Recordatorio

No somos profesionales, simplemente nos gusta leer y tenemos tiempo libre, así que a veces cometemos errores.

lunes, 3 de febrero de 2020

Reseña: Mélusine de Sarah Monette




¡Bienvenidos a la Mazmorra! Soy Rika y vengo a hablaros de Mélusine, de Sarah Monette.

 Título: Mélusine

Autor: Sarah Monette

Sinopsis: Felix Harrogate, a handsome, well respected wizard among his aristocratic peers, finds his dark past as an abused slave coming back to haunt him and joins forces with Mildmay the Fox, a thief and assassin, to stop the demons of darkness, but a shocking secret that links their pasts could destroy them both. A first novel.

Editorial: Ace Charter

Número de Páginas: 490










Este es el primer tomo de una tetralogía ambientada en la susodicha ciudad, repleta de intriga, nigromantes y una narrativa muy, muy, muy, muy romántica. Romántica en el sentido de oscura, con ambientes casi góticos —aunque estoy convencida de que el referente histórico es más o menos el siglo XVIII—, un poco farragosa y personajes que rozan el melodramatismo.

Tenemos dos protagonistas que cuentan sus respectivas historias en primera persona y, ¡por Medea!, sus voces son completamente distintas. Es una delicia. Una delicia confusa, ya que en ambos casos comienzan in medias res, arrojando datos de lore casi con ametralladora, y hace falta comprender bien el vocabulario para abrirse paso por la novela que va vomitando personajes apenas descritos —a veces ni presentados—, porque los protagonistas los conocen y no se molestan en detenerse mucho en ellos para facilitarle la vida al lector.




Empecemos por Felix. Antiguo prostituto, vendido, humillado y torturado, se convirtió en un poderosísimo hechicero bajo el control de su antiguo amo Malkar. Ahora, tras años de independencia y mezclarse con la pompa y la flor de Mélusine, Malkar decide destrozar su vida. Hay un motivo, claro, entre mágico y político, pero es fácil olvidarlo dados los problemas de la novela con el ritmo y el hecho de que la autora encuentra un placer morboso en torturar al protagonista. Tanto que todas sus desgracias terminan por resultar bastante antinaturales. Y no porque no puedan pasarte desgracia tras desgracia, o que sea extraño que un hombre esté traumatizado tras violaciones [R: Felix es homosexual y sostenía una relación con otro personaje que no aparece mucho. Pronto queda claro que todas sus relaciones románticas parecen ser tóxicas y superficiales, siendo suaves], desconfíe de los demás tras un encadenamiento de sucesos terribles y termine por perder la voluntad de luchar.

El problema es cómo la autora le niega ninguna clase de iniciativa. Ni una. Paralizado por el miedo, la enfermedad o la depresión, en más de 400 páginas no he visto que Felix tome más que un par de decisiones que al final han sido inmediatamente contrarrestadas por la trama. Siento sadismo en esta narrativa, y me recuerda a muchos fanfiction cuando castigas y vuelcas todo en un personaje para reducirlo a la absoluta e inescapable categoría de Víctima TM. Y lo encuentro profundamente enervante porque, a pesar de todas sus experiencias en política, en los suburbios y como prostituto, Felix sigue cayendo una y otra vez en las trampas de los demás. No es capaz de sumar dos más dos, de sospechar que van a utilizarlo aunque él mismo nos diga que está en un nido de víboras, ni sabe cómo moverse en un ambiente cortesano en el que lleva años desplazándose. Es…. muy increíble. Voy a por un ejemplo que ocurre en la página 276 y que se repite una y otra vez en un inescapable patrón:

Vicky believed Thaddeus. They all did. They called me saboteur and malcontent and running dog, said they should have known all along, said they had never trusted me, said I was Malkar’s creature, through and through. They called me deranged, delusional, hysterical, untruthful, craven, sneaking. They would not listen to me. I stared at my hands and did not let myself cry, but when Thaddeus banished me to the bedroom, I fled their hatred and their anger, lay on the bed and still did not cry, staring with hot, dry eyes at the cracks in the ceiling and listening to the fantôme in my head. It could not invade me at this distance, could not possess me as it had possessed that poor, stupid wizard, but it could feel me, it could call to me, and I knew that before long I would answer it, whether I wanted or not.

Felix ya conoce a esta gente que menciona, y no debería sorprenderse porque no le crean. Pero es necesario que se lleve un impacto emocional, porque el fantasma del que habla pretende matarlo y así enfatizamos lo solo, aterrorizado y desvalido que está, con todos dándole la espalda sin darse cuenta de lo que van a provocar.

Y si fuera una vez, estaría bien. Pero es constante. El discurso de lamento, destino maldito inevitable, recuerda a los recursos de los fanfiction. Este tipo de literatura se apoya en la seguridad de que conocemos a los personajes, por lo que no necesitan introducción. Ya sabemos cómo son en el día a día, pero en un fic queremos leerlos de una manera concreta, ya sea felices, miserables o iracundos. Porque es una vía de exploración. Pero Felix no (me) produce ninguna clase de lástima más allá de por su situación. Como personaje, no le conozco, porque solo le encuentro sometido, destruido y teniendo alucinaciones. Durante todo el libro.

Y no es que no se pueda conocer a un personaje en su peor punto. Cazaril de La maldición de Chalion comienza así después de haber sido brutalizado, torturado y sometido durante años. Cuando le conocemos está tremendamente delicado. Pero el libro le da espacio para respirar, para que aprecie el mundo que rodea y, junto con él, no deseamos que se pierda.

De Felix no conocemos nada ni nadie. Y no termina de funcionar bien.


Por otro lado está Mildmay, cuya trama me atrae bastante más porque percibes dolor y sufrimiento en su background. El personaje es muy consciente de que está contando una historia [R: diría que Felix parece estar recordando, mientras que Mildmay pone algo por escrito o lo cuenta oralmente, ya que incluye muchos «si te dijera», «no voy a mentirte», etc.] y trata de no mirar una y otra vez atrás, aunque a veces no pueda evitarlo. Con unos orígenes similares a los de Felix, se trata de un ladrón (y asesino) criado en los suburbios y que entra en una relación con una prostituta llamada Ginevra después de ayudarla a robar a una maga.

Es un narrador ágil, divertido y sorprendentemente honesto en su hosquedad. Mildmay aprecia a la gente de a pie y se preocupa por la misma, mientras que Felix vive por y para sí mismo, y por eso, cuando cae en la desgracia solo puede lidiar con su propia persona. Mildmay pasa por algo similar, pero él sabe cómo moverse, incluso si solo es para escapar, y tiene la voluntad de sobrevivir y salir adelante día a día. Encuentro francamente curioso que a los dos les importa mucho lo que la gente piense de ellos, pero lo manifiestan de formas completamente distintas.

Mildmay en particular es un personaje agradable de seguir porque, a pesar de ser cínico, no puede evitar ayudar a los demás. Aunque vive en una mierda de ciudad donde la mitad del mundo quiere matarlo, tiene momentos de compasión, conversaciones lúcidas y una trama en la que participa activamente incluso si después se deja llevar por el destino. Así que lo conocemos. Lo apreciamos. La idea de que le hagan daño es mucho más dolorosa que en el caso de Felix.


Dicho todo esto, el lore es interesante, pero la exposición es un poco… incómoda para formar una parte tan importante de la historia. El mundo tiene un sistema de magia blanda en su máxima exposición, de esa que no debes buscar unas reglas concretas porque el autor o autora lo empleará como guste para llevar su historia hacia delante.

Es, también, magia simbólica. Por ejemplo, Felix pasa tres buenos cuartos del libro enloquecido, teniendo visiones, viendo lo que nadie más, observando a sus antiguos amigos convertidos en bestias que representan su personalidad (osos, pájaros, serpientes, etc) e interpretando sus verdaderas intenciones a partir de auras que emiten sus cuerpos. Sería una forma interesante de lanzar a diestro y siniestro metáforas de la historia, en particular cómo el Mirador de Mélusine es tóxico, envuelve a la ciudad entera y destroza a las personas que toca. ¡Eh, una metáfora la horrible sociedad en la que viven! Estar cerca cuando eres consciente de la verdad que hay bajo el velo de belleza y decadencia es dañino. Y hace daño a Felix, extremadamente sensible a la magia del Mirador una vez que es violado y destronado de su puesto de control. 

Pero nunca va tan lejos.

Ahora, aunque tiene un gran potencial, su uso se me antoja cuestionable. La autora bombardea elemento tras elemento que nunca antes ha explicado y para el que los protagonistas tienen súbitas ideas que jamás se han insinuado antes. Es… perezoso. Dejad que ponga ejemplos: ¡Oh, vaya, en el río hay sirenas que te matan! ¿Y por qué no se ha mencionado antes? ¡No venía a cuento! ¡Ay, no, que nos cogen! ¡Anda, si puede hablar! Un pacto y sigamos para delante. ¡Ay, hemos explicado los fantasmas, pero no la criatura de la torre, que es un fantôme! ¡Es terriblemente poderoso! ¡Yo, Felix, brujo de inigualable categoría, no puedo resistirme a él! Y poco después llega un personaje de la secta apropiada de magos que sabe exactamente cómo deshacerse de un obstáculo en la trama muy incómodo, porque se ha introducido como una criatura que se obsesiona con poseer a Felix y, si lo hace, bueno. Le mata. Hay que librarse de él.

Y luego resulta que ¡Mildmay estaba maldito! ¡Cosa que no ha mencionado, a pesar de que, al parecer, define su vida! ¡Y precisamente Felix sabe cómo ha podido sobrevivir a una maldición asesina que le está afectando ahora!

En definitiva, hay muy poco de plantar y desarrollar. Se antoja demasiado fruto de la inspiración del momento. Y para una historia que emplea la primera persona y que podría haber explorado a fondo a sus personajes, es un poco lamentable.

Creo que lo más decepcionante es la política. Veréis, como ya he mencionado, Felix es una persona terriblemente absorbida en sí misma y sus pensamientos son por y para sí. De esta forma, a pesar de vivir junto a los brujos que tienen el poder, nos encontramos con que Felix no sirve para seguirles de forma coherente y comprender las intrigas. Por poner un ejemplo conocido: en Canción de Hielo y Fuego, Sansa permanece como POV en Desembarco del Rey para contarnos lo que están haciendo los Lannister, y cuando se marcha, Cersei recibe su propio punto de vista. Ninguna de las dos comprende todo lo que está ocurriendo, y son personajes maltratados y centrados en su propia supervivencia tras traumas psicológicos y sexuales. Pero precisamente por eso se centran en averiguar todo lo que ocurre a su alrededor. Porque lo necesitan para sobrevivir.

Felix no. La cantidad de personajes que menciona es increíble, pero simplemente aparecen sin más. De muchos no conocemos su aspecto hasta que Mildmay entra en escena y los describe… como trescientas páginas más tarde. Además, como Felix no pretende hablar del mundo en el que se desenvuelve, gran parte de los conflictos políticos carecen de contexto y deben presentarse en el momento en el que se vuelven importantes. Es difícil, pues, entender por qué quieren apuñalar a alguien por la espalda. O que te importe, la verdad.

Resumiendo: Mélusine no es una mala historia, pero sí exige un tipo de público que esté muy, pero que muy centrado en querer sufrimiento, tortura psicológica y una trama centrada en dos personajes. Dos que casi no evolucionan hasta el final. Creo que, más que para fans de la fantasía, se la recomendaría a quienes disfruten dramas victorianos y de la sensación de que, muy al final, todo puede salir más o menos bien. Pero solo tras un enorme e inmerecido sufrimiento.

2 comentarios:

  1. Es lo que menos me gusta de este tipo de libros, que casi ninguno son independientes y te tienes que leer la saga. Y como estoy a medias con "Juego de Tronos" y "El nombre del viento", no quiero meterme en ninguna más.
    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. ¡Hola, Rocío!
      Completamente comprensible. Yo no tengo problemas en dejar una saga si no me convence, y me gustan las historias largas, pero es normal querer cosas autoconclusivas de vez en cuando.
      ¡un saludo!

      Atte. Rika~

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