Título: El anillo de Salomón
Autor: Jonathan Stroud.
Sinopsis: ¿Qué hace un genio como yo convertido en un vulgar esclavo? Antes era poderosísimo y miradme ahora: en pleno siglo X antes de Cristo y a las órdenes del cretino de Khaba. Me paso los días recolectando alcachofas (pero solo las más bonitas) o picando hielo de las montañas para que los sorbetes del rey estén bien fresquitos. Y todo porque mi amo tiene miedo de un arito de oro. Bueno, en realidad es el anillo mágico de Salomón, rey de Jerusalén. Con él puesto es capaz de invocar ejércitos enteros de espíritus malvados y de amenazar a los hechiceros, reyes y guerreros para que le ofrezcan sus servicios y riquezas. Parecen todos perritos falderos. Por suerte, he conocido a Asmira, una niñita muy espabilada (¡utiliza las dagas como un demonio!) a quien la mismísima reina de Saba ha encomendado una misión secreta. Cuando me la camele, seguro que podremos conseguir muchas cosas……
Editorial: Montena.
Número de Páginas: 416.
Ay Bartimeo, siempre es un placer volver a leer tus aventuras, aunque no sea junto a Nathaniel [L: No estoy llorando. Aún no] [G: Que mentira].
Cuando supe que existía una precuela de Bartimeo me acerqué a ella con recelo, convencida de que no iba a superar a la trilogía original y no muy segura de por qué existía. Tras habérmelo leído por segunda vez sé que con certeza que no supera a la trilogía y sigo sin saber por qué se ha escrito esta novela, aunque me puedo imaginar que don Stroud echaba en falta —normal— a Bartimeo y quiso contarnos algunas de sus aventuras que, a decir verdad, solo afectan de forma anecdótica al personaje.
Personalmente habría preferido la historia de cómo nació, es decir, la primera vez que invocaron a Bartimeo. Una que tuviera repercusión, vamos.
En cualquier caso, lo que tenemos es El anillo de Salomón y, para aquellos que no hayan leído la trilogía original, sabed que es una precuela y que no necesitáis la trilogía para enteraros de lo que ocurre. Es un libro divertido y entretenido y supongo que, si entras de cero, sin saber nada, el mundo te parecerá original e innovador en el tema del trato de los genios. No aportará muchísimo, pero es una lectura recomendada cuando no tengas nada mejor que hacer y quieras ver aventuras, genios transformándose en atractivos sumerios con perilla, chicas que lanzan mortíferas dagas de plata, un rey Salomón interesante cuanto menos, temas que tratan la dicotomía sobre la esclavitud y, ante todo, mucha, mucha labia por parte de un personaje tan divertido como Bartimeo.
Así, sin spoilers, os diré que la trama es muy sencilla: la reina de Saba, que se mantiene independiente de Jerusalén, recibe una peligrosa amenaza del rey Salomón al negarse a casarse con él y envía a su mejor guardiana, Asmira, a eliminar al rey, que tiene un poder absoluto gracias a un anillo que le permite invocar todo tipo de genios y, en especial, a un ente capaz de hacer todo.
Mientras tanto, Bartimeo se mete en un par de líos desobedeciendo las órdenes de Salomón y acaba encontrándose a Asmira en el desierto mientras va purgándolo de bandoleros. Tras esto, aunque todavía faltará un poco, a Asmira se le ocurrirá que va a necesitar ayuda para terminar con Salomón.
La historia no es complicada y transcurre en muy poco tiempo; no tiene tampoco ningún mensaje profundo. Aun así, los personajes son carismáticos, con voces propias y completamente grises; ninguno es bueno ni ninguno es malo, todos tienen sus fallos, Bartimeo más que ninguno. La lectura es fácil y sencilla, las páginas se pasan volando aunque podríamos señalar que la acción tarda un poco en empezar, si bien es cierto que sirve para formar todas las enemistades y dar paso a los desenlaces finales. No considero, en este caso, que la ligera lentitud del inicio tenga malas repercusiones en la historia.
El mundo está completo y se atañe a sus reglas; para aquellos que vengan de la trilogía se encontrarán con una sorpresita ya que no había pasado antes algo parecido y resulta, cuanto menos, interesante.
En definitiva, un libro recomendado.
Pues… La verdad en que no tiene nada del otro mundo y eso se ve en que transcurre en tres días o menos. Técnicamente pasa más tiempo, ¿alrededor de diez días?, porque Asmira tiene que viajar desde Saba hasta Jerusalén, pero como no se narran no son de importancia.
Básicamente, Bartimeo se mete en un lío al matar a su antiguo dueño después de engatusarlo con una antigüedad para que se dispare a sí mismo y se expulse del círculo mágico que lo protege. Como castigo, el rey Salomón lo pone a trabajar a las órdenes del hechicero Khaba, que pone firmes a los genios como él pero, como el señor está muy ocupado manipulando la política a las espaldas de Salomón —junto con otros grandes hechiceros— [R: aunque de esto no nos enteramos hasta el final. No me gusta esa falta de información, don Stroud o__ó], no vigila lo suficiente a Bartimeo a quien cogen haciendo magia dentro del recinto de Jerusalén, algo prohibido [R: además de cantando una canción un poco mortificante sobre una de las esposas de Salomón.]
El rey, indignado, envía a Khaba al desierto a deshacerse de bandas de asaltadores que molestan a las caravanas.
Por otra parte, Asmira es la capitana de las guardianas de la reina de Saba [R: ¿a pesar de ser prácticamente una niña? Pues sí, con un par de ovarios. Que comprendo que en el pasado dejabas de ser niño alrededor de los 12 años pero si la tratan casi como una chiquilla, quitando Khaba que se la come con los ojos, me cuesta un poquito bastante creerme que tenga un cargo tan importante][G: Ya sabes, chica guay joven para el público femenino aunque no tenga sentido], que ha sido amenazada por uno de los genios de Salomón para entregar cierta cantidad de incienso si no quiere que su ciudad sea destruida ya que se ha negado a contraer matrimonio con Salomón, que ya tiene un amplio harén, por cierto.
El caso es que la reina Balkis le pide a Asmira que se lance en una misión suicida para salvar a su reino y ella, claro, acepta ilusionada [R: porque su senpai noticed her]. Tras un largo viaje está a punto de morir a manos de un genio cuando Bartimeo la salva. Ella le promete pedir a Khaba que lo libere —y, en efecto, lo hace— y después se deja llevar por el hechicero hasta el palacio de Salomón.
Khaba, por desgracia para Bartimeo, lo mete en un frasquito para regalárselo a Salomón como castigo ¡pero no os preocupéis! Asmira ve que se le acaba el tiempo y decide que hay demasiadas murallas mágicas para ella, así que birla el frasco e invoca a Bartimeo para que le ayude a llegar hasta Salomón y así matarlo.
Saltándonos los detalles, Bartimeo averigua por el camino que Salomón tiene un gran problema: su anillo todopoderoso duele, así que debe quitárselo por la noche.
Bartimeo aprovecha que su ama y Salomón están discutiendo a gritos sobre si este de verdad amenazó con destruir Saba o no —que no fue el caso, fue Khaba actuando a espaldas de Salomón para sacar dinero— para intercambia el anillo por un arito de comida que había cerca. ¿No es encantador?
Aunque, de tenerlo de sirviente, me pasaría el día así. |
Asmira, al averiguar que todo es una mentira, no quiere matarlo y prefiere marcharse de allí. El problema es que Khaba lleva mucho buscándola, habiendo relacionado su desaparición de los aposentos y el robo de Bartimeo. Se hace con el anillo e invoca a su entidad máxima para destruir Jerusalén [R: uno pensaría que lo hace por pura venganza pero Khaba quiere que Egipto vuelva a ser el sitio guay de hechicería, así que tiene sentido que busque destruir Jerusalén]. Asmira logra cortarle el dedo en el que lleva puesto el anillo gracias a su precisión lanzando cuchillos y comienza una persecución del marid de Khaba, Ammet, y Bartimeo hacia el mar para tirar el anillo al mismo mientras Asmira intenta defender a Salomón.
Al final ocurre lo que más me gustó del libro: Bartimeo tiene que ponerse el anillo para librarse de Ammet, porque este es demasiado fuerte para él. El efecto es muy destructivo sobre la esencia de Bartimeo, que aprovecha después para tomar la forma de Ammet y así acercarse a Khaba y acabar con él.
Tras esto Salomón devuelve todo a la normalidad y además trae a Balkis para poner los puntos sobre las íes. Por supuesto —gracias—, Balkis se desentiende de Asmira en cuanto ve que no sólo no ha cumplido su misión sino que ayudó a Salomón aunque eso no impide, como política que es, que acepte la invitación del rey para negociar con él.
En un final algo precipitado, Asmira se rehace como persona, decide iniciar una nueva vida y libera a Bartimeo, que parte al otro Lado después de pensar que la chica no está mal y poco más.
Y así se acaba la historia [L: ¿Y cuándo sale Nathaniel? R: eso me preguntaba yo a cada página].
Nada especial, pero divertida a su manera.
—Bartimeo
Qué decir de Bartimeo, podríais ir a nuestras otras reseñas y encontraríais básicamente lo mismo. Un personaje lenguaraz, impertinente, oportunista y resentido aunque me gustaría señalar que ahora —al ser más joven— es algo más amable, algo más ingenuo (si es que eso es posible con un genio que ha vivido tantos siglos) y dispuesto a confiar en los demás.
O al menos en los niños como Asmira.
Bartimeo es capaz de sacrificarse por sus compañeros genios ante Khaba, también de buscar la liberación no solo para sí mismo, sino para su ami-enemigo Faquarl, tan cínico y práctico como en la trilogía original, y también hasta de confiar más o menos en que Asmira cumplirá con su promesa de liberarlos.
Es una faceta que no vemos en Bartimeo en otros libros, más de un milenio más tarde, ya rencoroso, cansado y sin más propósitos que fastidiar a sus amos. Me ha gustado verle y que no sea un personaje tan fetiche como uno podría temerse al abrir este libro, que no tiene otro objetivo que entretenerte con su historia y poco más.
En fin, Bartimeo no nos ofrece nada nuevo excepto en tres puntos que habría estado muy bien profundizar y es una pena que don Stroud no lo haya hecho:
-Bartimeo conoce a Ammet, que está enamorado de su amo.
Por supuesto, esto se hace para contrastar la relación que tendrá Bartimeo con Ptolomeo. Que Ammet ame a Khaba no solo es incomprensible para Bartimeo al verlo desde el punto de vista de un esclavo, sino para nosotros al ser Khaba un hombre cruel, despiadado y que castiga de tanto en tanto a Ammet, como a este no le importa reconocer [R: una relación tóxica… ¿Masoquista?] y que no se preocupa por su sirviente.
Me duele personalmente que se haya representado la relación así, porque no solo se demoniza a Khaba, lo cual lo convierte en un personaje aburrido y olvidable, sino que se pierde la idea de que los espíritus pueden querer a la gente que les oprime y los vuelve más cercanos, interesantes y trágicos. El dúo Khaba-Ammet aparece como algo despreciable porque, al fin y al cabo, nos lo está contando Bartimeo, que no amará a ningún humano hasta Ptolomeo, el niño egipcio que lo invocará muchos siglos después para hacerle preguntas sobre los genios y llegará a ser su amigo [R: antes de que nadie me diga nada, estoy hablando de amor no romántico. No tengo ni idea de qué clase de amor compartían Ammet y Khaba pero, aparte de unilateral por parte de Ammet, era servil], pero eso no exime a don Stroud de pereza o poca imaginación con estos dos. Ammet ama de verdad a Khaba, aunque sea de forma retorcida, porque está dispuesto a sufrir, a ser invocado una y otra vez para estar al su lado de una forma física ya que se convierte, literalmente, en su sombra y obedece todos sus deseos.
¿Por qué no se nos ha explicado más esta relación? ¿Por qué no ha sido más compleja y no basada en alguna clase de síndrome de Estocolmo mal desarrollado? No pido que sea una relación sana, ni siquiera muy profunda, pero si se iba a usar para desconcertar a Bartimeo, para decirnos que hay algo más que órdenes y latigazos, habría sido interesante que se desarrollara ya que se está haciendo también cierta comparación con Asmira, que sigue ciegamente a Balkis… Solo que en su caso es por ignorancia. Ni Bartimeo ni Ammet son ignorantes y tienen mucho rencor y experiencia acumulados. Si hasta ahora sólo hemos visto a Bartimeo amar a un humano o dos [R: debo destacar que la relación de Bartimeo y Asmira es, como mucho-muchísimo, cordial hacia el final] ¿por qué no se ha profundizado un poquitín, un chiquirriquitín a Ammet y Khaba que son los villanos principales, al contrario que Salomón, quien únicamente es el antagonista hasta cierta parte?
En realidad hay otro personaje que parece apreciar a su amo: Uraziel. Quizás se deba a que es educado, ya que no es desagradable cuando lo manipula Khaba, si bien con Salomón muestra una familiaridad que solo atisbamos en el par de palabras que intercambian pero que me tocó la patata podrida que tengo en el pecho [L: Y eso que la riego cada día D:]. Aun así sería demasiado lejos decir que son amigos ya que no sabemos nada: quizá Uraziel simplemente aprueba a Salomón por ser más digno que otros monarcas y preocuparse con sinceridad por su pueblo. Nunca lo sabremos.
-Bartimeo se pone el anillo de Salomón y da órdenes a Uraziel, su espíritu, tan poderoso que nunca llega a dársele ni siquiera un rango. El hecho de que un esclavo utilice a otro es fascinante, sobre todo por la ironía de que los esclavos siempre son muy superiores a sus amos pero están atados a ellos. Bartimeo siempre gusta de recordar al lector la ineptitud de los humanos, incapaces de hacer nada si no cuentan con los genios, y de pronto su inteligencia y sus poderes no son suficientes.
Tiene que recurrir a alguien superior y obligarlo, aunque sea a placer de Uraziel, que parece encantado de castigar a Ammet, a hacer algo. Es decir: se pone a la altura de Salomón y de cualquier otro hechicero, pero más de Salomón al dolerle una barbaridad el anillo.
Bartimeo se ofrece de inmediato a liberarle pero Uraziel le dice que no será capaz de romper el anillo: aun así es interesante que Bartimeo haya tenido que ponerse en lugar de amo aunque solo sea durante unos segundos.
La pena es que no se reflexione sobre ello.
-Por fin se dice en voz alta que Bartimeo disfruta siendo esclavo. Desde luego sufre, se queja, no quiere hacer lo que le ordenan, pero como bien señala Asmira, recuerda todas y cada una de sus hazañas, que le encanta resaltar y recordar a todo el mundo. El riesgo de muerte, claro, le echa atrás, pero eso no impide que el peligro le tiente, le haga disfrutar.
Porque adora ganar.
Es una mentalidad muy interesante para un esclavo y muy implícita en El anillo de Salomón y en todos los demás libros, precisamente porque Bartimeo se niega a reconocerlo.
Es curioso cómo a don Stroud le gustan los «niños» que se equivocan. Bartimeo no es capaz de acercarse a adultos porque ya están marcados, demasiado metidos en su camino, sea cual sea, para cambiar, pero deposita sus esperanzas en los niños o en la gente joven. Siento que es un mensaje de esperanza, de que mientras te hagas cargo de lo que has hecho y seas joven [R: se siente Green] [G: No sé de qué hablas (?)] tienes la oportunidad de cambiar para mejor. Si tuviera que criticar algo de esto, diría que don Stroud repite demasiado la idea y además, siempre, siempre, con niñas/mujeres, que tienen la capacidad de redención sobre el contraparte masculino. No es algo que me entusiasme demasiado pero tampoco quiero darle mucha importancia.
Si los libros de Bartimeo fueran una saga de capítulos, me imagino que habría sido más disfrutable porque lo habría entendido como un paso más en su historia. Sin embargo, es un libro suelto que no tiene muchos motivos para existir. El tema de decidir qué debes hacer con tu vida ya se trató con Kitty y Nathaniel, que deben comportarse como adultos y tomar decisiones crueles para sobrevivir o para elegir el camino correcto tras caerse muchas veces.
Eso es lo que le toca hacer a Asmira, si bien la historia acelera su cambio en tres días: toda su historia, todo su legado, su orgullo por su madre, por su sociedad, por su reina, se desmorona con un par de palabras.
Comprendo que es una señal de la mentira en la que vivía Asmira, una esclava como Bartimeo, solo que no sabía mirar más allá. Al consistir la mayor parte de la historia en una acción trepidante que consiste en trepar por muros, huir de hechiceros locos, meterse en zarzas para ocultarse de genios y escuchar la historia del rey Salomón, pues perdonadme si no me creo que Asmira sea capaz de rehacer toda su forma de pensar por mucho que Bartimeo la pique e intente que abra los ojos.
Es cierto que el golpe final, el cambio de mentalidad, es imposible de ignorar: la misma reina Balkis reniega de Asmira que, al fin y al cabo, no es más que una esclava para ella. Eso la sacude, la obliga a mirar al frente y darse cuenta de que su vida ha sido, si no una mentira, una ilusión y debe ser dueña de sí misma.
Pero a la hora ya ha rechazado servir a Salomón y decide vivir de nuevo en Saba solo que sin ser esclava de nadie.
Hasta entonces Asmira no había pensado por sí misma excepto para matar, había sido una máquina de matar, y no sufre una recaída, no llora por su orgullo perdido. Desde luego es un ejemplo a seguir pero me parece que esto es más por un final precipitado que por un buen desarrollo de personaje.
Luego hay un detalle pequeñito y es que me gusta que Bartimeo no conoce el verdadero nombre de Asmira hasta casi el final, por lo que no tiene una relación equilibrada con ella como pasa con Nathaniel. Es una forma diferente de enfocarlo.
—Otros
Una verdadera pena que no pudiéramos ver más a Salomón, porque es rarísimo que don Stroud ponga a un hechicero adulto responsable. La historia de Salomón es desgraciada no porque le hayan pasado cosas malas o porque tenga un anillo restándole horas de vida, sino porque está en la situación en la que se encuentra por ser respetable y porque no quiere que alguien cruel como Khaba acceda a los poderes del anillo. Todo sin ser un personaje perfecto, ya que evidentemente es un hombre pagado de sí mismo [R: como diría Bartimeo, es un rey, ¿qué esperar de él?], al que le gusta oírse hablar, duro pero con sangre fría.
Khaba es muy, muy plano y me da mucha rabia pero bueno, no tengo más que comentar sobre él. Lo mismo podría decirse de Balkis, que tiene cierta gracia al ser una manipuladora, pero a la que vemos en dos o tres escenas así que tampoco podía dar más de sí.
Los otros genios no brillan demasiado, una pena, porque se trata más que en otros libros el tema de la esclavitud —además, si alguien empieza la historia por aquí pues puede que se quede con sabor a poco— y el servilismo y me habría encantado que tuvieran más juego. Al menos cumplen con su papel y te sacan la sonrisa.
Quitando a Salomón, creo que es un elenco un poco olvidable pero que al menos no tiene escenas raras y hacen bien lo que se exige de ellos.
El mundo
Al tener las bases asentadas con su anterior trilogía, la verdad es que no ofrece nada nuevo pero, para un lector que se inicie en las aventuras de Bartimeo, sin duda debe parecer original. Pocas historias han enfocado el punto de vista de los genios o han logrado que los lectores se pongan del lado de los genios, esclavizados contra su voluntad. Es original que la importancia de Jerusalén se base en el poder que tiene Salomón sobre los genios y los hechiceros [R: aunque mi vena apasionada por la historia palpitó de tanto en tanto] y que se explique así el alzamiento o la caída de los imperios. Como es una historia simple, tampoco quiere ir más allá así que tiene sentido que don Stroud huya de las explicaciones comerciales, militares, etc.
Con todo, no dejo de preguntarme cómo es que Saba, un reino con sacerdotisas patéticas a la hora de usar magia, se mantiene tan independiente de sus vecinos, ya no solo de Israel. Es un misterio total para mí cómo es que antes ninguna reina se enfrentó a una situación como la de Balkis o, si lo hizo, por qué la reina reacciona como lo hace si después se rinde a las exigencias de Khaba. ¿Una excusa para la historia…?
El tema de la magia está bien tratado, con unas normas sencillas y fáciles de seguir [R: si tuviera una pega, que es una tontería, sería que me gustó mucho que Asmira llevara consigo un círculo portátil… lo cual me llevó a preguntarme: ¿por qué no lo hacen todos los hechiceros en general?], aunque el hecho de que Asmira tuviera que tirar tanto de magia para amenazar a Bartimeo como hizo Nathaniel en su momento es una lástima ya que podría haberse enfocado de otra manera. Dagas de plata o quizás una relación más profunda.
Por otra parte, después de recorrer las tierras de Saba, Egipto y Jerusalén, reconozco que me ha decepcionado un poco que no se exploren más las formas de vivir en el pasado de los Hechiceros, de la gente corriente conviviendo con los genios o que no se hablara de aquellos que desarrollan resistencia a la magia. También tuve, por un diminuto momento, la sensación de que en este libro podría aparecer el extraño caso de un Hechicero resistente a la magia. Habría sido muy interesante.
Conclusiones
Es un libro sencillo, con un mundo firme aunque no muy profundizado, una historia pasable y un Bartimeo algo suave pero muy entretenido, como de costumbre. No marcará a nadie, creo, pero está más que bien para pasar unos días.
LO MEJOR... Bartimeo, Salomón, una perspectiva un pelín diferente de los Hechiceros, de los genios y de la esclavitud.
LO PEOR... El elenco de personajes es olvidable, igual que la historia.
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http://www.pixiv.net/member_illust.php?mode=medium&illust_id=41698197
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Pues reconozco que no conocía para nada ni este libro si la trilogía original (¿deshonra sobre mi y sobre mi vaca?). Me los apunto como lecturas ligeras para matar el rato más adelante, que el tema de los genios siempre me ha gustado. ¿Tendría que empezar por este o me recomiendas que vaya directamente a por la trilogía original?
ResponderEliminar¡Apúntatelos, apúntatelos! Si te gustan los genios, Bartimeo te encantará xD.
EliminarPersonalmente te recomiendo que vayas a la trilogía original. Este libro pasa sin pena ni gloria y... Bueno, creo que no permite trazar ningún vínculo emocional especialmente fuerte. En la trilogía, en cambio, sí hay posibilidades (aparte de que considero que los personajes están llevados de forma mucho más interesante).
No sabes qué ilusión me hace que alguien se anime a leer a Bartimeo. ¡Si puedes hazlo y ojalá disfrutes con él!
Un saludo~
Atte. Rika.