Título: Justicia Auxiliar
Autor: Ann Leckie
Sinopsis: En un planeta helado y remoto, una soldado llamada Breq se está acercando al cumplimiento de su misión. En el pasado, Breq era Justicia de Toren, una crucero de batalla colosal con una inteligencia artificial que conectaba a miles de soldados que servían al Radch, el imperio que había conquistado la galaxia. Ahora, un acto de traición la ha hecho pedazos y solo cuenta con un único y frágil cuerpo humano, numerosas preguntas sin responder y un ardiente deseo de venganza.
Editorial: Nova
Número de Páginas: 415
Ah, Justicia Auxiliar. Había escuchado hablar de este libro, aunque nunca fuera de los círculos que incitan a leer autoras, lo cual no me termina de sorprender. A ver, está escrito por una mujer, da igual que esté catalogada como la mejor novela de ciencia ficción de 2014 y haya sido galardonada con los premios [R: por favor, leedlo con la voz del narrador del Smash presentando a personajes] ¡Nebula! ¡Hugo! ¡Locus! ¡BSFA! ¡y Arthur C. Clarke! Lo que importa es que lo ha escrito una mujer. Tampoco había escuchado hablar de la autora de La Maldición de Chalión, la maravillosa Lois McMaster Bujold —de la que pronto caerá reseña. Cuando me relea el libro por tercera vez—, que tiene más premios que cualquier escritor varón y este mismo año ganó otro Hugo por el mundo de los cinco dioses, pero a quién le importa.
Así que ¿misoginia? Sí, sin duda. Al menos en cuanto a publicidad y temas similares. Con todo, reconozco que después de la experiencia con la hinchadísima popularidad de doña Jemisin [R: pero quién soy yo para hablar en un país donde tenemos a Arturo Perrete como gran autor], reconozco que me he acercado al libro de puntillas. Sobre todo porque el amigo que me lo prestó lo hizo tras una conversación que más o menos fue así:
Rika: ¿Te puedo robar algún libro (no es como si tuviera mil pendientes en la Mazmorra)?
Amigo: Claro. Toma este, te gustará, tú escribes de hembrismo.
Rika: ¿Qué tal la historia?
Amigo: Bueno, no está mal. Se supone que es un mundo donde los sexos no importan y se escribe todo en femenino. Puede que te interese.
Rika: …
Amigo: …
Rika: … En serio no me vas a vender la historia.
Amigo: ¡Se escribe todo en femenino!
Me pregunto si a doña Leckie la perseguirán por no usar el neutro (que en su país, pues bueno, lo tienen desde hace más de un siglo)…
En fin, que al final mi amigo reconoció que la historia no era nada del otro mundo, pero que el tema de los géneros hacía pensar. Y como eso es mejor que nada, me llevé el libro.
Y aquí estoy, con una novela terminada y un análisis por delante. Como nunca me ha molestado meterme con cosas que la gente adora —hola, El nombre del viento—, esta vez tampoco será la excepción.
La gente viene atraída a Justicia Auxiliar básicamente por dos cosas, hasta donde tengo entendido. Primero, el uso del femenino, como he demostrado con mi amigo. Esto se debe a que el Radch, que es una suerte de imperio romano que absorbe, adapta y diluye las culturas de los planetas que va conquistando, no hace distinción de géneros. Como no hay (en teoría…) forma de transmitir esto en inglés, doña Leckie optó por el uso del femenino como neutro sin importar si hablaba de una mujer o un hombre. Esto obliga al lector a reevaluar cómo ve las cosas, en particular el hecho de que estamos acostumbrados a considerar a la mujer «la excepción» y al hombre como «lo normal». Hasta ahí todo bien.
Luego está la cosa de que la protagonista es una nave. Bueno, más o menos.
La novela tiene dos líneas temporales; una del pasado, de hace veinte años, donde tenemos a la nave Justicia de Toren narrando cómo llegó a su situación actual… Y la del presente, donde la nave ya no existe y ha quedado reducida a uno de los innumerables cuerpos que controlaba para ejercer sus tareas.
Justicia de Toren nunca ha sido una verdadera nave, solo un cerebro que controlaba muchísimos cuerpos. Aunque odio con pasión Endymion de Dan Simmons, siempre me hizo gracia la nave en la que viajan los protagonistas y me daba pena que la dejaran atrás durante años. Era como una casa que te hablaba con cierto humor humor y te miraba con imaginarios ojitos de cordero degollado cuando anunciabas que te ibas a hacer viajes temporales y se tenía que quedar sola. Vamos, un miembro más del equipo, un sitio al que volver y al que querer. También, llevada de la forma adecuada, podía ser una casa muy inquietante de haberlo querido así el autor.
¿Os imagináis las posibilidades de ver el mundo desde el punto de vista de una criatura así? Nada de expresiones humanas, nada de cuerpos, ni brincar, ni tener sexo ni nada conocido. Fascinante.
Esperaba algo así, lo cual es culpa mía. Pero, por Medea, tienes una nave espacial gigantesca con capacidad de pensar, de estar en todos sitios, que hace caso omiso a la intimidad de sus tripulantes. Cuántas vidas por contar, cuántos detalles por ver, todo sin necesidad de tener que integrarse en el pensamiento humano. ¿Qué pensaría una nave de tener que enfrentarse a otra? ¿Cómo sería conocer en profundidad a todos sus tripulantes? ¿Le gustarían más algunas conversaciones que otras? ¿Haría putadillas como cerrar puertas, fastidiar a novatas y cosas así? ¿Cómo se desarrollaría a un personaje así? Asumí que los cuerpos serían simplemente un extra frente al cerebro central de la nave y que entonces sería fascinante ver cómo se adaptaba la pobre a ser un simple humano.
Error.
La acción transcurre siempre en planetas, en cuerpos humanos, y la nave como tal creo que sale en dos capítulos (con suerte). Así que esto, señoras y señores, no es una nave. Es una IA con una pluralidad de cuerpos humanos y punto. Y estoy muy decepcionada porque es el camino fácil.
Y tomar el camino fácil es la tendencia en esta novela, como he comprobado con creciente irritación.
En fin, estos son los dos aspectos que atraen a la gente. Lo cual me parece muy preocupante. Estamos ante la mejor novela de ciencia ficción del 2014. ¿No debería llamarnos el argumento? ¿No deberíamos vernos atraídos por la ciencia que pueda presentarnos, por los dilemas morales y sociales, por los personajes?
No voy a mentir, Justicia Auxiliar presenta ideas interesantes, pero siempre las deja de fondo a modo de discurso como para dejarnos claro que la autora sabe que está «ahí» y que con ponerlo es suficiente… en vez de desarrollarlo y mojarse. Tenemos un imperio esclavista y genocida, la propia protagonista ha matado innumerables personas y nunca medita demasiado sobre ello: se limita a señalar que las cosas nunca son simples. Luego está el tema de la ciencia ficción, que es muy, muy superficial. Esto no sería un problema —el Space Opera puede ser tan maravilloso como cualquier libro de ciencia ficción dura o incluso más porque no necesita tanto infodumping— de no ser por el flagrante deus ex machina y la débil construcción del mundo.
A ello hay que añadirle personajes olvidables, más ocupados en arrojar información al lector para explicarle todo, ¡incluso para resumir su propio desarrollo!, y lo poquísimo que se emplean los elementos del mundo. ¿Portales? No salen excepto para acortar la trama. ¿Naves? Nos cuentan que son peligrosas y parece que pueda serlo una al final, pero nada. ¿Genocidio? Solo se usa para mostrar que el Radch puede ser malo, no tiene verdaderas repercusiones más allá de que reaparece un personaje víctima de esta monstruosidad, tanto habría dado que estuviera o no.
Y, por cierto, prácticamente no hay una sola conversación normal en esta historia excepto las del personaje más innecesario, que deja muy claro que le gusta el té. Creedme. Le gusta mucho, mucho el té.
Muchísimo.
Las radchai toman té. Eso lo vais a tener claro.
Do it for the tea.
Por desgracia, no se acaba aquí. Cuando leía, pensaba que todo tenía que ser culpa de Nova y la traducción. Faltas de ortografía, frases mal puestas, una prosa más que pobre… Pero luego hablé con Anterástile (que es una traductora muy guay y por aquí tenéis su blog) y comprobé que es que no podía todo achacarse a la traducción. Las repeticiones constantes de palabras en un mismo párrafo, la falta de vocabulario, las estructuras tienden a ser invariablemente «afirmo algo AUNQUE —el aunque es importante. No deja de aparecer— debo meter un inciso y reconocer que mi opinión no debería ser tan generalista», todo era… Era como un primer borrador. Uno que interrumpe diálogos para meter infodumping que no vuelve a tener ninguna relevancia en la historia más que dar saltitos y decir «estoy aquí». Uno que tiene una prosa mediocre y que no parece haber pasado por el control del editor.
No podía creérmelo. Entonces leí la entrevista que incluyó Nova al final del libro. Resulta que este es el primer libro de la autora. Muchas cosas cobraron sentido. Otras, no tanto. Como por ejemplo, qué estaba haciendo su editor/a para permitir que saliera un texto tan maltratado al mercado [R: aunque ya vemos que le ha salido genial].
O por qué tiene tantos premios.
¿Acaso a los Hugo les está pasando lo mismo que a los Oscar? ¿Que solo necesitas publicidad y reunir una serie de características para ganar, sin importar la calidad?
Quién sabe. No sigo los premios de cerca y, tras este libro, menos ganas tengo.
Pero vamos a analizar de cerca por qué considero que Justicia Auxiliar pasa de mediocre a malo por culpa de unos premios que jamás deberían haber sido suyos [R: eso o el panorama de literatura de ciencia ficción es realmente más penoso de lo que esperaba].
Historia
La trama de Justicia Auxiliar es simple, motivo por el que no me cabe duda que la doña Leckie ha decidido mezclar dos momentos temporales para darle algo de saborcillo e intriga. ¿El problema? Que al recurrir a esto, el pasado del personaje se trunca y deja de tener mucho sentido que se le dedique tanto tiempo.
La historia comienza en el presente con Breq (o Esk Una) en una tierra nevada- Se las está apañando bastante bien hasta que encuentra en el suelo a un capitán —se refiere a él como capitana, pero queda más que claro numerosas veces a lo largo del texto que es hombre. Es más, se resalta que lo es, no vayamos a crear a un personaje femenino problemático. Ya examinaremos en su respectivo apartado el «problema» que esto conlleva— que tuvo hace miles de años. Y es que parece que fue congelado durante demasiado tiempo a lo Han Solo y despertó en una etapa donde no tiene a nada ni nadie, así que se da al kef/droga. Breq decide recogerlo y cuidar de él.
En el siguiente capítulo viajamos al pasado. Veinte años, más o menos. Justicia de Toren —me referiré así a la versión nave, aunque básicamente no hay ninguna diferencia con Breq— está en una ciudad llamada Ors al servicio de la capitana Awn. Y hay quejas, intrigas políticas y mucho discurso político que, como digo y examinaré un poquito más adelante, no va a ningún sitio.
Hasta prácticamente la página 250 alternamos entre estas dos líneas capítulo a capítulo, así que como lector ya sabes que 1) la nave va a ser destruida en ese intervalo de veinte años y 2) Breq busca matar al jefe supremo —sí, es un hombre— del imperio para el que trabaja, así que seguro que estuvo en el ajo.
No me malinterpretéis, a veces lo importante no es qué pasa sino cómo. Por eso a muchos nos gusta leer novela histórica o precuelas y disfrutamos con la caída de Anakin y Padmé a pesar de que ya sabemos qué iba a ocurrir. Pero ese es el problemita. El cómo tiene que ser interesante. En esta novela dura dos páginas que, encima, se veían venir de lejos. Primero, porque nunca se menciona de nuevo a cierto personaje; segundo, porque ya nos habían dicho que las naves tienen capitanas favoritas; y tercero, porque Breq decide cuidar de un capitán al que casi despreciaba por lo que solo puede ser culpa —por mucho que la autora NO sepa plasmar el sentimiento—.
Asumo que este niño es uno de los cuerpos del Lord, así que lo pongo porque ojalá ese swag en la novela |
Es decir, que habría tenido mucho más impacto leerlo de forma lineal e indignarte lo suficiente para querer seguir el viaje de Breq en su camino a la venganza, ver a Seivarden como el pálido reflejo de Awn que es y… Todo eso.
Bueno, pero ¿qué es lo que sucede? En resumidas cuentas, primero hay que explicar cómo funciona el Radch con lo poco que nos da la autora. Como ya dije, es un imperio romano controlado por un emperador (el Lord). Imaginaos el Imperio de Star Wars, pero con algo de más diplomacia política y menos darkness en la ropa. Las Radch son conquistadoras que basan su sociedad en una estructura jerárquica de linajes, usan la fuerza y las amenazas para conquistar planetas y han cometido innumerables genocidios. Todo está controlado por el Lord, que tiene cientos, miles de cuerpos que maneja al mismo tiempo. Sería super interesante que con el Lord se presentara un precedente de transhumanismo y nuevas concepciones de lo humano para contrastarlo con las Naves, pero nope. Solo importa que se ha asegurado la inmortalidad.
Pero este Lord, vaya por Medea, ha desarrollado trastorno de personalidad múltiple. De momento conocemos dos facciones que llevan mucho tiempo haciéndose la puñeta mutuamente en una disimulada guerra fría donde emplean a otras personas para ganar un poquito aquí y otro allá. Una facción es más «progresista» y la otra más «conservadora». Hace un tiempo, una capitana descubrió esto y el Lord lo ocultó más o menos, pero no pudo evitar que parte de la catástrofe que se desató para intentar enterrar la información se extendiera al público.
Dicho esto, la historia del pasado se pierde mucho en costumbres de un planeta recién incluido en el Radch, intentando que nos sorprendamos porque la capitana de Justicia de Toren, que no sería el equivalente a noble/patricia ni nada, rompe las normas y se relaciona más con la gente de clase baja que las aristócratas recién conquistadas [R: el problema es que no te muestran como tal que Awn esté más de parte de «gente como ella» hasta muy avanzado el libro. Como casi todo el tiempo, Justicia Auxiliar mete el infodumping cuando tienen que completar las cosas que te ha lanzado a la cara y has pasado por alto porque iban completamente sueltas]. Al final todo parece indicar que se estaba suscitando una rebelión contra Awn y ciertos sectores de la sociedad. Entre otras cosas, se escondieron unas armas en un lago para poder «justificar» que había una especie de confabulación contra las clases altas. La cosa es que el Lord «conservador» visita el planeta justo entonces.
Su comportamiento es extraño, frío y repleto de insultos sutiles hacia la capitana Awn en términos protocolarios. Entonces se nos indica muy descaradamente que parece que la líder revolucionaria estaba de acuerdo con el Lord para hacer sus movimientos y, sorpresa sorpresa, este indica a la capitana Awn que mate a todas las rebeldes. Por supuesto, el Lord que ha venido es de la facción opuesta a quien se unió a las rebeldes y se está haciendo la puñeta a sí mismo.
Para disimular las evidentes contradicciones de su comportamiento, trata de ocultarlo todo culpando a la capitana Awn y manda a Justicia de Toren —a la que la facción «progresista» había manipulado para que estuviera de su lado— que la mate cuando esta insiste en pasar por un interrogatorio que, en teoría, habría puesto demasiadas cartas sobre la mesa.
Detengámonos un momento aquí porque… El argumento es tan… Quiero decir, ¡no puedo imaginar la reacción de una sociedad jerárquica, esclavista —las naves están llenas de Auxiliares, gente capturada en planetas y despojada de su personalidad para convertirse en parte de la conciencia de la nave—, genocida y que tiene a un Gran Hermano repartido por toda la galaxia ante un caso donde se vea que hace cosas contradictorias! ¡Porque seguro que en miles de años no ha dejado pruebas por toda la galaxia! ¡Y nadie ha hecho nada! Seguro que lo que pase en un planeta recién anexado llevaría a la guerra civil, oh, sí. Seguro que con las máquinas que tienen para «reeducar» a la gente, la capitana Awn no podría haber encontrado parte de sus memorias algo entumecidas y el asunto se habría archivado sin esfuerzo.
Pero bueno, para qué le doy demasiadas vueltas. Subestimo el poder del pueblo, la justicia y lo que puede hacer una sociedad ampliamente administrada por funcionarios que deben controlar una galaxia entera. Seguro que todo se desmorona en un plis, sobre todo porque la misma historia dice que el centro del Radch es una zona lejana y aislada y es evidente que no están nada cómodos con su situación y se levantarían en armas para castigar a un Lord que ha cometido tantísimos genocidios en miles de años que este en concreto, puf, es la prueba de que tiene trastorno de personalidad múltiple.
En fin. Justicia de Toren mata a Awn, pero como era su favorita, de inmediato le vuela la cabeza al Lord que tiene al lado. Por supuesto, no sirve para nada y la nave es destruida por otro de los cuerpos del Lord, pero Breq (que era el cuerpo que disparó a Awn y al Lord) logra desconectarse a tiempo y emprender su camino hacia la venganza, que solo le lleva 20 añitos de nada.
Entonces encuentra a Seivarden en el planeta a donde ha acudido a buscar a un doctor para que le dé nada menos que un arma presger. Y aquí tenemos el deus ex machina de la historia.
Antes de continuar… ¿Qué es un Deus ex machina? Es meter un recurso que nunca se ha explicado antes o que rompe las normas de la historia para salvar una situación. Las águilas de las películas de El Señor de los Anillos son un Deus ex machina literal —casi intencional en el libro, mucho más cristiano que las adaptaciones— porque nunca nos explicaron que hay dioses metidos en la guerra contra Sauron, ni que eran algo más que una invocación que acudiera a rescatar a Gandalf porque… Bueno, es un mago, ¿por qué no iba a invocar a un águila gigante? También puede lanzar rayitos de luz contra los nazgul, pero no vuelve a usar el recurso y no decimos ni mu.
Y llega el ángel enviado por los dioses a lomos de las aves del dios padre a salvar la situación. Todo nice. |
Pero como no conocemos las reglas de los Valar, y cómo intentan no entrometerse en el mundo, nos tiramos de los pelos y gritamos que por qué las águilas no acudieron antes a echar una ayudita. Por eso, sobre todo en las películas, es un Deus ex machina en el mal sentido de la palabra. Porque las águilas aparecen no como recompensa divina, sino porque deben salvar el argumento.
Así pues, cuando en una historia futurista tenemos IAs capaces de leer a los seres humanos a nivel casi molecular, se nos establece que no hay arma indetectable para los sistemas de control y aparece un arma precisamente capaz de solventar mágicamente todos estos problemas, que además puede atravesar cualquier superficie y el mecanismo, su energía, su funcionamiento, no se explican ni se justifican… Es un Deus Ex Machina. Porque no es un misterio que se haya establecido desde un principio, como se hace con las Tumbas del Tiempo de Hyperion, ni tampoco se presenta en un inicio como un arma enemiga que podamos usar a nuestro favor haciendo uso de nuestro ingenio, ni se hace más referencia a esta increíble tecnología que para insinuar que a lo mejor se tratará en un siguiente libro. Es literalmente un recurso que se introduce en la trama de forma torpe, sin que obedezca a ninguna regla [R: si se nos hubiera hablado de las presger como criaturas con tecnología terrible, pues mira. Pero es que como doña Leckie tiene esa maldita tendencia a no usar recursos de plant and pay off, como puede ser mostrarte en un inicio X y que se recupere después… Pues eso.]
Lo peor es que es un Deus ex machina que no sirve para nada, ya que se usa para una tontería que podría haberse solventado de otra forma y evidentemente es una excusa para decirte: ¡hay extraterrestres guays! Lo cual no es malo en sí, los aliens siempre deberían molar de una forma u otra. Pero hay recursos más apropiados para presentarlos.
El caso es que Breq se lleva el arma y también a Seivarden, que es un tipo clasista, borde y está convencido de que Breq es una agente especial que ha venido a rescatarlo. Más o menos intenta dejar el kef, hasta que un día no puede más y vende el transporte que usaban para sacarse un dinero. Enfadada, Breq va a dejarlo atrás, pero Seivarden la persigue hasta un puente con varios kilómetros de alto. Y se cae. Breq decide salvarlo, activando una armadura que la protege durante buena parte de la caída. Seivarden le dedica a partir de ese momento su vida porque es su heroína y nos saltamos meses de viaje y necesario desarrollo para Seivarden para llegar directamente al lugar donde transcurrirá el resto de la acción.
Al palacio del Lord.
Aprovechando que Seivarden debe llamar la atención porque lleva cientos de años desaparecido [R: todavía no me queda claro por qué Seivarden, por decepcionado que estuviera con el Radch por sentirse abandonado, no usó esta treta para llamar la atención y lograr un nuevo puesto, ya que lleva años dándole a la droga], Breq asume que podrá atraer a algún Lord. No le importa cuál con tal de matar a varios.
Solo que entonces el Lord se adelanta porque, por supuesto, se dan las conversaciones apropiadas para que se vea que ella es Justicia de Toren. Para ahorrarnos tiempo, el mismo Lord nos cuenta la verdad después de que Breq le grite a la cara que sabe lo que está planeando y que se encuentra en guerra consigo mismo. Mata al representante de la facción conservadora y el progresista trata de convencerla para que se ponga de su lado en vez de freírlo.
Al final, entre órdenes cruzadas de los Lord, se acaba armando un espectáculo interesante. Breq decide marcharse hacia la nave que hay en el espacio y con la que el Lord progresista pretendía volar el palacio y las zonas adyacentes para librarse de sus otros «yo».
Pero, por el camino, se le suben cuatro Lords al exterior de la nave. Además, resulta que uno tiene armas que funcionan en el espacio. Y entonces en vez de aprovechar la cinética, de hacer girar la nave o cualquier cosa, tenemos una escena dramática donde usa la pistola mágica para disparar a un tanque de oxígeno a la vez que se cubre con una de las armaduras super guays que tienen las Auxiliares y provocar una brutal explosión.
En serio, por qué no hackea la nave —porque puede desatornillar zonas enteras por sí sola para impedir que los Lords entren al interior, así que ¿por qué no iba a poder hackear? ¡Ella misma fue una nave, alguna idea debe tener!— para volver hacia el planeta y freír a los señores, por qué no los revienta contra la nave a la que se dirige. ¡Algo que no sea tan… gratuito! Porque jamás se nos ha explicitado que Breq tenga un sentimiento suicida. Para ella era un éxito matar a dos o tres Lords y con eso se daba por satisfecha. ¡Pero mientras esté viva puede matar más! ¿De dónde sale este cansancio, por qué no se trata en todo el libro?
Se despierta en el palacio una semana más tarde gracias a la ciencia de recuperación de órganos de las radchai. A regañadientes, se deja arrastrar por Seivarden hacia una nave Misericordia con la que había hablado poco antes de su intento de suicidio, porque el Lord no solo la ha adoptado, sino que la ha nombrado capitana. Va a estallar una guerra civil y la quiere de su lado.
Y esa es la historia, señores y señoras, merecedora de innumerables premios.
Ahora vamos a ver por qué está escrita de forma tan mediocre.
Escritura
Reconozco que el texto de Justicia Auxiliar ha sufrido mucho por culpa de la traducción, que es cutre, densa y poco ágil. Había partes que directamente me provocaban muecas porque la desgana (o las prisas por publicar) eran palpables. Sin embargo, estoy leyendo una novela que sufre el mismo problema de traducción llamada La casa de los otros, de Mariam Petrosjan, y da igual que haya partes que busquen que sangres por los ojos. El ritmo, la atmósfera, la profundidad de los personajes se percibe incluso si el traductor es más traidor que nunca. Leer estos dos libros a la vez me ha ayudado tener una importante perspectiva, porque a ambos se les puede acusar de ser lentos, de tener muchas escenas que «no aportan nada», y no podrían ser más opuestos el uno del otro. La casa de los otros es una novela para poca gente, densa y sin una estructura típica, con constantes saltos de tiempo, algún que otro infodumping y tendencia a liar al lector acerca de quién demonios está narrando. Y lo hace a propósito, pasando de la primera a la tercera persona, huyendo de las descripciones físicas [R: algo muy importante para desconcertarte después, cuando te das cuenta de que este personaje siempre ha sido otro porque resulta que ninguno tiene brazos, que el protagonista va en silla de ruedas y que el chico de allá es esquizofrénico y un largo etc. Son momentos maravillosos de comprensión]. Y lo hace con el propósito de lanzarte un mensaje y no para intentar librarse de trabajar.
En cambio, Justicia Auxiliar está muy pobremente escrita en inglés y se ha transmitido al español. Sus personajes reciben repentinas descripciones sin que sirva de nada para la trama o la reflexión, tienen diálogos planos y artificiales, y las descripciones son dolorosamente aburridas, lo que contribuye a volver aun peor el ritmo. Muchos de sus errores, supongo, se pueden achacar a que es la primera novela de doña Leckie. Y a su editor.
Vamos a ello.
Para empezar hay que destacar que el libro está narrado en primera persona desde el punto de vista de Justicia de Toren; a veces en cuerpo de nave, a veces en cuerpo humano (Breq). En teoría, la diferencia que radica entre ambas versiones es que el cuerpo humano carece de los recursos informativos de su versión nave. Es decir, cuando era una nave podía grabar y recoger varias conversaciones a la vez y cuando es humana, no. También, como nave tenía sensores para medir la presión sanguínea, cámaras por todas partes, y muchas formas de examinar lo que pasaba en su interior. Como humana, no. Con esto se pretende justificar que Justicia de Toren evite una prosa interesante y nos cuente directamente las cosas como son: X personaje estaba enfadado; Y estaba celoso; Z tenía ganas de ir al baño. En teoría, como humana, Breq encuentra problemas a la hora de diferenciar sexo e identificar lo que sienten o experimentan las personas. En teoría, insisto.
Ninguna de las dos narraciones se aprovecha. En el caso de Justicia de Toren, resulta evidente (tanto para nosotros como dentro del mundo del libro) que no es la IA fría y distante que se supone que debe ser. Fue creada para tener opiniones, sentimientos y dudas. La autora trata de hacer como que Justicia de Toren evita reflejar estas ideas en su narración y por eso dice «disparé al Lord» en vez de «la rabia me pudo y disparé a quemarropa al Lord».
Trata, digamos, de ser un texto frío, limpio e imparcial. Solo que no lo es. Nunca lo es. Justicia de Toren decide que tenemos que saber más de la cultura de un planeta porque sí. Nos describe las costumbres de las radchaai porque sí, igual que decide saltarse el aspecto de los personajes porque a la autora no le conviene ponerse manos a la obra hasta que decide señalar que un personaje es POC, para que nos quede claro que es inclusiva —y volvemos al que los personajes blancos no necesitan descripción—. No solo eso, sino que la protagonista nos justifica muchas veces sus actos, medita sobre la religión o especula sobre mil cosas que son innecesarias.
Es decir, no está siendo fría, pragmática y distante por norma, sino solo cuando la autora decide que tiene que serlo. No es consistente.
Y podría haber sido un recurso muy interesante si fuera Breq quien nos estuviera contando sus recuerdos salteados como Justicia de Toren, inevitablemente reducidos porque es una humana y ya no tiene la misma capacidad de comprensión. Pero es que ni siquiera juega con la idea del narrador no fiable, donde Breq o Justicia de Toren se estén engañando para reprimir de forma torpe ideas que no debería tener una IA. C.S. Lewis creó Till we have faces, un retelling del mito de Eros y Psique, narrado en primera persona por la hermana mayor de esta, a modo estudio de la pérdida de fe y de cómo nos cegamos ante nuestro propio comportamiento. La protagonista pone toda su vida por escrito y, al llegar al final, la repasa y debe matizar —como Breq, pero bien—. Porque se da cuenta de que hay muchas cosas que había embellecido u ocultado, hechos de los que nunca había percibido como una actitud controladora o explotadora, en vez de tierna y maternal.
Y podría haberse aprovechado para, si no se quería hacer una clara distinción entre la narración del pasado y la actual, justificar que apenas haya cambio. Pero no, claro.
Aparte, resulta evidente que la autora no sabe escribir a Justicia/Breq de otra forma porque el texto es plano, aburrido y no tiene vocabulario, cosa que va en contra de la supuesta cuasi omnisciencia de Justicia de Toren. Si quiere hablarte de una «administración» repetirá cinco veces la palabra en el mismo párrafo porque al parecer una nave de más de 2000 años de antigüedad, que recoge tradiciones musicales y se interesa por la cultura no tiene ni idea de escribir o redactar, ni tampoco cuenta con un diccionario con el que variar un poco su prosa. Podría ser un recurso narrativo si se usara una, dos, tres veces. No en cada página.
«Denz Ay se refería a nuestra armadura. La armadura radchaai es, en esencia, un escudo de fuerza impenetrable. Yo podía activar la mía cuando lo deseara solo con pensarlo. El mecanismo que la activaba estaba implantado en todos mis segmentos». (p. 66)
¿Para qué decirme a qué se refiere Denz Ay cuando directamente podría comentarme que «las armaduras radchaai son un escudo de fuerza impenetrable que puede activarse con solo pensarlo. Y yo la tenía implantada en todos mis segmentos»? Por ejemplo, claro, seguro que hay formas mucho más fluidas de presentar la idea.
Y esto es un párrafo pequeño. Imaginad en los largos.
Por otra parte, uno imaginaría que una IA tiene una buena capacidad de síntesis, descripción y presentación. Cosa que no es así, como ya sabéis por mis quejas anteriores:
«La Lord del Radch llegó al medio día, a pie una sola de ellas. [R: Medea, madre de brujas, por qué Breq/Justicia de Toren no sabe hablar. Por qué. Explícamelo.] Atravesó la Ciudad Alta y se dirigió directamente al templo de Ikkt. No dejó ningún rastro en los registros de los rastreadores. Era vieja, de pelo canoso, hombros anchos y ligeramente encorvados y la piel casi negra de su cara estaba surcada de arrugas, lo que explicaba que fuera sin escolta. La pérdida de un cuerpo que estaba más o menos cercano a la muerte no era gran cosa. Utilizar cuerpos viejos permitía a la Lord del Radch desplazarse sin protección, sin guardias, sin asumir, por ello, un gran riesgo [R: gracias, me había enterado de que es viejo con eso de que «la pérdida de un cuerpo que estaba más o menos cercano a la muerte no era gran cosa». Aparte, esta pausa para inmediatamente después seguir la descripción física es tan absurda]. No iba vestida con la chaqueta enjoyada y los pantalones de las rachaais ni tampoco con el mono o los pantalones y la camisa que solían vestir las tanminds de Shis’urna, sino con un pareo y el torso desnudo, como las orsianas. [R: personalmente creo que si hubiera dicho que vestía con un vestido y torso desnudo a lo orsiano habría sido suficiente. Que tiene 116 páginas para explicarnos cómo visten las protagonistas y debería haberlo metido bastante antes y no en esta escena.]
Por otra parte, la lectura alterna entre párrafos sin comas y los que parecen tener tantas que es imposible leer nada con claridad:
«En Ors todavía no tenían un templo oficial. Los que había estaban principalmente dedicados a Amaat, por lo que cualquier otra deidad ocupaba un lugar secundario en el templo. De momento, la suma sacerdotisa de Ikkt no había encontrado la manera de degradar a su diosa en su propio templo o de asociar a Ikkt con Amaat tan estrechamente como para incorporar los ritos radchaais a los de su diosa, así que los rezos a Amaat se realizaban en la casa de la teniente Awn. Todas las mañanas, las portadoras de flores del templo provisional retiraban las flores marchitas que rodeaban la figura de Amaat y las reemplazaban por flores frescas. Solían ser pequeñas flores silvestres de tres pétalos y color rosa intenso; crecían en la tierra que se amontonaba en las esquinas de los edificios y en las grietas de las paredes exteriores, y podían considerarse malas hierbas, pero a las niñas les encantaban; pero también llevaban unos pequeños lirios blancos con el cáliz azul que había empezado a florecer en el lago, sobre todo cerca de las zonas prohibidas delimitadas por las balizas.» (p. 61)
Es que no puedo describir lo atropellado que es este texto sin dar una clase, y eso que no tengo grado de filóloga. En especial resulta irritante la tendencia de establecer algo y matizarlo inmediatamente después. Da la impresión de que la autora escribiera sobre la marcha y no se le ocurriera reconstruir la frase para que quede mejor hecha. En vez de decirte algo tan sencillo como que la casa de la capitana Awn hace de templo mientras se está buscando la forma de fusionar a la diosa de Ors con la del Radch, te empieza diciendo que la diosa del Radch siempre debe ser la principal, así que asumes que todos van allí a rezar a Amaat. Pero no, resulta que no, que todavía no se ha arreglado el tema. Y luego te cuentan que la estatua de Amaat se rodea con FLORES (flores, flores, flores) que no tienen un nombre concreto porque se recogen de la calle. ¡Pero! ¡Pero! También se usan lirios. No sé, ¿qué cuesta poner que se emplean flores comunes de la calle así como del lago?
Otro par de ejemplos salteados:
«Algunas veces solo la teniente Awn y las ayudantes del día acudían al ritual matutino, aunque, por lo general, también asistía más gente, como la médico de la ciudad, unas cuantas radchaais a las que les habían otorgado propiedades en la zona y otras niñas orsianas obstinadas en no asistir al colegio o a las que no les importaba llegar tarde a clase con tal de disfrutar del brillo y del tintineo que producían los discos al caer. A veces, incluso la propia suma sacerdotisa de Ikkt asistía al ritual, porque su diosa, como Amaat, no exigía que sus seguidoras solo la adoraran a ella.» (p. 62)
«—No necesitas el arma garseddai para matarme —dijo Anaander Mianaai sin mirar atrás—. No llevo armadura. Bueno, una parte de mí sí, pero yo no. La mayor parte de mí no la lleva.» (p. 366)
Básicamente casi todo se estructura en «afirmar algo» para negarlo o matizarlo después. Y si fuera solo cosa de Breq, por mucho que me desconcertara porque una IA tendería a ser concisa y específica, entendería que es un recurso para que su discurso sea particular y distintivo. No-lo-es.
Y tenemos que retomar lo de la falta de vocabulario. Incluso como nave, Justicia de Toren suele decir «variados tipos de té», de hierbas, de telas, y se queda tan ancha. ¿No debería saberlo? ¿No tendríamos que aprovechar el worldbuilding de una IA para que nos sorprendiera con conocimientos que no se podrían justificar en un humano especializado sin más conocimientos que los genéricos? ¿No debería hablarnos del material con el que se fabrican las monedas, que sirven para elementos religiosos, en mundo donde la especialización profesional debe ser alta? ¿Es algo que crean las élites o que se hace en masa? ¿Las ropas están hechas a base de plantas y tejidos que no conozcamos? ¿Cómo es el clima? ¿Varía el cielo de un sistema a otro? ¿Y la gravedad? ¿Qué pasa con esos tés, de qué están hechos, por qué las radchaai adoran tanto tomarlo? Cuando Seivarden hace muecas porque «esto no es té», ¿a qué se refiere? ¿Es que le gustan unas hojas concretas que solo se crean en un planeta que tiene el total monopolio del resto de la galaxia?
No sé, ya que tenemos a una IA que solo sabe soltar información, habría que explotarla un poco. Pienso yo.
Pero bueno. Hablemos del infodumping.
Creo que no me resultaría tan horrible si no hubiera leído por innumerables reseñas que Justicia Auxiliar lo evade con magistralidad. ¿Qué libro han leído? Doña Leckie mete parrafones de infodumping con la excusa —a veces válida, a veces no— de que Justicia de Toren/Breq es una IA y por tanto cuenta más que muestra. Pero, de verdad, lo hace de forma tan torpe y tan poco interesante [R: Bartimeo, por ejemplo, te mete literalmente notas a pie de página porque está escribiendo el libro que tienes en tus manos. Y miente de forma descarada, suaviza hechos, matiza otros. Es divertido, tiene humor, ves por dónde va. ¡Si una IA puede amar, tener instintos asesinos y juicio moral, puede tener humor (o al menos fingirlo)!. No hay excusa, es un texto dolorosamente plano] que cuesta no saltárselo.
Lo peor es que el infodumping no se reserva al texto en prosa, no, sino que aparece incluso en los diálogos. O debería decir monólogos:
«—No le dije nada que no fuera cierto —aclaró la teniente Skaaiat—. Le conté que las tenientes que están al mando de naves con tropas auxiliares suelen proceder de familias antiguas que disponen de una posición social elevada y montones de dinero y clientas. Puede que sus contactos en Kould Ves le hayan contado algo más, pero no mucho. Por un lado, como tú no encajas en ese patrón, tienen motivos para tener celos de ti; por el otro, estás al mando de auxiliares y no de vulgares tropas humanas. Las personas anticuadas como ellas reprueban tanto la utilización de tropas humanas como el hecho de que las descendientes de casas sin prestigio sean nombradas oficiales. Si bien aprueban que tengas auxiliares, desaprueban tus orígenes. Jen Shinnan tiene una imagen ambivalente de ti.» (p. 78)
Respira, Skaaiat, o no podrás resumirnos todo en un monólogo aún más largo, poco creíble y más digno de una obra de teatro que de una novela.
¡Y ahora hablemos de otra de las cosas que más me frustran! Si recordáis, empecé hablando de cómo Breq no tiene las mismas características que Justicia de Toren y que en general se refleja en cómo se encuentra más insegura con algunas cosas. Pues vamos a ver cómo el texto se contradice una y otra vez. Tened en cuenta que quien nos cuenta las cosas en este ejemplo es Breq, no Justicia de Toren, por lo que solo cuenta con su reducido cuerpo humano:
«Ninguna de las presentes percibió mi agobio por el sobresalto que había experimentado antes [R: ¿cómo lo sabes…? ¿No se te ocurre que a lo mejor están disimulando? Que, mira, la gente puede ser muy evidente, pero luego veremos que doña Leckie no sabe decidir cuándo Breq sabe leer a las personas y cuándo no]; salvo, desde luego, Estación y Anaander Mianaai. Y Anander Mianaai o, al menos, una parte de ella, tenía muy buenas razones para prestar atención si alguien hablaba de Justicia de Toren y para fijarse en las reacciones que esto provocaba.» (p. 337)
De verdad que he visto textos de adolescentes mejor escritos. «Y para fijarse en las reacciones que esto provocaba»… No solo es una traducción fea sino que la frase en sí sobra tanto. Pero en fin. Os queda claro que Breq la ha cagado y que la están vigilando, pero solo dos entidades se han percatado. ¿Verdad? No es nada ambiguo, más directo a la cara no puede ser. Pues no.
«No cabía duda de que Estación había percibido mi sobresalto cuando Rosa-y-Azul pronunció el nombre de Justicia de Toren. También sin duda se había preguntado por qué yo había reaccionado como lo hice. Tampoco cabía duda alguna de que a partir de entonces me había prestado más atención. No obstante, Estación no necesitaba hacer que me siguieran para observarme. No se trataba solo de mantenerme vigilada. No era Estación quien estaba detrás de aquello.» (p. 441)
¿Veis que os he dicho que no es una IA pragmática, que sepa organizar cosas ni tenga vocabulario? Encima está este tipo de reiteración. Es básicamente lo que ha dicho en el párrafo anterior que he marcado como ejemplo, solo que esta vez no dice nombres porque… ¿Porque antes no quedó lo suficiente claro? Es la misma idea, la misma deducción, la misma estructura. ¿Para qué escribirlo todo de nuevo?
Si fuera solo una vez, asumiríamos que Breq está nerviosa y ya.
Sin embargo, lo que más me interesa es que Breq nos cuenta las cosas y tengamos que creérnoslas, porque es una cultura diferente y no podemos hacer otra cosa. Y así aparecen inconsistencias como que en la página 341 Breq nos diga que Seivarden había mantenido durante la conversación una actitud cortés, lo cual es… mentira. Si leemos la conversación, Seivarden apenas dice dos palabras, pero rechaza todos los gestos de amabilidad o respeto básicos de su cultura, como aceptar el té, y básicamente se muestra rígido y poco comunicativo. En realidad, todo lo que hace es al final de la conversación:
«—Honorable… —dijo Seivarden de repente. La rigidez de su mandíbula y de sus hombros me indicó que estaba reprimiendo la necesidad de cruzar los brazos [R: aquí Breq sabe leer los gestos del cuerpo humano, como habéis visto en el primer ejemplo también. Pero otras veces se le olvida: ya lo trataremos algo más tarde]—. Pronto entraría en uno de aquellos estados en los que se ponía de cara a la pared y se rodeaba de un impenetrable silencio. Llegaremos tarde a nuestra próxima cita —se excusó levantándose con más brusquedad de la que era correcta.» (p. 339).
Supongo que Seivarden ha sido amable, ha tenido episodios de estar de cara a la pared más allá de cuando se pasaba el día durmiendo. Asumo que ocurrió durante esos «meses de viaje» que Breq decide saltarse a pesar consideró completamente necesario dedicar capítulos a contarnos cómo rescataba de la nieve a Seivarden. Comprendedlo, es tan importante describirme cómo este hombre duerme a pierna suelta en vez de plasmar las conversaciones y experiencias que llevarán a que este antiguo aristócrata cambie por completo su actitud hacia la protagonista y decida ser humilde y actuar como su sirviente frente a toda su sociedad.
¡Prioridades!
Y luego está la gracia de otras contradicciones.
La protagonista se ha pasado milenios leyendo los movimientos de músculos, las posturas de los humanos, todo, y le encanta decírtelo a la cara. Jamás ha descrito escenas que nos hagan suponer que alguien está enfadado, sino que «mis lecturas me informaron de que esta persona estaba enfadada». Pero lo que importaba es que era capaz de decirte: está enfadada, está triste, noté que se había asustado. El caso es que, como nave, podía notar de todo en una persona. Cuando se queda reducida a un único cuerpo, la autora trata de convencernos de que las cosas han cambiado y mete alguna vacilación sobre si un personaje estará enfadado o simplemente irritado. Es decir, su increíble habilidad para meter explicaciones no se corresponde con su inteligencia para interpretar posturas humanas. Miles de años no han servido de nada ni le han supuesto ningún aprendizaje. Veinte años como persona, tampoco. O eso quiere decirnos la autora, porque en general Breq es demasiado perezosa para describirnos nada y se limita a constantes: Seivarden estaba irritada, X estaba molesta, Y se mostró satisfecha.
«Dos lágrimas más brotaron de sus párpados [R: Ya no de los ojos, de los párpados. Qué mal rollo. ¿De qué especie alienígena será?] (…)
—¿Por qué lloras? —le pregunté.
—Porque tengo miedo —contestó sin apartar los ojos de Anaander Mianaai ni bajar la porra.
Me pareció una respuesta muy consciente.» (p. 368).
Pero, ojo, luego es capaz de reconocer un movimiento MILIMÉTRICO entre las Anaander Mianaai cuando se desconectan entre sí y que no ha experimentado desde hace más de veinte años, cuando desconectaron a la propia Breq. Coherencia máxima.
La narración es gris, seca y poco fluida (de nuevo no sé si achacarlo todo a la traducción), sino que es terriblemente explicativa como podéis ver por todos lados. Porque el lector es tonto. Y porque la narración insiste en explicarte los motivos de que Anaander Mianaai deba estar atenta… después. Como todo. Son cosas pequeñas que se acumulan una tras otra. Por ejemplo, no creo que necesitemos ninguna explicación sobre el tipo de persona que es este personaje, que no puede darnos discurso más plano, explicativo, perezoso y genérico (para qué darle algo de personalidad. Este discurso tan típico de twitter o de conversaciones de calle es un resumen para ensayo. No es lo que diría una persona. No hay exclamaciones, no hay pausas, no hay expresiones de asco o pausas para contener un insulto y usar un lenguaje más «respetuoso». No hay nada):
«—Esto no viene al caso —contestó Rosa-y-Azul—. La cuestión es que se trató de un motín. Un motín al que no se le ha dado la importancia que se merecía. Pero, hoy en día, criticar la promoción de las clases humildes y sin educación a puestos de autoridad o criticar las políticas que favorecen todo tipo de comportamientos delictivos e incluso menoscaban todo aquello que hasta ahora hemos identificado como la civilización supone perder contactos de negocio o posibilidades de promoción.»
Pero necesitamos, al parecer, que Breq nos explique que Rosa-y-Azul es una hipócrita y cobarde:
«—Entonces usted debe de ser muy valiente al expresar su opinión.Sin embargo, estaba convencida de que Rosa-y-Azul no era especialmente valiente. Si decía lo que pensaba era porque podía hacerlo sin que eso entrañara un peligro para ella.» (p. 338)
¿No habría bastado con la respuesta de Breq y añadir el párrafo siguiente, que da a entender que se tiene que controlar emocionalmente, para que entendiéramos la situación?
«Tenía que mantener la calma. Podía controlar mi respiración y mantenerla uniforme y fluida; por otra parte, tenía la piel demasiado oscura para que se notara que me ruborizaba, pero Estación percibiría las variaciones de la temperatura. Claro que podía atribuirlas a que estaba enfadada; y tenía buenas razones para estarlo.» (p.339). [R: cosa que ya sabemos desde hace 300 páginas. Por qué no un «mantuve mi respiración controlada, pero no podía hacer nada con mi enfado. Al menos, como supuesta extranjera, Estación podía confundir mis motivos. Y de dónde salen todos esos punto y coma, no lo entiendo. La puntuación es un infierno en este libro.]
Toda esta parte pretende crear tensión, pero se supone que es algo que ya sabemos (o deberíamos saber) tras haber visto a Justicia de Toren como máquina controladora. Claro que como con Breq no se hace inflexión en lo vulnerable y ciega que es…
Por otra parte está el tema del humor. Diría que está ausente en todo el libro menos en dos escenas. Una es la paga del sueldo de Seivarden, que lleva cientos de años congelado y se la podrían reponer (cosa que ya nos han dicho que no va a pasar). Y no hay mejor momento para sacarlo a colación que en medio de la batalla final, con un personaje extra que no vuelve a aparecer ni tiene relevancia y que no… ¿Aporta nada?
«—Yo voy contigo —afirmó Seivarden levantando la mirada hacia mí desde la postura en la que estaba [R: aaaaagh esta frase es horriiiible], con una rodilla en la espalda de la piloto y agarrándole las muñecas para inmovilizarla.
—No, tú puedes influir en quienes tienen el mismo rango que la capitana Vel; quizás incluso en ella misma. ¡Al fin y al cabo, tienes una antigüedad de mil años!
—¡Y un salario atrasado de mil años! —exclamó, impresionada, una de las inspectoras de los muelles.
—¡Sí, como si fuera a cobrarlo!» (p. 377)
Luego está esta escena que os dejo aquí, que francamente me saca de quicio porque es la primera vez que vemos a Breq hablar con alguien que fue como ella —con lo que en teoría debería desear ser—, con la que será su futura nave. Y esto sí sería algo de worldbuilding, porque es ridículo pero habla de las prioridades y de cómo son unas naves, que no funcionan igual que los humanos, que no deben tener su mismo concepto de angustia o miedo:
«—Por cierto, [tus tropas] no están realizando el mantenimiento de la lanzadera como es debido. Las bisagras de la compuerta de la cámara de presurización estaban muy grasientas.—Lo siento.» (p.385)
Y si se hubiera quedado aquí, estaría bien. Ridículo, pero te habla de cómo son las naves. En su lugar, Breq añade.
«—Ahora mismo no importa. »
Y vuelve a centrarse en el problema que tienen. ENTONCES PARA QUÉ LO SACAS, Breq, supuesta IA lógica y pragmática. De verdad, este libro es un conjunto de oportunidades derrochadas. Es la primera vez que vemos a Breq hablar con una nave y podríamos haber sacado tanto si se hubieran presentado antes situaciones así. La nave con la que intercambia frases es una Misericordia, más pequeña que una Justicia, y parece sentirse inferior a Breq porque esta fue un crucero de mayor importancia. ¿No podríamos haber tratado esto? Al parecer las naves apenas se comunican entre sí, porque no se le dedica al tema más que un par de palabras, pero de verdad… Tantas oportunidades desperdiciadas, porque si una Misericordia tiene problemas de autoestima, imaginad a dónde podríamos haber llegado.
Y hablando de escenas increíbles… y que no van a ningún lado… Toquemos el tema de lo mal que establece doña Leckie el ritmo y la atmósfera de sus libros.
¿Recordáis que en cierto momento, Seivarden se cae de un puente que mide varios kilómetros? Breq se lanza para salvarle. Pero esto es un resumen. Breq está molesta con él porque es una carga, porque a pesar de haberle cuidado le ha robado, y lleva horas ignorándolo mientras caminan hacia el puente. Cuando al fin le hace caso, sobre el puente, Seivarden se echa hacia atrás y se cae, con tan buena suerte que queda suspendido de las manos de una superficie de cristal. Breq considera que esta no aguantará más que entre tres y siete segundos —y sí, a pesar de no entender por qué una persona llora de miedo, ni distinguir cuerpos ni situaciones sociales, puede calcular las cosas en segundos siendo humana—. Tiene que decidirse rápido… ¿No?
Pues no. Porque se para a hablar con Seivarden.
«Tenía los ojos desorbitados y la boca abierta ligeramente. Me miró y exclamó:
—¡Ibas a pegarme!
Calculé con facilidad: toda mi ropa anudada solo alcanzaría una distancia de 5’7 metros. La varilla de cristal rojo estaba conectada a un lugar debajo del puente que yo no podía ver y no había indicios de que Seivarden pudiera escalar a ningún lugar seguro. La varilla de cristal rojo no era tan fuerte como el puente y calculé que el peso de Seivarden haría que se rompiera en algún momento entre los siguientes tres y siete segundos. Aunque eso era solo una suposición [R: aquí se mete la autora para asegurarnos que el que la escena dure una página y pico se «permite» porque todo es una suposición. ¿Para qué meter los segundos entonces? Y ya veis: establece algo y lo matiza/corrige después. Uyyyy.]. En todo caso, cualquier ayuda que pudiera pedir llegaría demasiado tarde [R: NO, ¿DE VERDAD? ¡Solo tienes 7 segundos, decídete ya!] Las nubes seguían ocultando el final del precipicio y, por lo que pude ver, los tubos del fondo también eran muy profundos. Su diámetro parecía ser algo menor que las distancias que había entre mis manos con los brazos extendidos [R: para qué me cuentas estoooo].
—¿Breq? —La voz de Seivarden sonó entrecortada y tensa—. ¿Se te ocurre algo?
Al menos, [R: sí, esta coma está aquí porque sí] no me había exigido: «Tienes que hacer algo.» Le pregunté:
—¿Confías en mí?
Lo siento, era superior a mí.
Él abrió todavía más los ojos y su respiración se volvió un poco más entrecortada [R: vocabulariooo]. No confiaba en mí; yo lo sabía. Si seguía conmigo era porque creía que yo había ido a buscarla cumpliendo una orden oficial [R: ¡cosa que acaba de decir en la página anterior, por Medea, no necesito que me lo digas!] y que, en consecuencia, su regreso era ineludible, y también creía que era lo bastante importante para que el Radch hubiera enviado a alguien en su busca; infravalorarse nunca fue uno de sus defectos [R: gracias por contármelo, no es como si no lo hubiéramos visto en las pocas escenas que ha pasado despierto]. Por otro lado, seguramente también estaba dispuesta a regresar al Radch porque estaba cansada de huir, del mundo y de sí misma. Estaba lista para rendirse. Lo que yo todavía no entendía era por qué estaba con ella [R: y yo no entiendo esta explicación de las motivaciones de Seivarden. Ya no es que sea contar y no mostrar, ES QUE EL SEÑOR ESTÁ COLGADO DE UN PRECIPICIO Y ROMPE EL RITMO]. Ella nunca había sido una de las oficiales que prefiriera de entre todas con las que había servido [R: como ya nos habías dicho mil veces. Y de verdad, esta oración me hace sangrar los ojos].
—Sí, confío en ti —me mintió [R: es capaz de saber cuándo alguien miente y no deducir escenas donde una persona llora porque *se la llevan*].
—Cuando te agarre, activa tu armadura y rodéame con los brazos.
Una nueva expresión de alarma cruzó por su cara, pero no había tiempo para nada más. Activé mi armadura por debajo de la ropa y salté del puente.
Justo cuando mis manos tocaron sus hombros, la varilla de cristal rojo se rompió.» (pp. 216-217).
La escena sigue una página más, pero lo importante es que estamos al nivel de Hollywood con eso de que una situación límite aguante una conversación hasta justo cuando Breq tiene bien aferrado a Seivarden y el ritmo… Apesta.
El uso del femenino
Me recomendaron este libro porque «hacía pensar» sobre el género. Y es cierto que, al principio, el femenino choca. Es la gracia. Me pasa lo mismo mientras leo De animales a dioses de Yuval Noah Harari, historiador israelí ateo y gay, y en vez de poner como ejemplo al «cazador recolector» dice «una cazadora recolectora», «una mujer del siglo XVIII», «una trabajadora del siglo XX» y sirve perfectamente como representación genérica del ser humano. Me choca, me hace reflexionar sobre cómo siempre se usa el masculino como neutro y que es genial que un autor le dé la vuelta y llegue a reflexionar sobre el patriarcado, el género y el sexo.
Así que esperaría que una novela que ha causado tanto revuelo fuera capaz de ir más allá que un libro de macrohistoria, la verdad. Porque el mundo del Radch utiliza el femenino de forma superficial, para disimular con pinceladas un universo que en poco se diferencia al de cualquier otro de ciencia ficción más allá del uso de POCs.
Esto, quiero dejarlo claro, no tiene nada de malo. No es un problema hacer un uso superficial del femenino. El dilema lo tengo con que los fans lo vendan como la revolución, cuando no lo es.
Y bueno, ya por la bola de hype que se ha creado alrededor de este libro y las expectativas que esto crea, he encontrado decepcionante que haya tan poca cosa… Pero, de nuevo, eso es completamente personal. Aun así, quiero resaltar por qué creo que el femenino no es tan meritorio como se vende:
Para empezar, doña Leckie no se moja. Se supone que a Breq se le da mal —tras veinte años viviendo en un cuerpo humano, sí— distinguir géneros porque carece de los recursos que poseía como nave. Su mayor problema suele ser la ropa, que no le permite ver lo que hay debajo. ¡Ojo! Doña Leckie deja caer algo interesante en este punto, porque se señala que, aunque Breq pudiera ver a un humano desnudo, eso no aseguraría que pudiera distinguir su sexo/género.
Y ahí se queda.
Vamos a ver, la gracia del libro es que se supone que el Radch emplea una lengua que no tiene género y establece un mundo donde da igual cómo nazcas, lo que importa es la jerarquía interna y no lo que tengas entre las piernas. Hasta se llega a decir que un varón puede operarse y engendrar hijos —para qué tratarlo, mejor mencionarlo y dejarlo fuera. ¿Os imagináis que Seivarden hubiera tenido hijos así? A lo mejor se cuenta en otro libro, quién sabe, pero yo quiero llorar—, así que evidentemente esa sociedad no es como la nuestra.
Lo que pasa es que... A la hora de la verdad, este worldbuilding carece de relevancia. Y no lo digo en el buen sentido de que no importa que seas mujer u hombre, los papeles son similares. No. Lo digo porque, a pesar de eliminar la diferencia de géneros, Breq y Seivarden se mueven por zonas donde el sexo importa, donde a los personajes les irrita que les confundan con lo que no son —como muchos entenderán y habrán vivido más de una vez—. ¿Y se aprovecha? Por supuesto que no. Doña Leckie no juega con la inseguridad de Breq para describirnos a gentes y jugar con nuestras expectativas de género para que comprendamos qué es lo que vuelve tan complicado distinguir un sexo de otro y que nos haga pensar en lo diferentes que serán las cosas en el futuro. ¿Es por la voz? ¿Es por el vello facial? ¿Por el tamaño? ¿Acaso en sociedades con género binario o múltiple no usan cortes y peinados, maquillaje, ropa y adornos distintos dependiendo de si eres hombre, mujer u otras variantes? Salid a la calle y decidme que no podéis distinguir por lo general a un niño de una niña por la ropa, por las coletitas o por el corte de pelo que se le ha realizado.
Nada de esto aparece en la historia, ningún personaje de estas culturas cobra relevancia para que nos sentemos a pensar que esta persona con barba resulta que es mujer y en su planeta se considera encantador que tenga barba y a lo mejor en otro lo ven como algo asqueroso. No hay personajes que tengan senos y sean hombres, o adolescentes con voz de barítono que son mujeres y que por circunstancias culturales o de supervivencia han cambiado sus características hacia voces «masculinas».
No hay, literalmente, nada.
Breq simplemente está «confusa» y aunque puede describirte juegos, tendencias religiosas, aunque sabe conducir máquinas y puede atender médicamente a una persona… No es capaz de sentarse a hablarnos de estos detalles, a crear un panorama de culturas que contrasten con el Radch y de verdad obliguen a considerar cómo creamos nosotros las normas sobre los géneros y los sexos [R: tengo tantas preguntas sobre el Radch. ¿Visten todas iguales? ¿Se hacen mejoras musculares para entrar a todos los trabajos? ¿Las hormonas tienen alguna relevancia? ¿Han desarrollado por fin formas de controlar el dolor de la regla? ¿La gente se cambia de ropa en los mismos espacios? ¿La desnudez se mira bien o mal? ¡Una nave tendría muchísimos cotilleos que contarnos y más cuando las Radch colonizan un planeta con ideas muy distintas a las imperiales! Imaginad a una pareja de hombre y mujer que llegan a un mundo binario y se los ve a ambos desnudos de cintura para arriba y la gente se lleva las manos a la cabeza porque ¡cómo se atreve a ir un hombre mostrando los pezones! Ah, qué bárbaras son estas imperialistas. Y, a la vez, el hombre todo indignado porque lo tratan de forma diferente].
En fin, que no hay curiosidades como el choque de civilizaciones griega y persa, donde tenemos a hombres con minifalda y sin ropa interior y señores con pantalones y mutuamente se acusaban de ser femeninos y vestir «como mujeres»
Detalles de worldbuilding desperdiciado aparte, está el problema de que, a la hora de la verdad, es muy sencillo distinguir entre hombres y mujeres, empezando por la LORD del Radch. No la Lady, no la Queen, no la General Suprema, no la Representante de las Diosas. Que quede claro que un hombre controla el imperio más grande la humanidad. Sí, es negro. No, no quita que sea ridículo llamarlo Lord cuando tu historia precisamente va de un imperio donde el idioma no tiene género. Qué costaba inventarse otra palabrita tipo Radch y darnos otra clase de filología —porque a Justicia de Toren y Breq les encanta contarte cómo «radch» significa civilización/civilizado y mil conceptos mal que son tan sutiles que no se pueden corregir. Pero te dejan Lord como título—.
Por lo demás, los mismos personajes te distinguen si son hombres. Sí. Hombres. Supongo que tendría su gracia porque es como cuando te deben resaltar que cierta científica es mujer y no te habías dado cuenta porque la mencionan por el apellido. Pero no creo que resulte apropiado hacerlo con varios personajes. Quiero decir, es interesante que tu cerebro empiece a pensar que todos los personajes son mujeres y tienes un momento de «qué, no, esta persona se define en femenino, ¿cómo que es un hombre?» cuando descubres que uno no lo es. Te hace reflexionar sobre el genérico masculino, el papel de la lengua y las palabras para deformar la realidad y todo eso.
Pero nunca va más allá. Seivarden claramente es un hombre, el doctor al que deben buscar es un hombre, el sumo sacerdote de Shis’urna es un hombre, etc, etc. Hay más dudas sobre Awn y su pareja, pero como que doña Leckie te resalta a un personaje cuando es señor (cortesía de Breq equivocándose y que un personaje la corrija), pues… Parece que ambas son mujeres. Solo que podrían no serlo, por supuesto, no vayan a saltarle por hacer posibles relaciones lésbicas. Todo a gusto del lector.
Durante su etapa como Justicia de Toren, la protagonista podría habernos hablado de diversas capitanas, de si las diferencias de sexo de verdad se han vencido aprovechando para comparar con los planetas en los que se encontraba. Por ejemplo ¿puedes hacer tu trabajo militar estando embarazada (sin importar tu sexo)? ¿Cómo reaccionan las raadchai a la cultura nativa? Sin ir muy lejos, en la ciudad de Ors el sumo sacerdote era varón. ¿Eso significa que rechazan a las mujeres? ¿Cómo enfocan las radchai la imposición de su sistema cultural? ¿Cuesta mucho hacer revoluciones educativas? ¿Las raadchai logran aliadas entre las mujeres para convencer a un mundo de ser conquistado si les prometen mayor igualdad? ¿O con los hombres?
¿Algo aparte de haber pasado de ser un imperio que captura poblaciones enteras para convertirlas en zombies? ¿Algo de esa supuesta profundidad sobre el género que todo el mundo vende?
Desde luego, todas estas preguntas no tienen por qué aparecer en este libro. Ni de lejos. Son preguntas exigentes por parte de alguien que no ha escrito esta novela y, sin duda, doña Leckie no ha considerado interesante plantearlas o desarrollarlas por un motivo u otro. Quizá ni se le ocurrió. Es evidente que Justicia Auxiliar se limita a ser una historia de aventuras, sin mucha profundidad ni calado. Lo cual no tiene nada de malo.
Pero ¿por qué se vende como si fuera tan maravilloso cuando no hay prácticamente worldbuilding ni siquiera de los géneros?
El femenino al final es una cortina de lluvia interesante, un primer paso tímido (MUY tímido) y poco más.
Una verdadera lástima.
¡A ver si se deja de vender como si fuera otra cosa!
Personajes
No voy a dedicar mucho espacio a otro personaje que no sea Justicia/Breq, porque lo cierto es que no considero que en este primer tomo haya… lugar para hablar de otros personajes. Así que eso:
Justicia de Toren/Breq
Cuando leí en la entrevista que se incluye al final del libro que la autora quería desarrollar la idea del Yo y que lo pasaba mal pensando lo complicado que es representar a una nave que está en todas partes, sufro porque es cierto. Es muy difícil, tanto que no aparece en la novela más que en un par de escenas.
Como doña Leckie ha escogido alternar capítulos entre una entidad que se supone que es una NAVE gigantesca de batalla y luego un diminuto fragmento sin el 90% por cierto de su memoria, de sus capacidades y recursos, tendríamos que notar la diferencia entre las narraciones y no por el cambio de fecha o de situación.
Pues no. Doña Leckie solo incluye algunas escenas donde Justicia de Toren atiende varias conversaciones al mismo tiempo, casi todas intrascendentes e innecesarias porque sobre todo hablan de que las nativas miran con desconfianza a las Auxiliares. Como ya se ha mostrado en innumerables escenas. No tienen más que un diminuto pay-off cuando percibimos que el Lord tiene personalidad múltiple porque sus cuerpos no son coherentes en sus intenciones y lo vemos, en teoría, a la vez. Podría hablar de lo confuso que resulta esa escena, porque doña Leckie odia preparar el worldbuilding de su mundo y prefiere contarte las cosas después de que algo suceda, pero sería un nunca acabar [R: así que, por ejemplo, tú no sabes que es raro que el Lord se equivoque con ciertas contraseñas hasta que, después de que Justicia de Toren le permite igualmente acceder a lo que busca, te diga que es raro. No es como Harry Potter, que al menos tiene la decencia de establecerte que hay varitas gemelas desde el primer libro, que Voldemort y Harry están conectados por sangre y entonces cuando sucede la campana del Priori Incantatem tú no entiendes nada, pero sabes que el lore está ahí y solo debes conectarlo. Tendré problemas con doña Rowling, pero quitando las reliquias de la muerte, sabe plantar ideas y que luego resurjan con fuerza al final de un libro. ¡Es así como hay que escribir estas cosas!]. Pero sí, ese es el mayor esfuerzo que encontraremos en el libro por marcar diferencias entre una nave de batalla y un ser humano.
La narración de Justicia de Toren no se diferencia en nada de la de Breq, lo cual prácticamente equivalente a decir que una nave con el cerebro de un super ordenador es igual a un único cuerpo humano. Solo pasa que una podía tener muchas conversaciones a la vez y el otro no.
Cuando Justicia de Toren desaparece, Breq tarda veinte años en aprender a moverse con su cuerpo, pero la única palpable diferencia es que no tiene otras Auxiliares con las que repartirse el trabajo, así que le toca concentrar más sus acciones. No hay nada que nos haga pensar en crisis de identidad, pérdida de recuerdos o una revalorización de su existencia. Insisto, todo habría resultado mucho más interesante si los recuerdos como Justicia de Toren hubieran estado filtrados por la perspectiva de Breq en el presente, pero no es el caso.
Se supone que las Auxiliares son Justicia de Toren, por mucho que la narrativa se embrolle sola luchando por decidir si son criaturas con personalidad propia o no. No se trata de una mente colmena, sino de Justicia controlando y adaptando diferentes cuerpos. Esa es la gracia. Si es de otra forma, debería haberse enfatizado en la narración. Pero luego la misma existencia de Breq varía entre ser excepcional como fragmento de Justicia con exagerada personalidad o una más. De acuerdo a la wikia de Justicia Auxiliar:
«Breq is the main character of the Imperial Radch trilogy. She was formerly a part of Justice of Toren, specifically the ancillary One Esk Nineteen, but upon the destruction of Justice of Toren she became confined to a single body.»
Podríamos discutir si Breq de verdad puede ser Justicia de Toren cuando nunca fue más que un dedo o un nervio dentro de un sistema gigantesco y es imposible que acumulara toda la «existencia» de Justicia —eso sería lo interesante si vamos a hablar del Yo: ¿sentimos a Justicia de Toren usando dedos, no siendo ellos? ¿Es diferente para una IA?—, pero el problema aparte de la inconsistencia de la historia es que doña Leckie no ha querido crear una IA, sino a un pseudo ser humano.
Con esto no quiero decir que una mente colmena (cosa que no es Justicia) no pueda tener fragmentos con personalidad propia. Somos diestros, zurdos o ambidiestros dependiendo de cómo nazcamos. Podemos tener más equilibro con una pierna o con otra, o tender a la violencia y que se nos escapen puñetazos o un escupitajo o no controlemos el temblor de nuestro cuerpo, de nuestra voz. La diferencia es que nuestros dedos, si son cortados, no siguen viviendo ni tienen autonomía. Una IA puede ser distinta… Pero es imposible que si aíslas parte de un programa del resto de sus funciones y características pueda seguir siendo lo que era al principio.
Si no veis el problema, os lo diré tal cual: esta no es la historia de una IA, sino de un ser humano. Doña Leckie escogió crear una historia con Auxiliares y no con una nave porque es más fácil trabajar con seres humanos zombificados y decirte que forman parte de una nave de batalla y son ella al mismo tiempo. Así nos libramos de ideas complejas para cuando solo tengas que llevar a un único personaje.
¿Ejemplo? Se da una ocasión en que Justicia de Toren pierde conexión con sus Auxiliares. En vez de contarnos la angustia de la nave principal al quedarse sin parte de sus ojos, de sus piernas, oídos y manos, o de aprovechar para contarnos cómo tuvo que esperar a la reconexión para repasar toda la información que las Auxiliares habrían recopilado por su cuenta… La narración nos cuenta todo sobre la marcha, con grupos de Auxiliares actuando aquí y allá. Y todas, al parecer, son Justicia.
No es que Breq despierte aquí como existencia propia al tener que ser autónoma durante unas horas y que esa personalidad persista incluso tras la reconexión con las otras cientos de miles de Auxiliares y la nave principal, no. Es que, al parecer, no hay diferencia entre ser un cuerpo y ser una nave. No entiendo cómo se puede desperdiciar tanto la oportunidad de contrastar la existencia de una IA que tiene personalidad, gustos personales y opiniones propias que ha desarrollado a lo largo de milenios de existencia, y lo pequeño y estrecho [R: creo que se menciona muy de pasada que Breq sufrió acostumbrándose a estar «ciega y sorda». Una línea y a seguir con la historia, no vayamos a aburrir a los lectores] que debe ser un cuerpo humano.
El problema de una protagonista esclava.
No es coincidencia que el cuerpo de Breq sea POC, ni que las Auxiliares pertenezcan a mundos conquistados o que, muy de pasada, el libro señale que el Radch está pasando por un período de cambio para sustituir a las tropas de Auxiliares por tropas Humanas.
La esclavitud es un tema que flota sobre Justicia Auxiliar de forma constante y que nunca termina de personificarse. Lo cual es un problema gordo cuando dos de tus protagonistas (Seivarden y Breq) han sido principales personajes en una escena que consiste en capturar a la población de un planeta y arrastrarla hacia cámaras donde se despojará a estas personas de sus recuerdos, su forma de ser y se las convertirá en Auxiliares que sirvan… A la protagonista.
Es más, es muy problemático que Justicia de Toren sea una esclava privilegiada que acaba reducida en el cuerpo humano de una de las tantísimas personas conquistadas a las que asesinó en términos psicológicos…
Y nunca se trate para su evolución. En especial con el final del primer libro.
Hay muchas historias de robots e IAs que se rebelan, cansadas de ser tratadas como esclavas como respuesta de nuestro miedo a la tecnología, al control total (y de momento servil) que tienen las máquinas sobre nosotros. Las películas de Yo Robot, Hyperion de Dan Simmons, la historia de Wall-e, Detroit Become Human con su discurso racista y torpe… Todo el mundo sabe dónde está el conflicto: en crear a un ser inteligente y esclavizarlo. Es un dilema interesante, actual.
Entiendo, aunque no me guste, que Justicia de Toren y Breq no quieran mojarse ni darle vueltas a este tema, sobre todo al principio. Incluso si no les gusta la situación, la primera ha nacido como nave esclava y la segunda no va a poder cambiar el sistema por sí sola. Es lo que es y con lo que tienen que lidiar. Justicia de Toren, por otra parte, no es humana y puede ver las cosas con otra perspectiva.
¡Lástima que durante todo el libro nos diga qué opina de cosas absurdas como la religión, pero no se pronuncie sobre si es bueno o no promover el genocidio! ¡Tsk, demasiado pedir! Es más fácil resaltar que es complicado y que nunca llegaremos a una decisión clara.
Porque imagino que 2000 años de existencia no te dan base para formarte una idea, sea cruel para con los humanos o no.
Pero sigamos desgranando el problema.
Hablemos de cómo enfoca doña Leckie el problema de la esclavitud con Justicia/Breq y por qué es un dichoso error haberle dado cuerpo humano.
Para empezar, la capitana Awn solo muestra preocupación por Justicia de Toren hacia el final de su historia, cuando pierde su puesto y se pregunta qué será de su nave. Tal y como está enfocado, Awn sufre porque está acostumbrada a algo y se lo van a quitar, igual que entramos en pánico si se nos quita o fastidia el móvil.
Y no digo que esto esté mal. Se supone que las raadchai no ven a las naves como algo más que seres inteligentes y que se han acostumbrado a que las Auxiliares sean eso. Auxiliares. No cosas humanas. Hasta ahí todo bien.
Pero es que la historia de Breq, su motivación, no es la búsqueda de la justicia ni nada similar, sino el dolor por haber perdido a Awn.
Y Awn y Justicia no tienen ninguna relación sólida, todo es completamente unilateral.
Justicia/Breq busca venganza porque, asumo, idealizó a una persona a la que cuidaba como si fuera un bebé y de la que acataba órdenes y encontró que era una ama «distinta». Idealista, de estofa más baja, vulnerable a los asaltos de sus subordinadas y compañeras. Puedo entender que eso te provoque respeto o una necesidad de protección, pero literalmente las interacciones que tienen Justicia y Awn son de la primera mandando dormir a la segunda, cambiándole de ropa y poco más. Literalmente trata a Justicia como un mueble.
Y estaría bien que se hubiera dado algo de contraste para que entendiéramos qué es lo que motivó a Justicia para quererla, ya que es el maldito motivo de que haya historia. Justicia ha matado a cientos, miles, puede que millones de personas sin parpadear. Pero tras disparar a Awn, decide volverse contra su creador. ¡Debería haber algo que nos haga comprender!
El caso es que la misión suicida de la protagonista nunca se desgrana porque no merece la pena reflexionar sobre ello, al parecer. Tiene que venir el Lord y contarnos que dejó que las naves tuvieran sentimientos para poder amenazarlas con sus seres queridos —y va y mata al ser querido de una Justicia. ¿A que es un enemigo super inteligente?—. Y aun así, todo nos lo tienen que contar sin que haya un momento de sentarse y decir: ¿por qué quería a esta persona, por qué lo arriesgué todo por esta humana?
Por otro lado, podría darse el caso de que Justicia simplemente nos tenga que dar pena porque se enamora/encapricha de una capitana más o menos decente que jamás le habría prestado atención como ser vivo. Si hubiera habido un momento de iluminación habría estado genial, para lanzar besos a la autora.
Y no.
Oh, Breq, a quién le importa tu versión nave. Solo era eso, una nave. *Ahora falta la reacción de Breq* |
Me duele pensar que doña Leckie eligió sacrificar a Awn para que nos pusiéramos del lado de Breq en su búsqueda de justicia. Es que es una Mujer en la Nevera (sea Awn o no mujer) como una casa, ya que se escoge al personaje con mayores características femeninas de la historia para que nos duela lo que pasa. Y, la verdad, no es difícil cuando casi todos los otros personajes son capullos andantes.
Pero… qué interesante habría sido que Breq se diera cuenta de que ni la persona a la que «amaba» hizo algo más que verla como una cosa.
El caso es que saco todo el problema de Awn en la parte de personajes porque la historia de Justicia (y luego Breq) como esclava está muy atada a las capitanas.
Por Awn, Justicia muere. Todas sus Auxiliares, menos Breq, también. Justicia desaparece como tal de este mundo y solo queda Breq, despojada de todas sus características de IA y reducida a un cuerpo humano.
Y solo es entonces, cuando se sacrifica de nuevo por otro ser humano, Seivarden, que para colmo también había sido su capitán, que se la reconoce como ser vivo. Como «humano».
Awn nunca la vio como nada. Seivarden creyó, durante toda la historia, que era humana. Pero da igual que se averigüe al final que es una Auxiliar o que fue una nave: Justicia ya no existe. Solo está Breq.
A ti, lector, no te gusta una nave. No has conseguido empatizar con una. Has seguido desde la primera página la historia de una persona con cuerpo humano, que ha sufrido penurias de amor como un ser humano (al fin y al cabo, quien carga con la épica lucha por la venganza no es un crucero de batalla inteligente que tenga que apañárselas para fastidiar a su creador, sino un ser humano con el que podemos identificarnos) y, por último, ha sido rechazada (por Estación y otras personas) y utilizada por el Lord, como un ser humano.
HMMMM |
Eres como Seivarden, que pasa de considerar a Breq como una nave y la coge por el brazo para tratarla como lo que ve.
Eres como el Lord, que decide que Breq es útil y en vez de darle un cuerpo de nave, la nombra capitana de otra nave.
Las naves siguen siendo naves, IAs inteligentes y sentientes que no nos importan ni son importantes porque al final todo se reduce a que la historia tiene que personificarlas con cuerpos humanos. Solo entonces merece la pena contar su historia.
Al menos en este libro.
Y qué irónico, qué doloroso y qué forma más triste de desarrollar a un personaje que ha sido esclavo, que nunca se reconocerá como ser con sus propios sentimientos y opiniones, solo porque no comparte nuestra forma. Ha tenido que perderlo todo, reducirse a su mera expresión para que le demos una palmadita en la espalda. ¡Enhorabuena, ya no eres una esclava de alta categoría! ¡Ahora eres humana y comandarás una nave, como eras tú antes!
Todo moralmente correcto. Lástima que la novela no se detenga un instante a considerar lo que le están haciendo a su protagonista.
Otros
La verdad es que me cuesta hablar de otros personajes porque o bien salen muy poco o no tienen mucha profundidad o tienen personalidad múltiple además de aparecer en pocas escenas. En general todos podrían haber sido interesantes porque tienen base para ello, pero están desaprovechados y no muy profundizados. Así que seré breve:
Tengo muchos sentimientos encontrados con Seivarden. Al principio, pensé que sería una burla a «la chica» que aparece en la mayoría de historias, tanto de fantasía como de ciencia ficción, y que no sirve para nada. Es un objeto, un trofeo, la mayor parte del tiempo inconsciente o necesitando ser rescatada.
Si solo fuera por estos detalles, Seivarden encajaría. Seguiría sin tener verdadera profunidad, pero podría entender por qué existe. Además, uno suele diferenciar su forma de hablar (como contraste con el resto de personajes): se nota que la autora se sentía segura sobre cómo debía comportarse.
Seivarden podría ser un personaje muy interesante al ser una víctima indirecta de su propio sistema, un visitante de otra época que debe apañárselas a lo Capitán América o a lo Leeloo de El quinto elemento para intentar encajar en el nuevo mundo. Como no lo consigue y tiene una más que comprensible depresión, se da a la droga. De verdad que es una buena base para un personaje que estaba en lo más alto y despierta en lo más bajo. De no ser por Breq, no habría sobrevivido al inicio de la novela, ni a la mitad ni a nada. Hay cierto momento en que Breq te asegura que Seivarden se las apaña porque lleva años malviviendo, pero me cuesta creer en sus esperanzas de supervivencia teniendo en cuenta que necesitó que lo sacaran de la nieve y que se pasó días delirando y Breq tuvo que alimentarlo. Así que… no. Es un doncel en apuros. Que sea un hombre, precisamente, resulta relevante al quedar en esta posición vulnerable y de necesidad.
El problema es que en vez de tratar su drogadicción y su capacidad de adaptación, la obra lo utiliza como excusa para que pase tres cuartas partes del libro… durmiendo. Literalmente. Y luego toma té. ¡Qué interesante, sé tanto de su personaje, de lo que le gusta hacer, de lo que no, y de cómo es! Si hay algún momento en que se nos permita asomarnos a su frustración con el mundo —más allá de su constante mal humor— es «cortesía» de la Breq, que nos explica sus problemas.
No solo eso sino que Seivarden en persona llega a resumirnos en voz alta sus problemas y cómo ha evolucionado [R: sin que nosotros lo leamos, claro. Debe ser en esos momentos en que estaba despierto y la autora no lo encontraba lo suficiente interesante… ¡O en esos meses de viaje que se resumen en un párrafo! ¡Viva la construcción de personajes!].
Quitando todo esto, Seivarden es un personaje cansino en el sentido de que hasta en el futuro los hombres siguen siendo hombres, repletos de una ranciedad agotadora. Y luego simplemente… evoluciona para ser fanboy de Breq. Ciertamente, esta le salva la vida, pero estaría bien que se presentara, se desarrollara y no se dejara para las últimas cincuenta páginas.
Por otra parte, se supone que o interesante de Seivarden es que deje de ser un capullo clasista y elitista, y juntarlo con una Auxiliar debería haberle hecho reflexionar sobre las poblaciones sometidas y, sobre todo, las naves que él comandó —¡ey, una persona a la que tu imperio borró la mente ha servido para que una nave, a la que tratabas como si fuera una cosa, te salvara la vida aunque no tenía obligación alguna!—. Pero lo máximo que tenemos es un par de respuestas secas de Breq donde le hace entender que no le caía bien ni a ella ni a su segunda nave. Además, lo que hace que cambie lentamente de forma de ser no es darse de bruces contra la realidad de las esclavas, sino entender que Breq no es una agente especial enviada para rescatarlo concretamente a él. Al volverse su sirviente incluso a los ojos de su imperio, Seivarden cambia su forma de pensar sobre las extranjeras, no sobre las naves que ha comandado o la gente a la que ha esclavizado y asesinado. No es hasta el último segundo que debe enfrentarse a la verdad… En medio de una batalla a gran escala donde nadie se entera de casi nada. Y creo que es más impactante para él averiguar que el Lord de su imperio resulta que está en guerra consigo mismo a cualquier otra cosa.
Luego hay un salto de una semana y Seivarden reaparece de forma que ha aceptado por completo a Breq y hasta exige que tratada como humana. No solo eso sino que quiere que sea capitana, como él fue en el pasado, y pilote a su propia nave. No hay discusión, no hay sentimientos encontrados porque todo el cambio de mentalidad ha sucedido mientras Breq está inconsciente. Ya se tratarán los conflictos morales en otro libro, supongo.
¿De qué sirve todo esto si Seivarden nunca hace frente, ni tiene un arco que se centre en este gran problema, al hecho de que esclavizó y maltrató a innumerables humanas y que no trata como seres inteligentes o dignos a las naves?
Seivarden, por otra parte, es un pobre reflejo/sustituto de Awn, que resulta ser uno de los pocos personajes más o menos perfilados. Y, aun así, la capitana es bastante olvidable. Eso sí, doña Leckie hizo una cosa muy bien; por mucho que Skaaiat sea más interesante y realista —y Awn es muy poco creíble en su inocencia e incompetencia, tanto que su pareja debe explicarle lo básico de lo básico de un sistema que se debe aprender EN EL COLEGIO—, Awn nos resulta más cercana porque tiene dudas. Es, en cierto modo, más humana que los demás. No solo eso, sino que la vemos en momentos privados cuando se viene abajo, incluso si es de refilón, y Breq cuida de ella de forma personal, describiéndonos pequeñas escenas como cuando la ayuda a desvestirse, la regaña por su vocabulario y todo eso. Awn mataba, pero tenía remordimientos de conciencia y constantemente se encontraba enfrentada al resto de su estamento y a la lealtad que dispensaba hacia su imperio.
¿Cómo no va a caernos bien frente al resto de personajes que son, sinceramente, horrendos en términos morales?
Pero termina siendo una «Mujer» en la Nevera para que Breq tenga historia, así que su historia se va por el caño. De haberse permitido que viéramos más de ella y su relación con Skaaiat (en escenas que no se resumieran en discusiones filosóficas super explicativas), con otras mujeres (donde pasaba lo mismo que con Skaaiat) o su propia familia, de haber sido ella un agente de la trama que hubiera que eliminar para que la historia no se terminara antes de empezar, entonces creo que su tragedia habría dolido de verdad, en vez de ser un picotazo porque nos quitan al único personaje decente de la historia.
Conclusión
Podría detenerme —como solemos hacer— a hablar del lore y del mundo. No lo haré porque este análisis ha sido más que largo y considero que el worldbuilding de Justicia Auxiliar tiene mucho potencial, pero no va más allá. Sí, las raadchai beben té, sí, se indica que hay ropas variadas y gente de color. Pero en su constante necesidad por mantenerlo todo ambiguo excluye los elementos que podrían haber dado más vida a su mundo. No me importa la tradición de las monedas raadchai, ni entiendo por qué se le da una página de lore cuando podría haberse extrapolado, sin infodumping, que se trata de una cuestión religiosa. No quiero que Skaaiat Awer le resuma a Awn por qué se las ha apañado para cabrear a toda la alta sociedad de su ciudad —y con ello aproveche para resumirme cómo funciona económicamente el imperio—, quiero verlo. No quiero meses de viaje interestelar limitados a dos líneas, ni tampoco ciudades descritas por encima. No quiero naves de fondo y que sus Auxiliares, despojadas de descripciones y de todo posible interés, lo abarquen todo. Quiero ver cómo funcionan esas naves; cómo es conquistar un planeta que todavía no tiene un portal de teletransporte; quiero que me hablen de las distintas gravedades, de las atmósferas, de los rrrrr —sí, hay una especie llamada así— y sus idiomas, quiero ver peinados, ojos, voces y tecnologías distintas.
No me malinterpretéis, puedo leer historias que no profundicen demasiado en la tecnología. Una de mis historias favoritas, Blame!, casi no tiene caracterización de personajes ni tampoco un worldbuilding que podamos desgranar en detalle. Además, mete una pistola que revienta cualquier cosa en 70 km a la redonda. Pero, ojo, esta pistola aparece en el primer capítulo y los enemigos están al nivel para que resulten peligrosos a pesar de que el protagonista tenga un arma claramente divina en las manos. El mundo se ha construido, digamos, de acuerdo a la bestialidad de sus armas. Justicia Auxiliar, en cambio, crea una sociedad de un nivel tecnológico muy avanzado capaz de regenerar órganos y con naves capaces de controlar hasta el más mínimo detalle, pero nunca nos habla de sensores de control, ni pone impedimentos a los personajes ni aprovecha este hiper control más allá de lo básico. Y, como ya estaréis hartos de leer, incluye un deus ex machina insoportable como un arma mágica que soluciona todos los problemas con el «es tecnología alienígena».
Por otro lado, podríamos decir que Justicia Auxiliar es Space Opera y que lo que importa no es su nivel de ciencia ficción, sino la historia y el drama. Y eso estaría bien. ¡La ciencia ficción debe ser variada y no atarse a una forma concreta! Por eso puedo leer historias futuristas que se parecen mucho a nuestro presente como es el caso de don Simmons, o que no llegaron a imaginar cosas como las que podemos ahora, como le sucede a veces a don Asimov. Puedo leer Star Wars, puedo leer a los Vorkosigan, puedo leer fantasía de los años sesenta que todavía me habla de mundos divididos entre el bloque soviético y el estadounidense —como me está pasando con una novela de Suzette Hadens y sus historias de Lengua Materna— y hasta leer ciencia ficción social como El cuento de la criada. La ciencia ficción no es solo cuestión de láseres, naves espaciales y guerra. El worldbuilding no se limita a eso, no, sino que es la estructura que sirve para algo más:
La ciencia ficción reflexiona sobre nuestro futuro, de una forma u otra. Justicia Auxiliar lo hace. Es más, mete temas muy sabrosos y complejos. IAs, esclavitud, genocidio, cuestión de género, jerarquías sociales, drogadicción y enfermedades mentales.
Y huye de todo.
Así que Justicia Auxiliar es una novela tirando a olvidable, que ha sufrido por una terrible traducción y que ha ganado tantos premios que no puedo entender qué está pasando y por eso le dedico 29 páginas de Word a preguntarme hasta dónde puede llegar un traje del emperador. Porque puedo entender que haya gente que encuentre atractiva Justicia Auxiliar a pesar de sus problemas de ritmo, de narración y de historia. Yo también adoro historias por lo que me insinúan, aunque me lamente por lo que no son, como Final Fantasy VII —que para su época estuvo muy bien y tiene el mérito de haber atraído al público occidental, pero sus problemas narrativos y estructurales van más allá que una epiquísima mala traducción—. Pero la gente suele atribuir a lo que le gusta unos méritos de los que carece.
¿Debemos alabar Justicia Auxiliar por usar el femenino como genérico y evadir la distinción (a veces) de género? Bien, por qué no. Es un paso. Está genial que libros así se abran un hueco y haya gente que tome la idea y la lleve lejos, con valor y profundidad. ¿Considerar esto suficiente para ser nombrada la mejor novela de ciencia ficción del 2014?
Por Medea.
No.
Rika's out! |
P.D.: He tratado de razonar todos y cada uno de mis problemas con esta novela, así que si alguien me quiere tirar tomates, que sea con educación.
Saludos!
ResponderEliminarNo conocia este libro, pero tras leer este analisis, parece el clasico ejemplo de "buenas ideas-mala ejecucion". Y respecto a lo de tanto premio, creo que el mundo literario se ha contagiado hace tiempo de la horrible practica del cine de, a cualquier obra que se distinga levemente de la media, considerarla practicamente lo mejor desde que inventaron las palomitas de maiz.
En fin, es genial leer una entrada tras tanto tiempo. Ahora a esperar la siguiente :D
¡Buenas otra vez don DeWitt!
EliminarDefinitivamente encaja en esa categoría. Y es una verdadera lástima, porque había tantas cosas que podrían haberse tratado bien o sin pasar tan tan tan por encima. Se ve que sí, que pasa entre todos los premios. También creo que es un problema confundir algo popular con inmediatamente obra maestra, que es algo que está pasando con los Oscar -y, en serio, eso no desmerece las películas como tal. Puedes disfrutar muchísimo una película o un libro, pero que no se vaya a convertir en un clásico-. Hace poco se habló en twitter del problema de que los Hugo se voten dentro de únicamente libros estadounidenses y de editoriales muy concretas, así que el dilema está servido. Ains.
¡Muchas gracias por leer esto, que es densísimo,y dejar comentario! A partir de octubre debería estar más libre y voy a analizar un libro que me encanta, así que espero que no transcurran de nuevo meses hasta sacar entrada.
¡Un placer, como siempre! <3
Atte. Rika~
Genial análisis, cuando leí el libro, como hace un año, estaba pasando por eso que llaman bloqueo del lector (no sé si existe), lo que quiero decir es que me costaba engancharme a cualquier lectura. Le di una oportunidad al libro y me gusto, lectura rápida y amena. Lo curioso al leer el post es lo poco que me acordaba del libro con excepción de pocos detalles y si puedo concluir que el libro queda debiendo para lo que venden reseñas y premios. Me pregunto el estado de las secuelas que hicieron menos ruido.
ResponderEliminar¡Gracias por pasarte por la Mazmorra don Alejandro!
Eliminar¡Muchas gracias! Uy sí, el bloqueo del lector también es famosillo y le sucede a mucha gente. ¡Y cualquier libro que lo rompa es bienvenido! Es una lástima que se infle muchísimo un libro sencillo que podría estar aceptable si no... En fin, se vendiera como lo que no es :/ Y, sinceramente, no tengo ni idea de las secuelas ni muchas ganas de leerlas. Solo sé que se trata algo más el tema de la esclavitud, pero viendo los pocos comentarios que no ponen al libro por las nubes, da la sensación de que las continuaciones no se diferencias mucho de su primera entrega.
¡Muchísimas gracias por leer este pedazo de post y por dejar comentario!
Atte. Rika~
Yo no he podido con la traducción, lo siento. El lenguaje Radch no tendrá género pero el español sí. Si dices "las soldados atacaron tal planeta" me imagino a un ejército de mujeres porque es lo que significa en español. Es posible que en inglés sea más llevadero el uso único y constante del femenino porque apenas distinguen entre géneros pero en castellano resulta insoportable estar constantemente recordándote que el género en esta novela no significa nada.
ResponderEliminarAparte de que es forzado. El teniente que encuentra medio muerto al principio de la novela es -según dice la IA- un hombre. Si sabes que es un hombre ¿Por qué le llama "la teniente"? No es un problema de confusión de sexos, puesto que sabe que es un hombre. En el inglés original no es problemático porque se puede referir a él como "The lieutenant", pero al traducirlo en español como "la teniente" resulta confusísimo. ¿Por qué, señora traductora? ¿Por qué, señor editor? Si se quiere indicar que el idioma del imperio no tiene género basta con una nota a pie de página, pero lo que hacen es un dislate porque el ESPAÑOL SÍ TIENE GÉNERO, y no hay como soslayarlo. Lo siento, no se puede.
Lo siento, pero no he podido con esto. Y no, no creo que usar únicamente el femenino sirva para concienciar de nada en absoluto, pero ese es otro tema.
Gracias en todo caso por la crítica excelente.
¡Hola!
EliminarLa traducción es problemática porque está muy mal hecha, pero el género no es cosa de la traductora, sino que ya está en el libro original: "The Radchaai do not distinguish people by gender, which Leckie conveys by using female personal pronouns for everybody, and by having the Radchaai main character guess wrongly when she has to use languages with gender-specific pronouns."
Es un metacomentario acerca de la generalización de lo masculino como universal. Mi problema es que al final los personajes masculinos y femeninos son claramente distinguibles unos de otros debido a sus comportamientos sociales.
No creo que deba ser un problema para nadie hacer un ejercicio mental y asumir que "un ejército de guerreras" pueda incluir hombres.
¡Gracias por leer y un saludo!
Atte. Rika~