Título: Nos mienten.
Autor: Eduardo Vaquerizo.
Sinopsis: España, mediados del siglo XXI. La resaca de la crisis ha dejado un mundo en el que las corporaciones dominan una sociedad tecnológica erigida sobre las ruinas de los Estados. El crecimiento salvaje de la desigualdad ha convertido el centro de las ciudades en grandes fortalezas donde viven los privilegiados, rodeadas por inmensos barrios periféricos llenos de un ejército de desheredados cada vez más descontentos. Nora Robles trabaja en Madrid como guardaespaldas para uno de los hombres más poderosos del país. Su vida es sencilla. Ella y su marido quieren tener un hijo, comprarse un piso, sobrevivir. Hasta que Nora se ve obligada a emprender una frenética huida para resolver un crimen del que ha sido acusada injustamente.
En una sociedad donde el capitalismo por fin se ha quitado la careta y la injusticia alcanza extremos insoportables, donde la tecnología está al servicio de unos pocos y el sistema ha hipotecado hasta el aire que se respira, la aventura de Nora es la aventura de los que buscan un cambio, de los que no aceptan rendirse. Y ella no es la única dispuesta a resistir.
Editorial: Fantascy.
Número de páginas: 345
Esta reseña necesito empezarla desde la sinopsis, que he dividido en dos partes, tal y como están en mi libro físico, y porque ambas aportan información diferente que analizaré a continuación.
El primer párrafo es la sinopsis como tal y tiene un grave problema: te chiva que la protagonista va a ser culpada de un crimen que no ha cometido, cosa que no ocurre hasta casi las cien páginas. Y os puedo asegurar que durante esa parte, con el dato en mente, se puede intuir perfectamente qué va a ocurrir y de qué se la va a acusar. La predicción se os va a cumplir al 100%, os lo garantizo.
El segundo párrafo no aporta nada argumentalmente, pero con lo poco que ya sabes del libro, se le ve el plumero al autor: quiere hacer una crítica social a través de la literatura. No me malinterpretéis, eso no es para nada malo, pero Nos mienten no lo hace bien, ni por asomo. Es demasiado directo, demasiado mascado, no deja que se saboree. No transmite un mensaje, sino que los personajes reflexionan en cualquier conversación que les conviene lo mal que está el mundo y lo mucho que el ser humano se merece el futuro que le espera.
Al final, he llegado a la conclusión de que simplemente no trata al lector de forma inteligente [R: ¿no os da la sensación de que a los lectores les gusta demasiado que les lleven de la manita?]. Como ya he dicho, tiene textos inmensos acerca de las desigualdades sociales (a veces muy forzados, que no pegan con la situación) desde diferentes puntos de vista, y por muy bien redactados que estén, fallan estrepitosamente en la intención comunicativa. Podría sacar uno igual de mis manuales y no habría mucha diferencia, salvo que en Nos mienten son más bonitos.
Por si acaso, plantearé y responderé a la pregunta que quizá a alguno os ronde: ¿por qué me quejo de que un autor sea directo con lo que quiere transmitir? Pues porque este libro no es un manual, sino literatura. Y la literatura es un arte que narra historias con el objetivo de entretener a un lector, mediante escenas y acontecimientos que suscitan emociones o pensamientos en él. Por ejemplo, yo (como lectora) no siento nada cuando un personaje secundario señala a un niño rebuscando en la basura y le cuenta al protagonista que el pequeño se llama Pablito, que sus padres murieron de una enfermedad porque su seguro médico no les cubría y que a él le cuida su tía, quien ejerce de prostituta para pagarle un techo, pero el salario no le llega para el alimento.
En cambio, sí se me encoge la cereza si en esa escena se suprime todo la ficha personal del niño y se muestra simplemente a este, rebuscando en la basura, y explicándole al protagonista cuáles son las horas clave para encontrar comida recién tirada o en qué otros puntos puede hallar algo que llevarse a la boca. ¿Veis la diferencia? No necesito saber la situación de sus padres o su tutor actual para entender que tiene una vida difícil a esa corta edad.
Este fallo repercute en todos los demás elementos, sobre todo en los personajes. Y como ya me estoy empezando a adelantar (y a desvariar [R: no te preocupes, querida, eso lo haces siempre]), vayamos por partes.
La primera página de Nos mienten está ubicada en un acontecimiento futuro y plantea el misterio de cómo ha llegado la protagonista hasta dicha situación. En algunos casos, este inicio me parece un recurso interesante y una buena forma de enganchar desde el principio; en este, le sale rana, porque el libro está narrado en tercera persona del presente y queda muy, muy raro que el escritor se adelante desde esa perspectiva. Se le puede perdonar, ya que solo es una página, al fin y al cabo, aunque no aporta nada y revela sus intenciones.
La historia se sitúa en un futuro no muy lejano, donde los pobres son muy pobres y los ricos son muy ricos. La clase media masiva ha desaparecido. Nora, la protagonista, procede de un barrio marginal y consigue salir de él para estar al servicio de una de las familias más influyentes de España como polizo (guardaespaldas). Durante la primera parte del libro conoce a Ernesto, el heredero de los Ramoneda, y nos presenta su vida; pero todo cambia cuando, de repente y como te chiva la sinopsis, debe huir para salvar la vida y, de paso, descubrir y poner fin a la conspiración que se está llevando a cabo en las altas esferas.
La primera parte es aburrida, porque la relación entre Nora y Ernesto es inverosímil y artificial. Ninguno de los dos actúa de acuerdo a la lógica de su personaje y de su posición, sino que se fuerza esa unión. La segunda parte es mucho más dinámica y entretenida, el ritmo está muy bien llevado para conseguir que no haya demasiadas escenas-relleno, y que cada una cuente algo.
Y los personajes… Veamos, hay un poco de todo. Nora, alrededor de la cual gira toda la historia y de la cual no nos despegamos, se deja leer. Ella, Domingo (su marido), Luisa, Cástor y algunos más son personajes correctos y podrían haber sido buenos, pero al autor los lleva mal, muy mal. Actúan según los intereses de la historia o, peor aún, cuando no lo hacen son «castigados» por ello. Los personajes son reales, muy humanos, hasta que cometen acciones inconcebibles y se estancan. En definitiva, Vaquerizo los crea bien, pero no les ayuda a evolucionar correctamente.
Si tengo que destacarle algo muy positivo es que tiene un estilo de escritura muy bonito. Directo, sencillo y con cierta poesía. Esto tiene su lado bueno y su lado malo, porque por hacer un texto precioso, retuerce tanto la descripción que a veces me ha descolocado durante la lectura. Ejemplo: (describiendo el edificio donde vive Nora) «El sol y las nubes se reflejan en las ventanas de los edificios vecinos». ¿Qué? ¿A qué viene esto de repente? [G: A veces me da la impresión de que muchos escritores describen tal cual ven escenas en una película. R: lo cual no sería malo si se hiciera bien y sirviera para completar la escena]
Las escenas de acción están bien logradas, transmiten correctamente las acciones y movimientos sin necesidad de describirlas minuciosamente. Y se agradece.
En conclusión, ¿lo recomiendas, Lyra? ¿Sí o no? Pues sí y no. Me explico: la historia no está mal, pero sigue unos esquemas cliché (supongo que a todo el mundo le habrá sonado el argumento de alguien huyendo de unos malos muy malos y desmantelando su inteligente y perverso plan mundial, ¿no?), se deja prever y no cumple el objetivo inicial del autor. Sin embargo, me ha entretenido y la lectura no se me ha hecho pesada, aunque solo fuera por el estilo narrativo de Vaquerizo, por lo que tan malo no es. Dependerá de qué estéis buscando en un libro: ¿novedad o pasatiempo?
Ahora, ¡a comer!
Nos mienten. Voy a empezar a hablar por el título.
Está mal. Fatal. Deben de haberse equivocado en la imprenta, porque no me creo que alguien que se haya leído el libro le haya dado luz verde. Estas palabras solo aparecen una vez y es de forma ridícula. Nora y Cástor hablan de una noticia que ha saltado a los medios y que informa de que unos terroristas han atacado una de las plantas del edificio de los Ramoneda. Cástor le asegura a Nora que la noticia es falsa e incluso le enseña que la estructura está intacta. Le pone de ejemplo otro caso parecido, en el que hubo un conflicto entre dos familias, murieron treinta personas y los medios informaron de que la disputa se había resuelto sin violencia.
Por lo tanto, la conclusión es que «nos mienten» [R: ba dum tsss]. Y vamos a ver, entiendo esa ocultación de información en el segundo caso, pero, ¿qué caracoles pasa con el primero? ¿Se supone que es para suscitar el miedo entre la población sobre terroristas ficticios? Pues qué tontería, han «atacado» un edificio de ricachones, han «muerto» cinco personas y no habrá detenciones, ni oficios por los fallecidos, ni nada de nada, porque eso NO existe. La estrategia hace aguas por todas partes, de ahí que no se vuelva a mencionar en el resto del libro.
Es obvio que las noticias están condicionadas por las cadenas emisoras, y que estas a su vez tienen relaciones entre sí, o con regímenes u organizaciones ideológicas que las financian (algunas, claro, no todas). Vaquerizo no cuenta nada nuevo y titula el libro desde una escena mal explicada. Y no, «nos mienten» no se puede aplicar al conjunto, nadie está distorsionándoles la realidad a los pobres porque son tan pobres que no se pueden permitir conocer la realidad.
Por si alguien tiene curiosidad, he transcrito el párrafo completo. Sería delirante si no estuviera bien escrito, rayos y luciérnagas.
«Nora no dice nada. Aunque siempre ha sospechado algo así, nunca lo ha creído posible. Todo el mundo decía algo parecido en las conversaciones de bar: nos vigilan, nos mienten, el hombre no llegó a la Luna, no queda petróleo, la humanidad ha crecido tanto que en breve nos tendríamos que matar unos a otros por los recursos, se han visto de nuevo ovnis volando en el cielo de la ciudad… Enfrentada a la evidencia, prefiere no pensar en ella».
Antes de entrar a destripar a los personajes y a explayarme más sobre por qué no están desarrollados, me detengo aquí para hilar esto último con otro punto: el tema. ¿De qué va Nos mienten?
«La humanidad ha crecido tanto que en breve nos tendríamos que matar unos a otros por los recursos», eso es. Vais a perdonarme por mencionar a Khïmera, un libro del que ya hice una reseña y del que no quiero hablar demasiado porque esta entrada está dedicada a otra novela, pero es necesario hacerlo. Nos mienten y Khïmera comparten muchos rasgos en común y por eso me detendré a analizar a estos dos hermanos separados al nacer.
En primer lugar, desarrollan el mismo tema: la superpoblación del planeta. Es un problema actual que se trasladará a las generaciones futuras, eso es algo que sabemos todos, por lo que es lógico que se plasme en historias no muy lejanas en el tiempo. Pero hay algo que no me termina de gustar y es que ambos describen un escenario idéntico: un futuro en el que gobiernan las corporaciones (de hecho, se han calcado la distribución urbana de las ciudades) y una élite cuyo plan para remediarlo es exterminar a gran parte de la humanidad (aunque reconozco que cada uno ha pensado en un método diferente para ello). El mundo es más amplio en Khïmera, el conjunto está mejor llevado por Vaquerizo y el final de ambos es igual de desastroso. Mientras que el problema persistía en Khïmera (sin que a nadie le importara), en Nos mienten lo cierra abruptamente, aunque de esto hablaré más adelante. Con esta pequeña comparación, quería enseñaros cómo se puede recorrer un mismo camino plagado de diferentes setas. No hay nada original en este mundo, no les reprocho que sean semejantes. Coexisten bien porque tienen perspectivas diferentes. Lástima que no puedan aprender del uno y del otro.
Me encantaría seguir con la comparación, pero he prometido contenerme.
Vaya, estoy sorprendida de lo muy bien que estoy enlazando cada parte. Hablábamos de setas, ¿verdad? Están asquerosas cuando se arrancan antes de que hayan madurado lo suficiente. Lo mismo les pasa a los personajes de este libro.
En primer lugar, hablemos de Nora. Nora tiene un gran y grave problema y es que… no es una mujer. Ya está, ya lo he dicho. Por si hay algún listillo presente, no, no es una persona transexual, ni esa era la intención del autor. Y no, tampoco me refiero a que no sigue su rol de género por ser, como se la denomina en un determinado momento, una «machorra».
Nora no es una mujer porque no tiene un pensamiento femenino propio de su condición y, sobre todo, de las condiciones en las que ha vivido [G: Ten cuidado no te vayan a acusar de machista] [L: ¡Cielos! ¿Cómo le puede decir nadie eso a un hada? D:]. Un niño pijo empresario empieza a fijarse en ella, a elegirla como guardaespaldas y a cenar a solas y nunca, nunca se plantea la posibilidad de que esté cortejándola o quiera llevársela a la cama. ¡Meeec! Una mujer podrá ser más o menos desconfiada, pero conocemos la sociedad en la que vivimos y el peligro que suponen nuestros cuerpos. Nada en la sociedad de Nos mienten me ha hecho pensar que sea diferente a la nuestra en ese aspecto (de hecho, tiene pinta de ser aún más machista). Planteadle la situación a cualquier chica que no haya leído el libro: me apuesto un ala a que la mayoría creerá que Ernesto tiene intenciones ocultas, como mínimo.
Y ya, lo que remata por completo el personaje de Nora, es el desconocimiento total de su embarazo durante toda la historia. Si bien es cierto que después de acostarse con Ernesto tiene una vida de lo más agitada, resulta ilógico que no se lo plantee en ningún momento, sobre todo cuando tiene repetidas náuseas y no ha usado ningún tipo de protección. Si Nora no hubiese tenido madre, podría entenderlo, ya que no le habrían dado una buena educación sexual, pero no es el caso. Se suele ser muy paranoica con este tipo de temas; y claro que existen casos de mujeres que no han descubierto el embarazo hasta tenerlo muy avanzado, pero son muy aislados, generalmente de quienes usan métodos anticonceptivos y no imaginan que puedan fallar, o de mujeres que tienen hemorragias vaginales que confunden con regla. A Nora no se le puede aplicar ninguno de ellos. [G: Si tuviera que poner un huevo del tamaño de su propia cabeza ya verías tú si se daba cuenta].
Estos son los dos mejores ejemplos que puedo mostraros del libro para reafirmar mi argumento (mejor no hablemos del beso que le mete a un tipo que odia). De hecho, creo que el autor no sabe crear personajes femeninos, porque en su mayoría responden a clichés. Y las que no lo hacen tienen tan poco papel en la historia que no puedo analizarlas tanto como para llegar a una conclusión.
En otro orden de cosas, Nora tiene otro problema y es el propio Vaquerizo. Este es uno de esos casos en los que el autor intenta elevar a su protagonista por encima de los demás. De nuevo, os pondré dos ejemplos: las «amigas» de Nora y los demás polizos.
Estas amigas, que en realidad son las esposas de los amigos de Domingo, son mujeres operadas para ser más bellas (y tetudas) y solo tienen una única aparición. Básicamente, hacen acto de presencia para ser tontas, en comparación con Nora, la mujer fuerte y «machorra» que no se ha operado nunca. Y no hay mucho más que decir de ellas, porque esa es su función. Palabrita de hada.
Luego están los demás guardaespaldas. El contrato con los Ramoneda exige llegar a un mínimo de capacitación física para mantener su puesto. Esta suele ser tan alta que obliga a los polizos a añadirse mejoras bio-tecnológicas en sus cuerpos para cumplirla. Pues, como ya imagináis, Nora no. Ella tiene una genética con suficiente potencial como para cubrirlo sin despeinarse. Lo siento, no me lo creo. El autor ha querido ser tan feminista que se ha pasado tres flores. Una cosa es creer en la igualdad entre los géneros, que está muy bien; y otra ignorar las características de cada sexo. Las mujeres son biológicamente, de media, más débiles que los hombres, ese es un dato innegable. Y Vaquerizo intenta vender que no solo Nora es más fuerte que hombres dedicados a una profesión como la de guardaespaldas, sino que lo es más que quienes se han implantado estas mejoras bio-tecnológicas. No, lo siento, pero no.
Por lo demás, Nora no destaca por ser una gran protagonista. Cumple su papel, tiene buenas escenas de acción y, de vez en cuando, alguna revelación divina que puede pasar por deducción.
Ay, ojalá pudiera acabar aquí de hablar de ella, pero desgraciadamente aún me queda algo de saliva. Uno de los pilares de la historia es la relación de Nora y Ernesto. Se supone que Nora impresiona a Ernesto por su temeridad en una sesión de paracaidismo y este empieza a acercarla a él, pero es… raro. Más tarde, sabemos que Ernesto la escoge para llevar a cabo su (maléfico) plan. Pero, ¿por qué ella? Nunca se explica, no tiene nada fuera de lo común. Tal vez porque es «mujer» y así pueden tener un hijo. ¿O eso no estaba previsto? ¿Y cómo caracoles averigua lo del embarazo? No, mejor, ¿cómo se da cuenta antes que Nora? ¡A lo mejor Ernesto sí que es una mujer!
En sí, no quiero hablar demasiado de Ernesto. Me parece un personaje demasiado filosófico e iluminado, además de que escribir sobre su trayectoria me llevaría casi tanto como el análisis de Nora. Y hay otros personajes que son muchísimo más interesantes en comparación.
Antes de cerrarlo, abordaré el asunto de los Ángeles, el grupo de humanos creado artificialmente para ser la siguiente etapa en la evolución. Es una pena que el autor no quisiera mostrarnos más de ellos, ya que apenas conocemos a dos (Ernesto y Pablo). En mi opinión, con el poco desarrollo que tienen, no hacía falta incluirlos. Son tan buenos que desnivelan la historia, hasta el punto de hacer poco creíble que Nora sobreviva a varias batallas contra Pablo. Por no hablar de que si se consideran realmente una especie diferente, Ernesto no debería haber podido engendrar un hijo con Nora; o mejor aún, sería previsible que el hijo naciera estéril (como las mulas).
Predije que el personaje de Domingo me caería rematadamente mal desde que en su primera intervención empotrara a Nora contra la ducha para penetrarla, con un simple «Hola, cariño» (y Nora no dice ni mu, aguanta hasta que acaba y después se va a desayunar). Luego, creí haberme equivocado durante su reunión con Nora cuando estaban intentando atraparla a través de él y la ayudó a salvarse. Fue el culmen del personaje, el hombre que ama a su mujer, pero que no quiere abandonar su vida cómoda para irse con ella… y luego vino la caída en picado. Domingo pasa de no querer que la capturen a participar en las operaciones contra ella, aunque sea de forma reticente. Y en contra de lo que le pedía Nora, se implanta las mejoras bio-tecnológicas. Es una forma terrible de desperdiciar a un personaje, que no tiene por qué ir a favor de la protagonista, pero que se contradice él mismo y no da ningunas pautas para entender su comportamiento. Representa la vida anterior de Nora, en la que vivía cómoda e ignorante; y para ello, el autor le hace perder por el camino su humanidad.
Por otro lado, el personaje de Cástor me da pena. Es realista, quizá demasiado centrado en el encaprichamiento que tiene por Nora, y su muerte está justificada. Pero lo hace pronto [G: ¿Cómo que muere? ¡¿POR QUÉ?!] [L: Mortales, Green, mortales], y se echa en falta, puesto que no pudo lucirse en otro papel que no fuera el apoyo tecnológico de Nora.
Y para acabar la sección de personajes, os presentaré a Luisa, la hermana de Nora. Creo que es mi personaje favorito (¿podemos decir que esto es una contradicción después de lo mucho que me he desahogado respecto a las mujeres de este libro?) A causa de las deudas de su familia, por la costosa academia que pagaron a Nora (a quien no le contaron nada, claro), tiene que prostituirse para ganar dinero (huelo cliché). Es el personaje con reacciones más humanas. Quiere a su hermana, pero también la odia por todas las comodidades con las que ha vivido a su costa. Y cuando llega el momento, decide entregarla a las autoridades. Se nota en el texto que el autor reprocha seriamente a Luisa por esta actitud, ¡cuando es del todo normal! Por actuar así, recibe su «castigo»: su madre muere y tiene que lidiar con el remordimiento de haber delatado a un ser querido. Me hubiese gustado mucho verla en esa situación, pero como otros muchos personajes, no tiene final. Ni bueno ni malo. Se pierde su rastro y no se la vuelve a mencionar.
Esto me lleva a hablar del final. Es muy abrupto, desvela toda la trama oculta que había entretejido Ernesto para socavar el plan de los Ángeles e imponer el suyo, y no va más allá. El libro acaba con unas perspectivas de futuro muy negras. Y no me malinterpretéis, eso no está mal. El problema es que no cierra la historia de ninguno de los personajes, ni siquiera la de Nora. Y dado que es poco posible que tenga una continuación, significa que quedan en el limbo, los pobrecitos míos.
Me he dejado unas cuantas cosas en el teclado, pero creo que esto ya es suficiente. Hablaré de un último tema menos denso para aligerar la lectura. Allá vamos: Vaquerizo está obsesionado con el sexo. No me miréis así, porque es verdad. Es peor que el fetiche de Stroud por el barro. Creo que casi no hay capítulos en el libro que no contengan, al menos, una referencia de índole sexual. Y peor aún, algunas metidas sin ninguna necesidad, como un dato más por si tenías interés en saberlo.
Ejemplos (los estabais deseando): el concurso de medirse los penes entre Domingo y sus amigos, la necesaria descripción del sofá que incluía la primera experiencia sexual fallida de la madre de Nora, el anciano en Atocha que «probablemente» estuviera viendo porno en su consola, la muñeca hinchable que sigue con la mirada a Nora mientras avanza por una tienda, los vecinos que gritan y cuando acaban se ponen a gemir, de vez en cuando recreaciones de la única vez que se acostaron Nora y Ernesto, recordatorio indispensable de que a Domingo le gusta follar en el baño, etc. Ahora que lo pienso, creo que el único capítulo bien justificado de referencias gratuitas de este tipo es el de Luisa, porque representan algo continuo en su vida.
¿Satisfechos? Pues me he dejado unos cuantos. Así no creeréis que me lo esté inventando. Algunas referencias sexuales son graciosas o son una anécdota entretenida; sin embargo, cuando se satura el texto de ellas, pierden la gracia. Así que ya sabéis, niños, ¡escribamos con un poco más de variedad!
LO MEJOR... El estilo narrativo: simple, directo y eficaz. La base desde la que parten los personajes.
LO PEOR... El desarrollo nefasto de los personajes según avanza la historia. No cumple con la intención inicial del autor.
Otros blogs que reseñaron Nos mienten:
Mi rincón en las nubes
Viviendo en nuestro cuento
(Todas las imágenes pertenecen a sus respectivos dueños)
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(Todas las imágenes pertenecen a sus respectivos dueños)
No me he leído los spoilers por si algún día me da por leerlo (que no creo), pero es que con el título y la sinopsis ya me han vendido el libro para que no lo lea. Se nota que el autor quiere hacer una crítica social, y huele a que ni le sale bien sólo con la sinopsis que tiene el libro...
ResponderEliminarA mí me ocurrió lo contrario, el título me llamó la atención y quise ver qué me quería contar. Y como bien dices, no sabe hacerla, ni plantearla, ni tiene mucho que aportar. No está mal combinar literatura con crítica, ¡pero tampoco puedes tratar a tu lector como un ingenuo del mundo en el que vive!
EliminarGracias por pasarte y comentar =)
Atte. Lyra.
Hola! Bonita reseña, muy trabajada. No creo que lo lea nunca tal cual me lo pones, aunque sí me había llamado la atención un poco al leer la sinopsis. Me ha parecido lo que has dicho tú, rodeado de clichés.
ResponderEliminarUn saludo!!
Sí, fue una decepción, tiene muy buena pinta de entrada. Sin embargo, parece que bebe mucho de las películas cuyo protagonista es un prófugo o un insurgente, y por alguna gracia, consigue sobrevivir lo suficiente para intentar cambiar las cosas. No experimenta, ni hace algo diferente. Con lo bien que escribe Vaquerizo, podría haber sido muy, muy bueno si lo hubiera intentado.
Eliminar¡Gracias por pasarte y comentar!
Atte. Lyra.