Recordatorio

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miércoles, 29 de junio de 2016

¿Sabías que...


... la novela más antigua del mundo fue escrita por una mujer?

«En la corte de cierto emperador, cuyo nombre y año en que subió al trono omitiré, vivía una dama que aun sin pertenecer a los rangos superiores de la nobleza, había cautivado a su señor hasta el extremo de convertirse en su favorita indiscutida» (p. 91, La novela de Genji, Austral)

¿Os suena este tipo de comienzo? Seguro que sí, los españoles estamos un poquito cansados de escucharlo.

Pues no, Murasaki Shikibu no copió descaradamente a Cervantes. Al contrario, estas líneas fueron escritas a finales del siglo X en Japón y son el comienzo de la primera novela moderna conocida (es decir, que tiene una estructura que nosotros identificamos con una novela), Genji Monogatari o «La historia de Genji». Y de eso os voy a hablar en esta entrada:

Abarca 54 capítulos con dos partes diferentes —Esplendor y Catástrofe— y que dejan por los suelos muchas novelas actuales que giran alrededor de dramas familiares y sí, estoy mirando a Isabel Allende y a Ken Follet. Se considera a la novela como un tesoro nacional de Japón y a su autora como la escritora de más talento del país. ¿Cómo os quedáis? Yo sigo pensando que Cervantes copió de alguna forma a Murasaki, es demasiada casualidad que dos grandes obras de la literatura universal comiencen así.

La novela de Genji tiene más de un milenio de antigüedad y 
el japonés de esa época es casi indescifrable para los lectores actuales, 
por lo que actualmente se leen «traducciones» de los libros 
que se fueron recuperando con los siglos
Es broma.

Murasaki Shikibu era una noble menor y pertenecía a una rama de los Fujiwara, la familia que gobernaba Japón a través del emperador, que era un precioso florero. Aun así, ella en concreto nunca tuvo poder político ni tampoco su padre. Es más, pasó un tiempo viviendo en el campo, algo que se consideraba horrendo por los nobles de la capital. Murasaki contrajo matrimonio con un noble llamado Nobutaka, con quien tuvo una hija que, a su vez, escribió una obra famosa llamada Sagoromo. ¡Familia de artistas, nada menos! Algunos señalan que fue su hija quien escribió los últimos diez capítulos de la obra, porque tienen un tono completamente diferente. Más maduro. Pobre Murasaki, como si pasarte décadas escribiendo implicara que no puedes evolucionar como escritora…

Por cierto, no sabemos con qué edad comenzó a escribir, pero seguramente lo hizo joven y antes de entrar a trabajar a la corte imperial, pues fueron sus escritos las que le abrieron camino «políticamente». La tradición, por su parte, dice que fue la propia emperatriz la que le pidió que escribiera la historia y que Murasaki encontró inspiración mirando al paisaje y, para que no se le escaparan las ideas de entre los dedos, escribió dos capítulos en sutras religiosos, lo cual es un pecado un poco grande. Imaginaos que Cervantes hubiera cogido una Biblia del siglo XV y se hubiera puesto a escribir encima.

Parece un caso muy excepcional. ¡Una mujer escribiendo! Pero la corte Heian estaba pasando por en una etapa que podríamos identificar un poco con el Barroco: un arte expansivo en medio de una sociedad decadente que comenzaba a quedarse estancada por todos lados —pocas décadas después de Murasaki se dio una rebelión militar contra la corte imperial que cambiaría la sociedad japonesa dedicada al lujo y a evitar las responsabilidades—. 

En este mundo, donde una minoría de la población acumulaba todos los recursos y vivía en la capital con terror a probar las delicias de la vida campestre, existían dos culturas literarias: una pública, la de los hombres, basada en los antecedentes chinos y poco innovadora, y una más privada y más libre, la de las mujeres. Ellas escribían en japonés y, por ello, tenían un dominio de la lengua coloquial muy superior al de los hombres, obligados a escribir en chino cuando querían hacer «literatura». Por eso existía una enorme literatura «underground» bastante respetada. Por ejemplo, los diarios de las damas de la corte pasaban de mano en mano para poder admirar la caligrafía femenina, leer los hermosos poemas y las reflexiones de las escritoras. Murasaki tuvo varias rivales en su misma corte y se lanzaban puyitas encantadoras. Ella, por ejemplo, era criticada a sus espaldas por sus conocimientos del chino y de cultura de «hombre»:

«—¿Qué clase de mujer lee libros chinos? ¡Ahí está la causa de sus desgracias! —repiten—. Antes ni siquiera estaba bien visto leer los sutras.

“Sí”, quisiera replicarles, “¡pero no he conocido nunca a nadie que viviera más años por creer en tantas supersticiones como vosotras!”. De todos modos, sería desconsiderado por mi parte pues hay algo de verdad en lo que dicen». (Diario de Murasaki Shikibu, extraído de La novela de Genji, Austral).

Con todo, la sensibilidad y la capacidad de Murasaki de comprender su entorno y la transmisión de sus anhelos y tristezas a través de su protagonista, el príncipe Hikaru Genji (su nombre significa «resplandeciente»), han trascendido el tiempo. Tiene unos 400 personajes con nombre, en prácticamente cada página aparece un poema —los nobles consideraban que había que saber improvisar poemas en cada momento si querían considerarse refinados— y Murasaki se dedicó a deslumbrar a la gente con sus conocimientos de moda y de cultura. Los autores japoneses saquearon su novela en busca de referencias y de poemas. Casi no hay política, porque es una novela muy introspectiva, pero tiene una increíble humanidad a pesar de la idealización de sus personajes: hay vistos de incesto, violaciones, muchísimo desapego por la vida y un intenso deseo de muerte con el suicidio rondando cada dos por tres las esquinas. Lo que nosotros entenderíamos como algo despreciable, en la novela se aplaude ya que era lo que se esperaba de los hombres en su época.

Para entender la novela y a Murasaki hay que pensar que la sociedad Heian era poligámica. Varias esposas podían vivir dentro de un mismo palacio, en diferentes alas, sin llegar a verse jamás. Las mujeres japonesas de medio y alto rango pasaban sus vidas encerradas en sus habitaciones, tras biombos que les quitaban mucha luz, tocando música, escribiendo poemas, admirando sus jardines y esparciendo o escuchando rumores. No es raro que se dedicaran a escribir. Murasaki, para escapar de su tedio, del que se queja en alguna ocasión en su novela, creó la historia de un príncipe con una red de hermosas mujeres —excepto una con una desgraciada nariz roja a la que Genji medio adopta por compasión ya que vive en la ruina—, más bello que casi todas ellas juntas, caprichoso y egoísta y admirado por los nobles —con pocas excepciones, como una de sus madrastras—.


Imaginad lo que debe ser vivir a oscuras, en habitaciones cerradas, sufriendo un frío
 intenso en invierno y un calor indescriptible en verano.
Las damas, además, se dejaban el cabello largo hasta el suelo y vestían varias capas de kimonos.


Dato curioso: en la época de Murasaki, las mujeres se ennegrecían los dientes para
quedar guapas y se depilaban las cejas para pintárselas luego por encima.

A lo largo de años, Murasaki se dedicó a escribir las aventuras del príncipe, hijo de un emperador pero incapaz de acceder al trono, y su constante búsqueda del amor perfecto e ideal que él relaciona con una de sus madrastras, con la que tiene un vástago que, irónicamente, sí que se convertirá en emperador. Cada capítulo implica a mujeres distintas a las que Genji corteja hasta conquistarlas. Tras eso suele acogerlas bajo su ala y cuidarlas aunque no vuelva a visitar a muchas. Todo esto se da mientras ignora a su esposa oficial —una Fujiwara como la propia Murasaki— porque se casaron siendo él muy joven y nunca consiguió acercarse a ella sin encontrarse una barrera de hielo aunque… En realidad, todas las amantes de Genji son mayores que él durante mucho tiempo, ya que empieza sus escarceos alrededor de los 13 o 14 años de edad, así que es más justo decir que, simplemente, Genji se lleva mal con su esposa. 

Por cierto, una de sus amantes más famosas, Kokiden, le enseñó todo lo referente al sexo y después lo persiguió en forma de espíritu atacando, como si fuera Hera, a sus amantes y logrando asesinar a una. Y no, Genji no es como Grey, al menos él tenía cierto sentido de la responsabilidad.

Al final Genji encuentra a la sustituta para su madrastra, una niña llamada Murasaki —alto el carro que os veo: no pensemos que es un selfinsert; no conocemos el nombre real de Murasaki y lo más probable es que las mujeres de la corte la llamaran así por su personaje—, hija de un amigo suyo, a la que secuestra y cuida para volverla perfecta… Y un día se casa con ella. Solo hay un problema, quitando los tintes de incesto ya que la crió como si fuera su hija, y es que Murasaki es estéril.

De esta figura surge la idea de la «mujer perfecta» japonesa —más tarde llamada Yamato Nadeshiko—: hermosa, inteligente, sensible, callada y respetuosa.

Genji, por su parte, sería un personaje muy intragable para los lectores de hoy en día, ya no solo porque no parece tener cabeza para nada más que el amor, pues la gente como él ignoraba las tareas administrativas o militares y eso se veía como algo bueno, sino porque es todo lo contrario a lo que podemos imaginar de un «hombre» occidental. Es un personaje sensible, que se desmorona y llora ante el menor contratiempo, admirado por su habilidad en el baile y a la hora de combinar ropa o de escoger colores. Su mera presencia roba el aliento por la delicadeza y elegancia de sus actos, su caligrafía prácticamente es divina, así como sus poemas, y tiene una mano increíble para crear perfumes característicos y tocar toda clase de instrumentos. Era muy apuesto para la época: con nada de vello facial, piel pálida, cara redondeada, y cierto aire femenino. Hasta los hombres suspiraban deseando que ojalá fuera una mujer.

La pareja ideal japonesa
Curiosamente, aunque nunca se llega a desarrollar, Genji parece tener también interés por hombres o… por, al menos, el hermano de una de las princesas que más se resistió a sus cortejos. Frustrado, Genji decide «invitarlo» a su cama y parece evidente lo que pasó, para el gran regocijo del hermano, apabullado por la belleza de Genji —la homosexualidad era algo habitual en la corte Heian siempre que se llevara a cabo con discreción y que uno de los dos amantes fuera muy joven—.

En fin, este personaje era la idealización que tenían las mujeres del caballero japonés. Nosotros lo consideraríamos amanerado, aniñado y muy poco dominante, aunque bien es capaz de coger a una doncella en brazos y llevársela a su palacio en medio de la noche.

Cualquiera pensaría que Murasaki se dedicó a escribir cosas sin profundidad y que perdonaba todos los males de su protagonista. No es el caso. Hacia el final de su vida, Genji empieza a perderlo todo: no puede reconocer que es el padre del siguiente emperador y su «hijo» legal es, en realidad, producto del affair de una de sus últimas esposas con otro hombre. Genji, que no tiene descendencia excepto una mujer, acepta esto como su castigo por haber traicionado a su padre y adopta al niño como si fuera suyo. Por otra parte, pierde a Murasaki y él muere poco después.

Después vendría la historia de los dos «hijos» de Genji y, en los últimos capítulos, Murasaki se centra en la historia de Ukifune («bote a la deriva»), cortejada por ambos. El ambiente es mucho más sombrío y triste, así como maduro. Ukifune se rebela contra su destino desgraciado —para entendernos; en el budismo quienes hacen malas acciones se reencarnan en un «escalón» inferior y sus desgracias se consideran castigos de vidas anteriores. Algunos pocos consideran que Ukifune es la reencarnación de Genji— sin éxito. El suicidio, el deseo de retirarse de la vida y volverse más espiritual, sin duda deseos que tenía la propia Murasaki ya que murió siendo una monja — destino bastante habitual entre las mujeres de su clase— plagan el libro.

Os aseguro que deja con un nudo en la garganta.

Igual que en España hay mil versiones de El Quijote
en Japón hay muchísimas adaptaciones de Genji
La novela tiene muchísimas características japonesas empleadas con ironía: la sociedad consideraba el lenguaje directo como algo rudo y, por ese motivo, los personajes hablan con muchos rodeos y eso provoca muchos de los grandes desastres de la historia. A nosotros además puede provocar que nos tiremos de los pelos, sin olvidar el ritmo lento y con repentinos saltos de tiempo.

Murasaki pensaba que su mundo era triste y lamentaba la situación de las mujeres, sin por ello ser una feminista que dijera que había que cambiar las cosas: las consideraba naturales. Como muchos en su época, habló de la decadencia, meditó sobre la muerte, el amor y la incapacidad de ser feliz.

Su obra, quizás, fue considerada una herejía por su convicción de que las mujeres podían alcanzar el Nirvana sin necesidad de convertirse antes en hombres, algo heterodoxo frente al budismo más conservador. Es difícil saberlo al tener un milenio de antigüedad, la verdad. Es probable que se perdieran pasajes o se recortaran para volverlos más apropiados en su tiempo. También hay que tener en cuenta que los propios japoneses tuvieron que traducir la obra para entenderla ya un siglo después de que fuera escrita.

En definitiva, una joya muy antigua, pionera en muchos aspectos y cuya existencia debería ser más conocida en occidente, donde contó con admiradoras como Marguerite Yourcenar («No se ha escrito nada mejor en ninguna literatura») y Virginia Woolf.

Y ahora ya sabéis que la primera novela estructurada como tal la inventó una mujer en una de las sociedades más firmemente machistas e inmovilistas de toda la historia. ¡Todos los días se aprende algo!

6 comentarios:

  1. ¡Buenas!

    No conocía de la existencia de esta novela; yo por desgracia he acabado más tirando al chino. Sí que he visto que, por ejemplo, se ha discutido mucho la autoría de grandes obras de la literatura china de diversas dinastías, dado que las mujeres de alta clase no solían aprender a escribir; sin embargo, mujeres como prostitutas si tenían cierto acceso a la escritura y poesía.

    Estoy segura de que en todo el mundo habría un buen puñado de mujeres cogiendo una pluma y tinta (o cualquier otro utensilio de escritura) de las que nunca conoceremos ni un solo párrafo.

    Una entrada muy interesante!

    Alex

    PD: +1 a la foto de Mononoke/Akashi :P

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    1. ¡Hola! ¡Todos los días se aprende algo! Yo no sabía, por ejemplo, lo que me comentas de las prostitutas. Eso sí que es curioso... O no tanto si pensamos en las normas sociales que se solían imponer a las mujeres de cierta clase en oriente. Luego estaban las geishas en Japón que se supone que eran cultas dentro de las mujeres, por ejemplo.

      Desgraciadamente estoy convencida de lo mismo. Cada vez se encuentran o se reconocen más trabajos de mujeres, pero en general su autoría o sus textos seguramente estén perdidos en muchos casos para siempre. Por eso hay que dar a conocer en la medida de lo posible a las que ya existen...

      ¡Muchas gracias por echarle un vistazo a la entrada y dejar comentario!

      Atte. Rika~

      P.D.: creo que no es de la serie que comentas, sino de la animación de Genji Monogatari (?) Creo (????)

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  2. Una entrada simplemente genial. Interesante y bien hecha. No solo describiendo a la autora y su obra sino la época. Como feminista me siento bastante avergonzada de no saber que la primera novela fue escrita por una mujer, me has abierto una puerta nueva. Siempre se dice que la mayoría de los escritos anónimos (aunque este no sea el caso) han sido hecho por mujeres, y puede que incluso la primera pieza de literatura lo sea.
    Algún día sin duda me lo leeré.
    Saludos

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    1. ¡Que me sacas los colores! Muchísimas gracias por tus palabras~~

      No te sientas ignorante, Murasaki es poco conocida fuera de Japón y los círculos literarios amantes de la cultura, así que es normal que no la conocieras. Pero me alegra que ahora la conozcas y que tengas ganas de leer. Aviso que es un libro deeeenso pero a mí en su momento me pareció muy interesante.

      Teniendo en cuenta que las mujeres en muchas culturas eran grandes transmisoras de conocimiento, no sería raro que ellas hayan sido de las primeras en hacer literatura, la verdad.

      Un saludo y muchas gracias por pasarte por la mazmorra~

      Atte. Rika~

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  3. Iba a comentar en esta entrada antes y se me olvido.

    En fin, ¿qué puedo decir? Una entrada de 10. No tenía ni idea de que la primera novela la escribió una mujer y me parece una obra interesantísima para acercarse a la sociedad y mentalidad antigua de una sociedad tan distinta a la nuestra, lo que siempre hace que te lleves sorpresas.

    A ver cuando me puedo pillar la novela, porque intuyo que va a ser muy densa y triste, por lo que necesitaré que sea en un momento en el que tenga la mente preparada para ella. Tiene pinta de ser uno de esos libros que no puedes obligarte a leer porque si lo coges en mala hora no le sacas jugo.

    Muchas gracias por estas estradas tan culturizadoras. ��

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    1. ¡Hola otra vez! Perdón por tardar en responder, había estado viajando en escoba al lejano norte y allí no había internet y entre la ida y la vuelta no he tenido tiempo para nada (?)

      Desde luego es una novela que ha de tomarse con calma... Yo la leí rápido para hacer un trabajo y la encontré fascinante, pero una relectura por mero placer puede convertirse en un pasatiempo algo pesado. Tendrá una estructura parecida a una novela moderna, pero se nota que hay mil años de diferencia incluso con las modificaciones que se han hecho para adaptarlo a los lectores modernos.

      ¡Gracias a ti por pasarte, leer y dejar comentario! A ver si hacemos unas pocas más~~

      Atte. Rika~

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