemplo, en La hora de la revolución de Hirai Kazumasa destila cierta tecnofobia, tachando los avances científicos como erróneos. Como si con ello se perdiese parte del pasado. En el relato, una parte se da en un mundo futuro dominado por robots que, igual que en el ensayo de Shibano Takumi, tienen sometidos a los humanos. Esa sociedad totalitaria ya no acepta sonrisas, ni emoción alguna, por lo que el arte queda totalmente descartado… Y los pocos artistas que existen se consideran la última esperanza de la humanidad y deciden huir del Pozo, el único reducto habitable que existe en la diezmada Tierra. Eso sí, no hay que olvidar el contexto en el que se escribió el relato. A principio de los años 60 mucha gente todavía seguía marcada por la Segunda Guerra Mundial y las bombas nucleares, así que es natural ver cómo influyó en el escenario que desarrolla la trama. No solo por la obvia contaminación resultante de la guerra, sino que esta misma también fue la causante de una explosión en el desarrollo científico. La segunda parte del relato habla además de la proliferación de bandas callejeras que aterrorizaron a la población de Japón en los años que siguieron al conflicto bélico. Y la forma de unir el futuro y el presente es… curiosa. Pero efectiva.

Quizá uno de los que más se identifican con los temas de la ciencia ficción japonesa es Hikari de Kono Tensei. Porque en la infinita noche en la que se desarrolla la historia, una mujer y un hombre mantienen una conversación sobre una ciudad resplandeciente y el origen de su brillo. De un resplandor sobrenatural. Uno que hace clara referencia al enfrentamiento entre el individuo y la sociedad y a una gran brecha en la última: los que apuestan por lo natural, y los que tiran hacia lo artificial y los avances tecnológicos. Y el cómo los cambios, aunque se den a nivel personal para que haya una evolución real en la sociedad, debe tratarse de algo colectivo. Cogiendo el contextual y siendo de los años 60, vuelve a tener sentido. Por desgracia otra de las cosas que carga consigo es el contexto machista de la época. Ver violencia hacia una mujer por parte de un hombre de forma tan gratuita es terrible, tenga el contexto que tenga. Por lo demás, me pregunto si Junji Ito, el mangaka de terror más famoso, se inspiró en este relato, porque hay momentos que recuerdan a algunas de sus obras donde una población entera es infectada por un germen desconocido y aterrorizan al protagonista, que no le queda otro remedio que huir. Aun así, es una lectura interesante debido a las múltiples lecturas que puede tener.

Me desharé de tu pesar, de Mayumura Taku es algo torpe. Su personaje principal se me hace innecesariamente estúpido, casi paródico. ¿Sería la intención inicial? Al menos, eso sí, es directo y sencillo. En su narración, adapta el relato de La pata de mono de W.W. Jacobs a la ciencia ficción japonesa. Por si no sabéis a qué me refiero, se trata de un objeto —una pata de mono en el relato original, y un won-ton, un plato típico chino, en esta versión— que concede tres deseos que terminan siendo contraproducentes. Además, si se usa una cuarta vez, caerá una desgracia sobre aquél que lo utilice. Lo interesante del relato es la forma en la que estos deseos se cumplen y las consecuencias que tienen para el protagonista. Porque, nuevamente, vemos el conflicto entre la sociedad y el individuo, y cómo las personas son absorbidas por esa cultura del trabajo y la casi esclavitud del Japón de la segunda mitad del siglo XX, perdiendo la individualidad e incluso el pensamiento crítico.

El primer relato me había impactado, sí. Pero El sendero hacia el mar de Ishikawa Takashi, va mucho más allá. Es el perfecto exponente del típico refrán de «Lo bueno, si breve, dos veces bueno». No dura más de tres páginas y aun así se las arregla para hacernos sentir verdadera preocupación por el protagonista del relato, un chiquillo que se escapa de casa para ver su tan ansiado mar. No puedo decir más. A pesar de que se aleja de los conceptos con los que juega la antología, es un relato impecable y mi favorito de la recopilación.

Del más corto al más original: ¿Adónde vuelan los pájaros? de Yamano Koichi está dividido en 15 curiosas partes. Narran la historia de un chico que empieza a notar algo raro. De un día para otro, empieza a darle importancia al hecho que, desde que tiene memoria, pájaros pasan casi a diario por delante de sus narices. ¿Qué hacen estos pájaros? Parecen completamente inofensivos, pero en realidad cambian de línea temporal al chico. Un cambio muy ligero. Un acontecimiento que nunca sucedió, una persona que nunca existió, el fallecimiento de otra… Llegados a este punto ya es un relato que despunta en cuanto, al menos, lo curioso de su idea. Sin embargo, el autor va algo más allá y escribe 12 de las partes de tal forma que pueden leerse en cualquier orden sin que pierda sentido. Su contenido es… sencillo. Pero aun así, el hecho de poder leerlo de distintas formas y, sobre todo, intentar encontrar una explicación a lo que pasa en el relato, me gana por completo. Porque al final, la ciencia ficción especulativa me parece fantástica. Rascarte la cabeza pensando y filosofando sobre realidades paralelas, líneas temporales, efectos mariposa… es algo único de este género. Y el relato cumple de maravilla y deja al aire preguntas que solo podremos responder en nuestras cabezas.

Otro Prince of Wales, de Toyota Aritsune es una obvia sátira antibélica. En la obra, la guerra es un acontecimiento tan habitual que se convierte en una mezcla entre deporte y juego. De hecho, son tan frecuentes que hay un sector entero de las Naciones Unidas especializado en regularlas. Así, el relato nos pone en la piel de Keith, uno de los llamados Supervisores de Guerra. ¡Ah! No escapamos de su male gaze, por supuesto. A través de sus palabras contemplamos cómo los conflictos se declaran con absurda frecuencia y por causas todavía más alocadas. ¡Las personas mismas rezan a sus dioses para que haya guerra, en vez de paz! El mayor exponente de esto es Isabelle, la otra Supervisora de Guerra. En su escritorio tiene todo un altar dedicado a decenas de estatuillas de deidades a las que reza diariamente para que estalle algún conflicto. Es absurdo, una exageración bestial. Por ejemplo, se comenta sobre una guerra que México le declaró a España por la invasión del S. XVI. Por supuesto, esa ocupación y su consecuencia para la población de México fue deleznable, pero empezar una guerra en un futuro por algo que pasó hace medio milenio es un disparate. Aun así, resulta original porque las guerras no se libran con la tecnología actual, sino con la que se tenía en la época del conflicto original. La guerra desarrollada en el relato, una entre Japón e Inglaterra, debe librarse con el armamento disponible hasta el año 1941, momento en el que sucedió en plena Segunda Guerra Mundial la contienda original. De ahí viene el título de la obra, ya que Prince of Wales fue un acorazado inglés que formó parte de la refriega original. Lo considero un relato curioso, pero muy imperfecto. Detalles como el hecho de que se comente una gran mezcla racial en la población mundial, pero a la vez se detallen unos estereotipos profundamente enraizados en los países de procedencia, hacen que me pregunte el porqué de su inclusión. ¿A qué propósito sirve? Keith es mezcla inglesa y japonesa, e Isabella es una mezcla de cuatro lugares distintos. La trama intenta poner un conflicto en Keith y cómo puede afectar a un Supervisor que sus países de origen se enfrenten. Pero es muy poco efectivo. Casi preferiría que no se hubiese comentado, ya que en un mundo tan mezclado durante décadas o siglos, dudo que esos rasgos culturales se mantuviesen tan puros como hoy en día como para que los países sigan siendo estereotipos andantes.

La soledad es el vehículo de La vida de las flores es corta, de Fukushima Masami. Es… sencillito. Y va directo al grano, cosa que a veces se agradece. La protagonista es Rina, una florista electrónica que, como su nombre delata, crea de la nada unas flores tridimensionales holográficas. Teniendo en cuenta que este relato se escribió en 1967, me sorprende muchísimo cómo se aproximó el autor a lo que sería el modelado 3D de hoy en día. ¡Y eso me encanta! Pero ya es algo más personal, por supuesto… Lo que es indudable es la descripción tan rica y visual del proceso de creación de una flor. Todo esto no deja de parecerme la excusa para meter la ciencia ficción en el relato, porque su verdadero núcleo, como he comentado, es la soledad. Rina no tiene contacto alguno con personas físicas ni, en un principio, lo desea. Ni siquiera cuando le ofrecen un puesto de profesora de arreglos florales, algo que sabe hacer mejor que nadie, es capaz de aceptarlo por el rechazo que le genera. Permanece aislada, como si quisiera conservarse para siempre como una de sus flores digitales, una muestra más de la individualidad excesiva que refleja tan bien incluso la sociedad japonesa de hoy en día. Pero a la vez desea la compañía. Porque la soledad a veces resulta insoportable, y en exceso es algo que destruye a las personas. Al fin y al cabo, los humanos al contrario que las flores que Rina tanto ama, somos seres sociales.

Lo mejor de la antología es, sin duda, Chica de Ohara Mariko. No solo, ¡sorpresa! Es una mujer quien trae la única reflexión sobre el género y sus barreras, sino que es un relato que de verdad invita a divagar y analizar lo que propone. Porque Gil, el protagonista de esta historia cae bajo el male gaze. No, no es él quien observa a las mujeres, cosificando sus cuerpos. Le miran a él. Su cintura de avispa, su casi desnudez, sus movimientos delicados… todo lleva a pensar que se trata de una mujer. ¡Incluso sufre acoso sexual de parte de un cliente! El relato juega además con la animalización, un concepto donde todo lo que no sea el hombre-cis blanco, hetero y de clase alta, cae al borde inhumano. Eso incluye a todo lo queer, a las mujeres, personas racializadas… Todas esas características e identidades las encontramos en la ciencia ficción como algo rallante a lo animal, y lo animal recuerda a algo irracional. Seres alejados del raciocinio que se le suele vincular al hombre, la auténtica humanidad. Y Chica va un paso más allá. Los conceptos de alienación y animalización son más claros porque Gil tiene unos voluptuosos pechos, otro rasgo más que suma a su “feminización” y, por si fuera poco, hace que se sienta un ser aborrecible y despreciable. Además, a lo largo del relato hay varias menciones a la Esfinge, esa criatura de cabeza de mujer —en la mitología griega— y cuerpo de león, comparándose esa mezcla mítica e impensable con la de Gil. Eso es para el resto de la sociedad. Una… criatura. Y como si su mera existencia estuviese desafiando la misma definición de humanidad y de género. Os animo de verdad a leer este relato, puede llegar a gustar más o menos su narración, que no es nada del otro mundo, o la historia que plantea, pero al menos puede dar lugar a análisis y reflexiones muy interesantes. Del mismo modo, os recomiendo encarecidamente que si le dais una oportunidad al relato, también se la déis a este fantástico ensayo.

¡Esto es todo por la primera parte! Todavía quedan ocho relatos más que analizar, llenos de ideas geniales y nuevas, así que estad atentos a lo que se viene.

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