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martes, 10 de diciembre de 2019

Reseña: Cisnes salvajes de Jung Chang



¡Bienvenidos a la Mazmorra! Rika al habla~.  Cisnes salvajes ha sido mi lectura favorita de octubre. Se trata de la biografía de tres mujeres a lo largo del siglo XX en China, donde Jung Chang narra con exquisito detalle las vidas de su abuela y su madre a partir de grabaciones y conversaciones que sostuvo con la última. El libro comienza con el nacimiento de su abuela, y una explícita escena de cómo le destrozaron los pies a los dos años [R: y yo que hasta entonces creía que se solía hacer sobre los cuatro o los cinco, ay] para deformárselos y volverlos atractivos a los ojos de los hombres de la época. Es un inicio devastador, pero básico para el mensaje que doña Chang quiere dar acerca de su vida y la de sus seres queridos. Sirve para ver la vida de esa mitad de la población generalmente borrada de la Historia, y demostrar que, a lo largo de un siglo, los cambios fueron importantes, pero no suficientes.

Título: Cisnes salvajes
Autor: Jung Chang.
Sinopsis: Una abuela, una madre, una hija. A lo largo de esta saga, tan verídica como espeluznante, tres mujeres luchan por sobrevivir en una China sometida a guerras, invasiones y revoluciones. La abuela de la autora nació en 1909, época en la que China era aún una sociedad feudal. Sus pies permanecieron vendados desde niña, y a los quince años de edad se convirtió en concubina de uno de los numerosos señores de la guerra.
Editorial: Circe.
Número de Páginas: 554.


La abuela de Jung Chang fue forzada a casarse con un señor de la guerra, si bien terminó por huir de los familiares de su marido con su hija en brazos, porque querían arrebatársela, y, cuando su primer marido falleció, contrajo un nuevo matrimonio con un anciano médico. Fueron más o menos felices hasta que la guerra estalló una vez más en China y llegaron los japoneses. Su hija, la madre de la autora, se unió desde joven a los comunistas, creyendo vehementemente en la causa, y se casó con otro sincero militante. Este la maltrató y dejó al borde de la muerte en varias ocasiones por su insistencia, rayana la obsesión, de renunciar a cualquier «comodidad burguesa» (también conocida como asistencia mínima básica) y exigir de su esposa que «soportara las cosas como una campesina». Porque, se ve, al final la idea resentida del comunismo que se estableció durante tantos años en China no era mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la población china, sino mantenerlas similares y castigar a algunos que estuvieran por encima. Y resalto algunos, porque el padre de Jung Chang, y más tarde su esposa, gozaron durante mucho tiempo de los privilegios casi nobiliarios de los funcionarios que trabajaban para el Partido Comunista. La propia Jung Chang creció entre flores, aislada del resto de China, hasta que llegó la Revolución Cultural y los funcionarios sufrieron una virulenta persecución.

 
Pero tampoco quiero centrarme en narrar los sucesos históricos. Aunque son muy importantes y Jung Chang se esfuerza por explicar cómo moldearon y destruyeron su vida y la de millones de chinos, esta también es una biografía y autobiografía extremadamente personal. Jung Chang admira a sus padres y a sus abuelos por igual. Puede aceptar la diferencia de creencias y virtudes que tenía cada generación, la tradición y las bondades del comunismo teórico. Pero nunca hace ningún esfuerzo por disimular que sus simpatías se inclinan más hacia su abuela, hacia su madre, hacia la inmensa fortaleza de estas mujeres que lograron sobrevivir a barbaridades contra todo pronóstico, a pesar de la sociedad que insistía en destruir sus derechos y aplastarlas, reduciéndolas a algo menos que seres humanos.

Cisnes salvajes está prohibido en China y, la verdad, no debería sorprender a nadie. Jung Chang rezuma odio contra Mao y los que le rodeaban, y no se molesta en ocultarlo porque Mao fue la figura de culto que dominó su infancia y juventud. Gran parte de la sección que dedica a su pasado sirve para reexaminar su vida intentando explicar al lector cómo la habían enseñado a adorar a Mao, a condonar todos sus actos y buscar culpables en otros lados. Incluso cuando sus padres eran apaleados, sometidos a jornadas de denuncia, obligados a desfilar con humillantes carteles y a no recibir la atención médica mínima [R: que la propia doña Chang reconoce que al final obtuvieron gracias a contactos y a que su padre había sido una autoridad del comunismo], a que tuvo que visitar a sus padres en campos de prisioneros y trabajos forzosos y ella misma fue obligada a trabajar en el campo [R: de nuevo, Jung Chang no duda en contarnos cómo pudo aprovechar ciertos contactos para lograr escaquearse de acabar atada al mismo, como en cambio le ocurrió a su hermana al contraer matrimonio]… Simplemente no era capaz de culpar a Mao. Porque, en sus palabras, era un dios, un emperador divinizado hasta el punto de que no se podía arrugar un periódico donde saliera su foto si no se quería firmar su propia sentencia de muerte.

De modo que, cuando «abrió los ojos», Mao se convirtió en un monstruo. Y la autora no repara en gastos para demostrar que lo era. Jung Chang y su marido escribieron una biografía de Mao Zedong, y me inquietó encontrar críticas que aseguraban que habían manipulado hechos históricos. Según los historiadores eran detalles pequeños, en comparación con todas las otras verdades que se esforzaban en sacar a la luz, pero que siguen ahí y se usaron para demonizar (como si fuera necesario, se las apañó bien solo) a Mao.

A pesar de ello, me niego a creer que doña Chang mienta en Cisnes Salvajes. Y aunque lo hiciera, es un trabajo que sirve de perfecto testimonio histórico y de cómo una época forja los odios e influencias de una persona.

Esta obra una historia terriblemente personal. Dramatizada, sin duda, pero también valiente y sincera. En las entradas finales, doña Chang describe cómo se instaló en Inglaterra y su madre fue tras ella para poder hablar, y hablar, y hablar, cosa que jamás había podido hacer en su país. Le contó sobre los horrores por los que tuvo que pasar, abortando, caminando sobre cristales rotos, encerrada durante meses, incapaz de decir adiós a su propia madre, cuidando de su marido enloquecido. Le habló acerca del silencio y el miedo. No hace falta mentir sobre eso.

Cisnes salvajes es un trago difícil, pero yo no podía parar de leer. En parte, debido a que Jung Chang, con la ayuda de su marido, ha adoptado un estilo limpio, directo y repleto de imágenes fuertes. De joven quería escribir poesía, y no dejo de preguntarme cuánta belleza habría podido transmitir con caracteres chinos si hubiéramos podido entenderlos. Los añorados paisajes de sus recuerdos, aquellos edificios destruidos por la Revolución Cultural, están plasmados de forma tan visual que casi me duele imaginar cómo sería leer algo así en chino. La información histórica está dosificada, preparada para que un extranjero la entienda, y es un ejemplo para que se absorba. De verdad que envidio cómo ha logrado que tantas páginas entren sin problemas.

Su sesgo político nunca queda claro. ¿Derecha, izquierda? A favor de las mujeres, en cualquier caso. A favor de la dignidad de la persona. En contra de Mao. Mao es su pesadilla personal, reducido a un subser inteligente, malicioso y despiadado. Pero este no es un libro de Historia. No tiene por qué intentar ser justa y ecuánime. Es su propio pasado. Y el de su madre y el de su abuela. Si no plasmara ese odio, no sería sincera, no sería un testimonio de la gente que no está de acuerdo con el sistema.

En un mundo donde la libertad de expresión se tambalea más y más en la cuerda floja, libros como Cisnes salvajes, independientemente de lo que uno piense sobre China, Mao o la política, son necesarios por su sinceridad. Y si está prohibido, eh. En la época de nuestros padres se leía a escondidas El Libro Rojo de Mao porque estaba prohibido. ¿Qué menos que leer Cisnes salvajes para completar el círculo?

2 comentarios:

  1. Vaya, parece un libro crudo, y además no he leído nada del tema, así que me interesa, pero no sé, yo no soy muy de historias de personajes. Investigaré más, peo gracias por darlo a conocer^^

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    1. ¡Hola de nuevo!
      Deberías intentar probar con las primeras cincuenta páginas, ¿quizá? Así verías si el estilo te gusta. Es un libro grande y detallista, pero a mí no se me hizo muy denso a pesar de toda la información... Claro que también estoy acostumbrada a leer libros históricos sin más, así que no creo que cuente.

      ¡Espero que le des una oportunidad igualmente!

      ¡Un saludo!

      Atte. Rika~

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