Recordatorio

No somos profesionales, simplemente nos gusta leer y tenemos tiempo libre, así que a veces cometemos errores.

domingo, 7 de junio de 2020

Análisis: The Queen of Ieflaria



¡Bienvenidos a la Mazmorra! Soy Rika y vengo a analizar The Queen of Ieflaria de Effie Calvin.

Me vi atraída por este libro cuando la autora lo promovió por Twitter como una historia protagonizada por una pareja lesbiana. Pocas veces he leído libros así —diría que solo me he cruzado con las novelas de Sarah Waters y algún que otro libro de piratas muy cuestionable—, así que lo anoté en la sección de «quiero leer» de Goodreads. Tiempo después la Pandemia atacó, los libros online bajaron de precio y Quirón tuvo el detalle de regalarme el libro.

Antes de ponerme a leer, pensé que el título era interesante. La reina. No la princesa. ¡Un poco de variedad! De modo que, cuando encontré que estaba protagonizado por dos princesas, una de las cuales busca el trono, me animé pensando que tendríamos una maduración y escalada al poder. Quizá como Doce Reinos.


Pues… Pues me hace gracia decir que he terminado el libro y sigo sin saber por qué se titula así, dado que el statu quo de la historia no cambia y falta mucho, mucho tiempo para que ninguna de las dos protagonistas llegue a ser reina. Y comento esto porque creo que es importante para comprender por qué The Queen of Ieflaria falla tanto a pesar de todo lo bueno que ha construido.

Porque, sí, es un libro entretenido, pero que no sabe qué quiere ser.


Título:The Queen of Ieflaria.

Autora: Effie Calvin.

Sinopsis: Princess Esofi of Rhodia and Crown Prince Albion of Ieflaria have been betrothed since they were children but have never met. At age seventeen, Esofi's journey to Ieflaria is not for the wedding she always expected but instead to offer condolences on the death of her would-be husband.

But Ieflaria is desperately in need of help from Rhodia for their dragon problem, so Esofi is offered a new betrothal to Prince Albion's younger sister, the new Crown Princess Adale. But Adale has no plans of taking the throne, leaving Esofi with more to battle than fire-breathing beasts


Editorial: NineStar Press.

Número de páginas:  158 (249 en papel).





Tal y como se te vende, o como lo promueve la propia autora, The Queen of Ieflaria es un romance. El escenario es perfecto para el mismo; Esofi es una princesa que proviene de otro reino y que va de camino a contraer matrimonio con Albion, el príncipe heredero de Ieflaria. De paso trae consigo a todo un batallón de magos guerreros para acabar con la amenaza de los dragones que asolan Ieflaria, un reino que no puede defenderse a sí mismo de estas criaturas por haber abandonado el culto a Talcia, la diosa de la magia (y creadora de los dragones), lo cual significa que no tienen… bueno, magia.

Por desgracia, su prometido ha muerto en un accidente, de modo que nada más poner un pie en su nuevo hogar tiene que decidir si va a seguir adelante o no. Como se niega a volver derrotada a casa, donde no tiene buena relación con su familia, y quiere ser reina, Esofi acepta casarse con la hija de los reyes, ahora la princesa heredera.

Y claro, eso significa que un día deben tener bebés.

Creo que este es un momento tan bueno como cualquier otro para resaltar una de las… extrañas contradicciones de la obra. Doña Calvin ha trabajado un buen worldbuilding, que se desespera por mostrarnos, pero que no cabe en su historia, así que arroja pequeños detalles sobre los templos a los once dioses, las distintas formas de adorarlos y todo eso. Es decir, yo encantada.

Pero entonces plantea la idea de que los personajes pueden pasar por un Cambio Temporal para afrontar la necesidad de tener descendencia. No parece ser algo agradable, o que te puedas permitir por mucho tiempo, a menos que «desees cambiar de cuerpo» por completo.

¡Solucionado, pues!

O quizá no, porque esto, evidentemente, es magia. Ya sabéis, esa que no saben usar los de Ieflaria. No es que la odien, pero tampoco les entusiasma. Y, sin embargo, Esofi se encuentra con que apenas puede hacer magia porque Talcia le ha dado la espalda al reino. Y mientras lees te das cuenta de que no todos los humanos pueden hacer magia, Talcia tiene que dártela de forma explícita. Entonces, de acuerdo a la reina de Ieflaria, el Cambio es útil y exigido entre los aristócratas, que necesitan tener descendencia, al contrario que los campesinos. Supongo que habrá un sistema social que mantenga a estos o algo para que no necesiten tener a alguien que les cuide durante la vejez para que la reina diga una estupidez así. El caso es que puede que se trate en un siguiente libro, pero a menos que lo haga un mago literalmente no veo cómo gente sin don para Cambiar puede… ¿Pasar por el Cambio?

De modo que ya la idea de que dos mujeres aristócratas puedan contraer matrimonio en un reino donde la magia apenas existe es rarísima cuanto menos, y en ningún momento se plantea que sea una opción surgida de la desesperación para quedarse a Esofi y sus magos. No hay una ruptura social ni tradicional, porque la autora ha querido construir un mundo donde lo LGTBI es natural… Pero entonces te encuentras con un worldbuilding contradictorio como este.

Y esto nos podría llevar a una suculenta discusión sobre los roles de género. Sin enrollarnos mucho, Esofi es la princesita ideal. Inteligente, recatada, bonita y, ¡sorpresa!, muy curva. Con sobrepeso y todo, motivo que siempre ha sido una vergüenza para ella y que otros personajes critican por lo bajini. Pero, y quizá sea cosa de la magia que le concede [R: aunque nunca explícitamente] una resistencia y agilidad importantes, Esofi también es una maga muy bestia que puede luchar contra dragones sin perder un gramo de grasa, así que toma un rol muy proactivo mientras lucha con vestidos sacados casi del rococó. Es fantasía, de acuerdo, no pido que se tropiece con la falda o se doble un tobillo llevando tacones, pero también lo considero un desperdicio de comentario acerca de cómo afecta esto a su vida, o a la de los demás.

Concretamente, a la de su posible esposa.

Adale es una princesa tomboy que nunca ha estudiado, ni ha hecho otra cosa que emborracharse, salir de fiesta y llevarse bien con los sirvientes. Durante varios capítulos tiene que lidiar con la muerte de su hermano y la responsabilidad que de pronto le ha caído encima. Como este es un mundo de fantasía, sus padres le dan un discurso acerca de que ha crecido bien, rica y feliz y ahora debe cumplir su parte del contrato social que le concede esos privilegios y cuidar de los campesinos y demás aristócratas.

Adale no está por la labor.

Se trata de una inversión encantadora de los roles clásicos, y podría haberse desarrollado. La princesa tradicionalmente femenina es la que pelea, la que tiene experiencia y poder blando y duro. Adale es una inexperta en… Todo. Y le aterroriza la idea de que la fuercen a casarse, y depende de sus amigos para que decidan por ella su futuro. Podría haber sido fascinante.

En especial porque lo primero que hace es planear una huida con ayuda de uno de sus amigos. ¡Una princesa que quiere huir de su torre! Pero la cosa no sale muy bien porque a su amigo solo se le ocurre retar en duelo a Esofi por la libertad de Adale. De nuevo, una inversión fascinante y que deja a Adale sintiéndose muy vulnerable e impotente (pero no se explota). Esofi vence gracias a su magia, pero no le sienta muy bien que Adale (con la que había salido a pasear y parecían haberse llevado más o menos bien) la haya traicionado. Esofi da por sentado que la considera gorda y fea, y que es tan horrible que por eso no la quiere como esposa.

No es cierto. Adale no la considera extraordinariamente guapa, pero tampoco tiene mucho que decir de su físico. Lo que la princesa quiere es escaparse porque le da miedo la responsabilidad de gobernar. Aun así, pide perdón a Esofi regalándole un gatito. Esta lo acepta, pero se niega a firmar los esponsales para castigar un poco a Adale. Como este conflicto se prolonga hasta el final del libro significa que Esofi está libre para otros candidatos.

Porque Esofi no quiere a Adale, quiere ser reina y no le importa conseguirlo por el medio que sea, aunque hiera su amor propio.

Sin embargo, es en este momento cuando Adale cobra un súbito interés por Esofi.


¿Es porque la encuentra atractiva? No, nunca dice nada sobre ello, pero tampoco cambia de opinión respecto a su forma de ser al verla derrotar con magia a su amigo. No la admira (aunque compartan algunos ideales sobre la lucha, por ejemplo) ni decide que es un tema común que explotar. Como mucho se sentía culpable por haberle hecho daño, lo cual no justifica que de pronto quiera estar con ella.

Y es que hasta aquí, más o menos la mitad de la historia, la autora ha ido con pies de plomo para presentar el mundo y el contexto de los personajes. Sabemos que Adale es una cobarde que reniega de cualquier responsabilidad, pero que es buena persona y se lleva bien con los plebeyos. Esofi es ambiciosa, responsable y enarbola las normas sociales a su favor. También es buena persona, aunque quiere quemar el templo del dios de la medicina porque ve como una blasfemia que se cosa a la gente, se hierva el agua para evitar enfermedades y todo eso. A Adale la horroriza esta reacción y la invita a intentar, vaya, ser un poquito menos agresiva. Y sería interesante que esto se estableciera como un conflicto, dado que es lo que permite que Adale y Esofi tengan una verdadera conversación en la que la primera deja de tartamudear, razona y defiende a su gente.

Pero no vuelve a aparecer en todo el libro.

Doña Calvin también ha establecido la amenaza de los dragones. Son criaturas que, en el pasado, podían hablar, pero terminaron olvidando cómo hacerlo. Esofi nos cuenta que la avaricia por los metales preciosos les puede y atacan a la gente. No solo eso sino que avanzan poco a poco hacia la capital de Ieflaria.

Todo muy interesante, bien plasmado aunque sea de forma explicativa a muerte.

El problema es que aquí el libro sufre un cortocircuito y no se decide sobre si lo que pesa es el romance, la política o la magia, así que no da preeminencia a ninguno.

Y esto se ve en que la relación de Esofi y Adale da un salto brusquísimo. A tres días de conocerse están besándose y acariciándose como tiernas amantes a pesar de que han conversado en un par de ocasiones y Adale sigue sin querer casarse.

Esofi reached out and touched Adale's face again, her open palm resting against Adale's cheek. Adale leaned in, wrapped an arm around Esofi, and pulled her close enough to press their foreheads together. Esofi's lips were irresistibly close, and Adale kissed her again. This time, Esofi returned the kiss, though she still seemed a bit uncertain.


Quiero decir… Estas parecen haber pasado por un cortejo. Uno que no existe. Además, tras esta escena ya están hablando sobre el Cambio y tener hijos. ¡Ja, creíais que me había olvidado de que quería hablar de los roles de género! ¡Pues no!

Ninguna de las dos se siente preparada para tener hijos —ojo que esto cambia de forma rocambolesca hacia el final—, lo cual está bien, sobre todo porque Esofi respeta que Adale necesita espacio y acostumbrarse a la idea de ser, quizá, la próxima reina. Sin embargo, la conversación no suscita… nada sexual, ni erótico, ni emocional, a pesar de que se han besado y toqueteado. No hay ensoñaciones, excitadas o temerosas, acerca de cómo sería compartir noches con la otra persona. Muchísimo menos se da una reflexión acerca de cómo sería afrontar el Cambio, o cuál de las dos debería afrontarlo.

¿Esofi, que tiene un rol muy proactivo en la historia mientras que Adale es completamente pasiva?


Pero lo cierto es que la relación entre Adale y Esofi es casi… ¿Inexistente? Aun así, pasan de apenas haberse visto a andar besándose de forma que dices, bueno, esto ya está consolidado… ¿No?

Pero no, porque entonces la autora decide incluir a los MellizosTM, dos primos de Adale. Según lo que sabemos nunca salen de su casa, odian socializar, pero Adale sugirió que la sustituyeran como reina porque se les daría mejor… A pesar de saber que son malas personas.

Estos primos irrumpen en escena para seducir a Esofi, que se deja de muy buena gana. ¿Por qué? Bueno, yo intuyo que es porque siempre se ha sentido fea y tiene peleas con sus doncellas acerca de si puede gustarle a alguien por algo más que ser la posible futura reina. Y una pensaría que Adale, siempre puesta a huir y que odia el poder político, si de pronto te besa es… Es porque se interesa en ti y no en tu título, ¿no?

¡Pues no, porque la autora se ha metido en el embrollo de haber culminado un acercamiento con un beso para meter luego el conflicto! Como consecuencia, debe ignorar que Esofi ya sabe su decisión [R: en realidad, todos la sabemos] e introduce una especie de tetrángulo, cayendo en ese horrible cliché en el que no distingues a un mellizo de otro. Brandt… Sé que es un hombre. Y Svana una mujer que canta como los ángeles. Y que los dos son unos elitistas horribles y malhablados, pero que fingen maravillas delante de Esofi. En realidad la que interacciona con los mellizos es Adale, que decide que quiere a Esofi para sí misma, que tiene ventaja porque se ha besado con ella y que ya pensará sobre ser reina.

Esofi solo tiene un breve párrafo dedicado a los hermanos que está considerando como futura pareja. Sobre Brandt… En realidad no me acuerdo de qué piensa sobre él, algo sobre bailar. Acerca de Svana piensa que canta muy bien y le pone flores en el pelo, así que no está mal. Ah, y como ambos capturan a un Unicornio pues supongo que le tocó mucho el corazón, a pesar de que tiene que pedir que lo liberen porque no está bien encerrar a criaturas mágicas. Les ha visto ser bordes con la gente, tratar fatal a los criados y todo eso, pero parece que la inteligente Esofi ni siquiera tenga espacio para negarse a creer que sean tan malos porque le gusta que la abrumen con su presencia. Porque YO supongo le gusta sentirse deseada. El texto no lo desarrolla. ¡Sería poner a Esofi bajo una luz negativa!

Y todo esto es alarmantemente frío para estar desarrollando un romance.

Que no veamos a Esofi dudando sobre su futuro se debe a que la trama mágica empieza a abarcarlo todo. La diosa Talcia empieza a repartir besos boca a boca entre la gente y les concede sus poderes. Como los mellizos figuran entre estos bendecidos, imagino que les robó un beso a cada uno, pero nunca se resalta en la historia. Podría haberse puesto que Esofi se vuelve hacia ellos porque los encuentra más afines y le gusta charlar de ellos con magia, mientras que Adale es la definición de Anti-Magia [R: Talcia se cruza con ella dos veces y le dice claramente que a ella no la piensa besar, lo cual es... bueno, ¿gracias? Porque Talcia se dedica a besar a gente borracha, abordándola de la nada]. Entonces un dragón ataca la capital y Esofi sale a pelear contra él.

Ahí averigua que los dragones recuerdan cómo hablar, pero que «alguien» les impide hacerlo. Esofi se siente mal por haber estado matando dragones y sus doncellas no consiguen hacerle reflexionar sobre que estas criaturas inteligentes están masacrando humanos por motivos desconocidos.

En cuestión de unas pocas páginas Adale parece dar un giro hacia lo intelectual. Y habría sido interesante que comenzara a apreciar la Historia por cualquier motivo personal, pero lo hace para quedar bien frente a Esofi. Lo único que averigua en sus pesquisas lecturiles es que hay un libro que transcribe las palabras de un dragón, y que los huevos de estos deben ponerse en fuego para entrar en calor. Parece tonto, pero tendrá una… extraña y superficial relevancia al final.

Hablando con unos embajadores, Adale saca en claro que el señor del que hablan los dragones es como un emperador dragón. Ella y Esofi investigan juntas y charlan sobre el tema, meditando sobre cómo de cruel debe ser esta criatura. Y a menos de veinte páginas del final… ¡Resulta que este dragón, recién presentado hace unas quince páginas, hace acto de presencia! ¡Y todo cuando Adale por fin iba a firmar los esponsales, pero sus primos la atan y encierran porque evidentemente Esofi va a pensar que ha huido otra vez y que les va a preferir a ellos!

Cosa que…

Bueno. ¿Ocurre?

O habría ocurrido si el dragón no hubiera aparecido.

No tengo palabras para describir lo precipitado que es todo, lo mal presentado que está. La relevancia de este dragón es mínima, tanto que debería haberse presentado al principio de la historia para que el conjunto resultara algo más coherente.

El dragón emperador se enfrenta a Esofi, que ha ido a plantarle cara sin esperar a sus magos ni a nadie porque supongo que le puede la responsabilidad. Esta actitud temeraria luego se ve premiada, lo cual es… incómodo, cuanto menos, dado que Esofi literalmente no aprende nada a lo largo de la historia.

Enfrentada al emperador, logra que este les diga por qué ataca a los humanos: ¡porque la diosa Talcia les favorece más! ¡Así que los eliminará a todos!

¿Sor… presa?

Esofi lucha contra él, se mete en su boca y lo mata. Al caer inconsciente tiene un breve encuentro en el Más Allá donde Talcia le explica que ella no odia a los dragones, pero que se han vuelto villanos. ¡En cambio los humanos están tan llenos de amor, ah…! [R: y aquí postulo que la diosa no es muy buena a la hora de juzgar a los humanos]. Y que de vuelta para casa, Esofi, que te cases con Adale porque claramente ella te quiere.

Cuando Esofi despierta entre trozos de dragón asado (el resto se han retirado) y ve a Adale, de alguna manera hay espacio para que hablen de los esponsales. Adale le grita que sus primos la encerraron, las doncellas de Esofi la liberaron, ¡y no fue su culpa faltar!

Ahora, la presentación es terrible. Si volvemos a la escena de los esponsales nos encontramos con que Adale acaba encerrada en el dormitorio de su hermano y pasa un rato dentro, sufriendo porque nadie va a creer que no intentó huir. Entonces las doncellas de Esofi la liberan y saltamos al punto de vista de Esofi.

Aquí vemos que Adale no acudió a la comida ni a lo que vino después, y hay una breve línea de las doncellas de Esofi discutiendo en voz baja. Después ataca el dragón y todo se va de madre. De modo que debo asumir que la parte en la que Adale acaba encerrada y luego la liberan las doncellas, a pesar de venir antes, ocurrió a la vez que el ataque del dragón y que las mujeres prefirieron ir a salvar a Adale que mantenerse protegiendo a su señora.

El caso es que si Adale fue liberada a tiempo de ver el dramón de la lucha de su prometida contra el emperador, podría haber jugado algún papel en la historia. Se podría haber incidido en su frustración por no poder luchar, que hubiera tomado alguna decisión organizando a la gente para salvar a Esofi… Cualquier cosa que la hubiera hecho reflexionar sobre sus deberes, sobre querer ser reina, y apreciar a otra persona.

¡En cambio, no hay nada!

Eso significa que Adale, aunque ha sido la que más ha cambiado, no ha tenido nada que hacer en la historia.

Literalmente.

Pero bueno, nos habíamos quedado con que Adale le gritaba la verdad a Esofi. La princesa se niega a creerse que los Mellizos TM hayan podido hacer nada malo.

Esto ocurre a tres páginas del final:

“Lisette” said Esofi weakly. “She is lying, isn’t she? Isn’t she?” (p. 154)

Nunca vemos cómo le sienta esto a Adale. Por no ver, tampoco vemos cómo lidia Esofi con el falso cortejo, ni con nada. Los dragones se retiran, Talcia les deja un huevo de dragón y Esofi decide que ella y Adale tienen que firmar su contrato matrimonial antes de que eclosione.

El libro finaliza con una merienda campestre, donde ha nacido un dragoncete al que tienen como hijo [R: no lo digo en broma, no]. Adale plantea que ha sido gracias a que ella supo que había que ponerlo sobre un fuego [R: podrían habernos mostrado lo importante que es leer y aprender de la antigüedad, o utilizar métodos lógicos no-mágicos para salvar la vida de un dragón, pero para qué]. Los MellizosTM han sido enviados a su casa y próximamente las dos princesas van a casarse.

Ah.

También se aman locamente:

“Because I am madly in love with you”

“Esofi smiled. ‘So am I’” (p. 156)

Os recuerdo que hace tres páginas Esofi deseaba que Adale estuviera mintiendo y se negaba a creer en ella.

Ah, y supongo que ahora Adale está contenta con la perspectiva de ser una reina.

¡Menudo cambio en menos de dos semanas!

The Queen of Ieflaria empieza bien. No da la sensación de que pueda ser una historia muy profunda por todos los temas que introduce, imposibles de desarrollar en 158 páginas, pero nunca decide qué es. ¿Un romance? ¿Una historia de Esofi luchando contra dragones? ¿Un drama en el que los dioses meten demasiado las narices?

Al final, ni una cosa ni otra. Es demasiado ambicioso para lo poco que da, con recortes que hacen que pierda toda la gracia. Los dragones son, supuestamente, una amenaza, pero cuando te detienes a pensar te das cuenta de que no matan a nadie importante en toda la historia. Solo extras de otras zonas del país que no hemos llegado a ver ni de refilón. En cierto momento Esofi le niega ayuda a un campesino porque no puede dividir a sus batallones de mago sin arriesgar sus vidas [R: cualquiera lo diría cuando ella solita se carga a dos dragones sin tener experiencia previa]. Podríamos haber averiguado que la aldea de este pobre hombre fue arrasada durante el avance de los dragones, ¡pero eso haría que las decisiones de Esofi tuvieran peso, vaya por Medea!

En cuanto al dragón emperador…

En serio.

Aparece e inmediatamente lo mata una mujer que solo tenía experiencia asesinando a un dragón desprevenido con anterioridad. A pesar de meterse en su boca y que le caiga encima un dragón, Esofi como mucho sufre que se le quemen las cejas.

¿Por qué son tan peligrosos estos dragones?

La tensión del tetrángulo debería haber estado desde el principio, en vez de en la segunda mitad de la historia (donde solo molesta y no crea ningún conflicto), los personajes no se aprecian entre ellos ni evolucionan, y el terrible villano final se presenta y vence en las últimas cuarenta páginas. El worldbuilding tampoco tiene espacio para respirar. Hay muchos dioses, pero solo a una le da por aparecer. Los nuevos magos no juegan ningún papel en la historia. Los elementos LGBTI son interesantes por sí mismos (por ejemplo, existen neutroi que no son ni hombres ni mujeres y suelen tener un trabajo concreto relacionado con el dios equivalente a Hefesto. ¿Se menciona o desarrolla esto aparte de las líneas en que se menciona? Nope), pero la autora no se arriesga a hacer nada rompedor. Es decir, no tiene por qué haber homofobia, o costumbres estrictas, pero cuando todas tus mujeres salvo Adale visten vestidos, llevan maquillaje y tienen un comportamiento distinto al masculino, una espera un vago comentario social. Cuando se presenta la idea de que la reproducción tiene preeminencia entre los aristócratas podría aparecer como un enorme conflicto entre Esofi, tan dedicada a cumplir las reglas, y Adale, que las odia. Por favor, Esofi es una princesa de acero por dentro a pesar de su blando aspecto, y no tiene más que un vago choque con Adale, que es dura por fuera pero un plan reblandecido con leche por dentro. Esofi quiere ser deseada, pero no reflexiona sobre los besos de Adale o cómo esta la atrae por la cintura y la toca al besarla. Ni una vez. Ninguna quiere hijos ahora mismo, pero solo lo sabemos porque lo mencionan en voz alta. No hay escenas donde Adale piense que a lo mejor si tiene que tener un hijo, joder, que sea la otra la que tenga que llevarlos nueve meses dentro. O Esofi reflexionando sobre cómo sería su figura, o si querría que Adale fuera quien los tuviera. Y un largo, etc.

En definitiva, es un libro disfrutable si no piensas, pero que no cumple ni siquiera con lo más básico del romance porque los conflictos no son ni fuertes ni creíbles.


The Queen of Ieflaria o bien necesitaba más páginas, o decidirse por uno de todos los temas que presenta. En el primer caso habría tenido más espacio para que Esofi y Adale simplemente tuvieran tiempo para estar juntas, hablaran y se apreciaran hasta amarse. Podría ser tierno, sin necesidad de un conflicto gordo como el tetrángulo, y habría funcionado bien. No toda historia de amor tiene que ser un drama o increíblemente tensa.

Pero si se escogiera un único tema, entonces habría que deshacerse de los otros dos. El romance es el que tiene más ventaja sobre los demás por haberse preparado en la primera parte, por ejemplo. En cambio, una historia acerca de la madurez los dos personajes exigiría desarrollar más el mundo y sus respectivas posiciones en él, sin saltar por encima de responsabilidades sociales, género y demás. La lucha contra los dragones, por su parte, necesitaría de un peso mucho más descarado. Habría que mostrar muertes, por indirectas que fueran, y establecer al menos una incursión triunfante de los dragones para que dieran verdadero miedo. El dragón emperador definitivamente no puede mencionarse y aparecer al final solo para morir sin que se lo vea como un chiste, así que probablemente habría tenido que plantearse como un problema desde el principio.

Es decir, el libro necesitaba muchos cambios.

Y es una verdadera pena, porque en sí prometía bastante.

2 comentarios:

  1. Menuda lástima porque tanto los temas como la construcción de mundo me parecen superinteresantes, en especial el tema LGTBI. Pero bueno, creo que es importante que vayan surgiendo obras como esta, que se salen del cánon. Quizás poco a poco llegue a salir algo decente.

    Un saludo,
    Laura.

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    1. ¡Sí que es una lástima! Iba con bastante ilusión... Y, bueno, puede que un día me anime con la segunda parte, pero de momento no me da mucha confianza. Me muero por leer alguna fantasía sáfica bien escrita, y quiero pensar que solo es cuestión de tiempo que me tropece con una.

      ¡Un saludo!

      Atte. Rika~

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